Serían bien pasadas las
nueve de la noche, y decidí volver a casa, cansado todo el día de representar a
mi última novela. ¡De verdad; muy cansado y sin querer ser un mártir! ¡Harto de
dar explicaciones! A quien lo critica todo, y a los que te adulan de forma fingida
y no han sido capaz de leer, ni una sola línea de las que he escrito.
Caminaba sólo cabizbajo,
pensando en mi buena suerte, tengo salud y a pesar de que no puedo pasarme en
nada, sigo pudiendo discernir en lo que a mí me gusta y disgusta. Respeto para mi
gente. Amigos, compañeros, familia, colegas y como siempre lo he hecho, pues
estoy entrenado y es una norma en mi proceder.
El paseo se me antojaba
divino, una temperatura fantástica, no hacía fresco y acostumbrado al tiempo en
que vivimos, hasta me parece raro tanto calor, temperaturas inmoderadas en
septiembre, pero podría ser una disfunción más de las que ya, son habituales.
Preferí no caminar más;
tenía un buen trecho hasta mi casa, y pensé en ir en transporte público. Así
que me acerqué al límite de la acera, observando una parada de bus cercana y
volví la cabeza para disponerme a esperar aquel que primero pasara cerca y me
conviniera.
Pareció fuera cosa del
destino, circundando a velocidad baja, justo en el quicio del bordillo de la
acera, marchaba casi en punto muerto, un taxi que me hacía luces, tan solo mi
gesto bastó para que el vehículo se apeara y bajara la bandera de trayecto. Sin
más, abrí la puerta trasera derecha y accedí al interior del coche.
De pronto quedé
estupefacto, ya que no me esperaba que al volante estuviera una preciosa dama,
que reconocía de algún lugar, que no podía precisar, ni en lugar ni en tiempo.
Mi gesto intuitivo fue la de retroceder, y volver a andar mis pasos
inconscientes, pero el coche ya se había puesto en marcha y era imposible bajar
del taxímetro. La conductora lo detectó y me dijo sin petulancia.
_ Es demasiado tarde, pero
no temas que no sufrirás más de lo que normalmente resistes. ¿Dónde te llevo?
Porque vas directo a algún sitio que tan solo tú y yo sabemos. Más allá de tu
domicilio, ¿Por eso te pregunto? ¡Lo tienes claro! O prefieres que charlemos un
poco en este trayecto hasta tu barriada.
_ Te conozco de algo, ¿verdad?
En algún lugar nos hemos encontrado, tu cara me es familiar, y no eres persona
que habitualmente trate.
_ ¿Eso crees? Pues mira,
que complicado es el destino. A veces, nos hace tropezar entre nosotros, y es fácil
coincidir con nuestras decisiones, algunas inclusive sirven para cambiar eso
que vosotros llamáis destino, o en ocasiones moldearlo. ¡Eso dicen los puristas!
_ Mira, me pillas cansado,
para discutir y para darle vueltas a lo que propones, por lo que te pido me
lleves a casa, sin conversación, déjame en mi mundo, que yo me arreglo. Por
otra parte, según noto, ni siquiera hace falta te marque la dirección puesto
que veo que lo sabes todo de mí.
_ ¡Sí, es verdad!, nos
conocemos desde hace ya bastante años. El asunto, es que cuando hablas conmigo,
jamás esperas respuesta y mira por donde esta noche, estoy habladora y quisiera
responder a alguna de tus dudas. Voy a usar una de las personalidades que, en
la actualidad, tratas a diario, espero lo descubras a medida de nuestra
conversación.
_ ¿Quién eres?
_ Es necesario ¿lo
explique? No me seas ingenuo, ni descarado. Un escritor pidiendo respuestas. Un
poeta sin imaginación. Voy a responderte al cansancio que decías tener hace tan
unos minutos. Cuando te compadecías tú mismo sin querer ser un mártir _ ¿recuerdas,
tu pensar de tan solo hace dos minutos? _, aquello de tener que dar definiciones
a los que critican o adulan gratuitamente.
_ ¡Oye, pero de qué va
este juego!, ¿Quién eres? Me quejaba de tener que aguantar según qué situaciones,
raras sobre cuestiones inexplicables, reacciones de personas que no llego a entender,
gentes que se les nota su hipocresía, que todo lo aplauden, y dicen que todo
les gusta, y cuando les das la espalda, te ponen a parir; y lo vivificas tú
cuando ya tenía mi tranquilidad sosegada.
_ Haz como ese amigo tuyo,
que ha tomado el control y solucionará las dificultades, de esa familia, o quizás
mejor ayudes a Cheo, a solventar el aprieto de su hermana, confinada en un
penal condenada por error. Échanos una manita a todos los afectados por ese
desalmado. Sin conciencia y a punto de que cometamos una locura.
_ ¡Pero bueno! ¡Tú eres
Clara! ¡Con qué cuajo, te atreves! A decirme que es lo que debí hacer en el
desarrollo de tu historia.
_ ¡Cuajo! ¡El que tú me
das! Nos has cedido existencia en tus cuentos. Aunque sean efímeras y respire
con dificultad. Lo saben aquellos que te siguen y leen tus novelas. Ahora yo, por
conocerte mucho y saber cómo y de qué forma nos das protagonismo, con el
respeto con que nos construyes, sabiendo cómo piensas y como lo planteas sobre
el papel. Plasmando nuestras interioridades, que muchos quisieran y ni conocen,
y sin embargo nos das pie a tomar vida literaria. Te mando las gracias de mi
parte y de mis compañeros.
Pretendo pedirte que
abogues. Sabiendo que puedes hacerlo, por lo menos en tus personajes, que
atañen a tus historias realistas, que no nos olvides jamás.
Me has reconocido en
cuanto has subido al taxi, sin embargo, no sabías ubicarme y has llegado a
preguntarme. Por confundir la realidad con el espejismo. Aquí te dejo, en la
esquina de tu casa, el taxi se lo he pedido prestado, ya sabes a quien, y además
no te voy a cobrar tarifa. Un abrazo y adelante, sigue haciendo disfrutar a
quien ni te imaginas.
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