lunes, 25 de febrero de 2019

Morir no asusta.


















Me niego a ser funesto y boquiflojo,
continuaré adorando tu nevada
boca, por los caprichos de la nada.
Tragándome tu mimo y descongojo.


Decidido estoy por cumplir mi antojo
y es determinación muy deseada,
el no ausentarme mas con tu mirada
y sentirme feliz cuando te cojo,

volando yo te abrazo y me sonrojo,
cuando embozas mi lengua descentrada,
con la saliva fiel y atragantada
del sabor que me dejas cual hinojo.


No quiero luchar contra el pelirrojo
y sangriento dolor de encrucijada,
en saber que no estás enamorada,
como yo de ti, sin sentir enojo.


Que me quieras y eches el cerrojo
para que jamás se abra la alambrada,
de tu capricho y quede tan guardada
como mi compromiso, el que te alojo.


Morir de amor no es de fuerte ni flojo,
es marcharse con gloria simulada,
en silencio, con el alma arrancada,
donde los sentimientos son rastrojo.


Déjame ser de ti y de tu arrojo
migaja tuya, que desconsolada,
cabalgue por tu vientre sublimada.
Ensamblando al ver tu entraña de reojo. 


Deja y te hurte la ropa y despojo,
mátame con fusión muy alargada,
destróname sincera y descarada,
pero nunca jamás me quites ojo.











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