Tengo una sensación más rara; parece que tenga a papá
detrás. Como si quisiera advertirme de algún peligro_ dijo la anciana, dirigiéndose
a su hijo, aspirando que alguien le ofreciera una explicación convincente_
Desde que murió tengo un estremecimiento muy raro. Es como si estuviera a mi
lado haciéndome compañía. No sé; es como si jamás estuviera sola.
Estoy convencida que sigue permaneciendo a mi vera. Me
advierte, me aconseja, me guía y además me acompaña. En el silencio me guarda y
no permite que me fie de nadie. Según él, hay mucha gente que quiere traicionarme.
_ ¿Siguen pagándome la pensión cada mes, estos amigos que
nos gobiernan?_ preguntó la abuela, dirigiéndose al hijo que la acompañaba en
la habitación 310 del Hospital San Juan de Dios_ ¡Claro madre que te abonan el
sueldo mes a mes! No te preocupes que no te quedarás sin comer_ dijo con un
talante comprensivo el hijo, alcanzando que su madre, poco a poco perdía
aquella salud y alegría que no hacía tanto tiempo presumía.
_ Escucha que te diga_ volvió a interrogar la anciana_ Sabes
que es lo que debes hacer conmigo, cuando me pire ¿verdad? No quiero que tengas
dudas, me incineras y me dejas al lado de tu padre. Igual se cree Don Paco, que
se va a librar de mi tan pronto.
_ No padezcas madre, que llegado el momento, se cumplirán todos tus deseos y nadie se opondrá
a que se practiquen a pies juntillas. Sin embargo ahora, deja de pensar en eso,
que por ello, no lo vas a adelantar ni a demorar.
_ Lo que tú quieras, pero, yo hace tiempo que veo rondar por
mi alrededor, figuras que no tengo el gusto de conocer y pienso que lo más
probable es que me estén preparando el petate, para acarrearme más deprisa de
lo que sospecho. Además de eso y siendo rarísimo; noto cerca de mí a tu padre. ¡Tras
de mí! como cuando se ponía tan impertinente,
al no cumplir su santa voluntad, ¡pues así!, como si me custodiara para no estrellarme.
Le veo claro, en flashes intermitentes, como si me quisiera advertir de algún
perjuicio_ volvió a referirlo con ahínco
y con una tristeza desvaída_ No sé, creo que voy perdiendo el seso, y sobre
todo la memoria, lo noto, pero estos detalles me vienen más frecuentes cada vez
y ahí sí que estoy segura que tu padre me ronda de verdad.
Sabes que jamás he creído en espíritus, pero estas
vivencias, no son fortuitas apariciones ni espantajos. Son realidad.
_ Madre, como puedes decirme eso tú que has sido siempre una
mujer nada afectiva y timorata y más bien, desapegada a gentes y a detalles,
que quien no te entraba o; no te daba el pego, la apartabas de ti, sin contemplaciones
y malos modos. No será la mala conciencia que te visita, y quieres disimularlo
con esas apariciones figuradas y mudas, como remedio casero_ le dispensó el
hijo, como disculpa.
Ella, la decana, sin percatarse de la última opinión sincera
vertida por el hijo, siguió como siempre, haciendo de su mundo; el inicio de
toda insuficiencia y continuó su premonición y su confesión en voz alta.
_ Si mi madre viviera, en este tiempo que hay tantas
revistas y tantos libros, disfrutaría. Le encantaba leer cualquier cosa, leía
tanto que era como una obsesión. Le gustaba devorar y leer todo aquello que
caía en sus manos. El hijo que la escuchaba y se la miraba apenado, le dio la
razón, recordando la veracidad de lo que acabó de testificar. Sabiendo que era
cierto la pasión que su abuela, tenía por las novelas, revistas y todo lo que sentara
escrito.
