jueves, 24 de diciembre de 2020

No olvide las normas.

 








Me invitaron a cenar

y, acepté con sumo gusto.

Cuando aparqué en el lugar,

casi me atizan un susto.

El termómetro sin par

lo pusieron en mi frente

por si debía purgar

Las decimas del relente.

 

Antes de poder entrar

dijeron que era diciembre,

que si podía mostrar

la credencial del PETERRE,

que por lo visto es vital,

y certifica la fiebre.

 

¡Jesusito pensé yo!

Después de tanto recelo,

que pasará, que se hundió

en el sostén de” la Chelos”

la lágrima que coló

quedando entre espalda y pecho.

 

Se juntaron tierra y cielo,

al llamarme la atención,

me obligan con hidro alcohol

a que me lave los dedos.

 

En el comedor nos suman,

Uno tras otro, cantan seis.

Nos acomodan y aúnan,

nos ponen la mascarilla,

y en la frente nos mesuran,

con un aparatoso distéis,

y como aquí nadie suda,

atados a la gran silla

todo parece estar bien.

 

Se ha lavado usted las manos

Me pregunta un robot,

es el traje de disfraces,

que me obliga al gran complot.

Llevándome con dos frases,

y con mucha pretensión

a las puertas del lavabo,

para baldear ambas dos.

 

Todo esto sucedió

Antes de ingerir bocado,

porque, y le pregunto a usted.

Si por “estas” ha pasado,

que es lo que debo hacer,

para no estar descolgado

y al final poder comer

mi bocadillo embuchado.

 

Sin conseguir entender

Porque no hay menú reglado

Después de tanto joder

Con la fiebre, y el lavado.

Nos dejaron sin cenar

En la noche de extasiado

Y no deje de pensar

En que poco es demasiado










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