Quisiera verme entre tus algodones,
Descocado, por tus alegres risas.
Embobado palpando lentas prisas,
sin darte, y recibiendo tantos dones.
Perfume, que me embauca de pasiones,
caricias que no aportan buenas brisas.
Roces ocultos, de sacerdotisa,
al provocar mis arduas
ilusiones.
Me duermo en ti, contigo, felizmente.
Despierto juncal, sin más pesadumbre,
notando tu don. Garbo exuberante.
Así podré morir siendo clemente.
Comprendiendo los lucros de tu urdimbre,
y creyendo que mi gozo, es vehemente.
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