Hurtando nuevamente la iniciativa de la plática, aquella quejumbrosa
anciana, para seguir explicando_ No recuerdo si te lo he revelado alguna vez_
sentó la yaya pretendiendo relatarlo de nuevo, aunque se cumpliera lo antedicho_:
éramos unos críos mis hermanos y yo. _Hablo de un poco antes de estallar la
guerra_. Lo recuerdo como si estuviera pasando ahora mismo.
Su expresión facial se había transformado a arbitraria y
siguió argumentando, mientras miraba por la ventana, como si estuviese sola, como si hablara para sus
adentros.
_ Mi madre nos dijo que nos diésemos prisa, habíamos acabado
de comer aquella tarde y se acercaba la hora de ir al colegio. Ella estaba
reclinada sobre la mesa del salón leyendo una novela de Agatha Christie. Cuando
regresamos una vez finalizada la clase de la escuela, levantó la cabeza. (Parece
que la estoy viendo ahora mismo a mi madre ¡Qué guapa era!)
Nos regañó con mucha energía. Con su genio de siempre "Aún
no os habéis ido. Llegaréis tarde. Venga rápido marchando sin rechistar"
Nos pusimos a reír, mis hermanos y yo, con desvergüenza y frialdad
le dijimos: ¡Mamá que ya hemos vuelto de clase!
Miró el reloj del aparador y se echó las manos a la cabeza
por el retraso y debió pensar ¡madre mía! Se me fue la tarde entera sin dar un
palo al agua.
Pobre mía con lo que disfrutaba leyendo. Ahora sería muy
feliz, hay tantas revistas y tantísimos libros.
Sin detener su charla la paciente del hospital; y mirando por el amplio ventanal que situado
de frente, regalaba aquella claridad amplísima, desdecía un tanto de las
elucubraciones y recuerdos oscuros, que continuó objetando pensamientos.
_ ¿No le ves a papá? Qué bien está después de haber estado
tan enfermo. Parece que se ha recuperado de su padecimiento. Le veo más joven y
muy rehecho. No me habla apenas, anoche me dio la mano para que me durmiera
serena y esta madrugada me ha dado un beso de buenos días, tenía la nariz muy
fría, parecía estuviera muerto.
Un silencio áspero y gris invadió el lugar, dejando el eco
de las últimas palabras pronunciadas se diluyera, entre la sala habitación del
hospital Comarcal, dejando que se impusieran los pensamientos melancólicos y
los negativos presentimientos. El mayor de los hijos de aquella paciente,
quitando un poco de mordiente le sonsacó.
_ Madre como estás; como te encuentras ahora, te noto
distante y desanimada. Es una impresión que tengo, o quizás ocultas algo que no
llego a descubrir y por no soltarlo te mata por dentro ¿Me equivoco?
_ ¿No estoy en casa verdad? Porque tengo un pelillo muy largo
y feo debajo del mentón que me afea
mucho, si tuviera las pinzas de mi tocador me lo quitaría_ eso no es lo que te
he preguntado madre_ le conminó el hijo_ Ya lo sé; pero es lo que he tenido
ganas de contestar.
Del resto de la pregunta,
y créeme porque es cierto; ni me acuerdo. El olvido es la mejor medicina
pasando los ochenta, y creo que así es mejor. Tampoco intentes quitarme el
bello ahora, porque no es posible sin la herramienta necesaria. Ni te atrevas a
llamar a la bruja de la enfermera, que me trastea con un genio cojonudo. Ya
llegará a mi edad y entonces también se joderá.
Por cierto ahora que me acuerdo y viene a cuento, quería
preguntarte _ ¿Me van abonando mi pensión todos los primeros de cada mes? Ya
sabes, no podemos fiarnos de estos politicastros que nos deciden mal y tarde,
no son de fiar.
_ Madre, no te preocupes ni de la vellosidad de la sotabarba
ni del sueldo de la pensión. El vello lo cortaremos o extirparemos para que no
te afee y en lo referente a la pensión gracias al cielo te sigue llegando para
tus gastos.
_ No me preocupo de mucho; la verdad, pero que sepas que si
me llegara la hora, sería un buen momento para que ocurriese_. ¡Ande madre!, no
hace más que decir pijadas, parece que disfrutas con ponernos mal el cuerpo. Es
lo que se te ocurre proponer después de que hemos dejado todo lo que hacíamos
para venir a verte. Que no te falte nada, que no se encuentre sola, que siga arropada
por la familia. Eres muy egoísta, solo piensas en ti y a los demás que nos loen.
_ ¿Sabes de qué tengo ganas nene? _ volvió a anunciar la
anciana sin titubeos ni expresiones raras_, de que tienes ganas madre_ se
interesó el hijo un poco harto.
_ ¡De morir!
_ Que dices mujer ¡Tan mal estás!
_ No estoy mal, pero que hago aquí, además de dar problemas
_ No pienses en esas tontadas. Todos tenemos un cometido en
esta vida y si miras a tu alrededor, siempre hay gente que padece y lo pasa
peor, sin rechistar. No nos vamos hasta que nos llega la hora. Cuantísimas
personas sufren y ni siquiera se quejan, mantienen sus alegrías distrayendo a
la desgracia y haciendo que los que les rodean estén abrigados.
_Es verdad; hijo quizás tengas razón_ dijo la longeva,
quedando callada escuchándose sus propias palabras, y dejando que pasaran los
segundos mientras desviaba la vista en paseo por aquella sala del hospital,
hasta que aspiró aire nuevamente y dirigirse de nuevo a su acompañante que la
miraba con autentica pena.
_ Sabes de qué tengo ganas nene_ El hijo impidió el coloquio
de la madre, evitando volviera a proferir aquellas quejas afligidas y desviar
sus reflexiones perjudiciales al olvido definitivo.
_ ¡Madre, ya está bien, no crees!
La hospitalizada, se miró a su hijo y sin rictus en la cara,
sin importarle absolutamente nada, sin precisar en lo que hablaba le volvió a
comentar_: No me estará llamando tu padre, ¡quizás! impaciente por qué no llego.
El hombre, prudente hijo; para quitarle de aquellas imaginaciones le indagó
con mucha cordialidad _ Dime madre; que es lo que cambiarías si pudieras, de tu
vida, en el caso de que fuese posible dar una marcha atrás.
Aquella mujer le miró fijamente y no tardó en responder, a
su hijo con mordacidad.
_ ¡No lo sé; no me acuerdo!_ Internándose de nuevo en sus pensamientos,
en sus recuerdos no declarados, retornando a la realidad con una media sonrisa
y volviendo a comentar_: Creo que jamás te lo he comentado pero; si mi madre
viviera, en este tiempo que hay tantas revistas y tantos libros, disfrutaría.
Le encantaba leer cualquier cosa, leía tanto que era como una obsesión.
El hombre volvió a escuchar de nuevo el relato sin pestañear
mirándola amablemente y tapándole algo los brazos para que no tomara frío_ Ande
madre, descanse algo, la veo muy agotada y fuera de lugar. Debes echar de menos
tu casa, ¿no crees?
_ No lo estoy en absoluto, cerró los ojos y comenzó de nuevo
a balbucear sola_ Ten paciencia ya se lo he dicho, pero no me cree.
_¡Madre con quien hablas!
_ Con tu padre, con quien si no, es el único que me entiende
y comprende. Está impaciente. No le escuchas. Lo tienes ahí sentado en la silla,
¿No le ves y le oyes? Hijo pareces tonto, o estás perdiendo la vista.
_ ¡Bueno, ya vale mamá! dejemos el asunto, no sea que pierda
los nervios.
_ No hijo; no te enfades que te pones muy feo_. Se lo miró
fijamente con aquel descaro que desplazan los petulantes y le preguntó_ ¿cuántos
años tienes nene?
_ Muchos madre, bastantes vividos, no tantos como usted,
pero ya suman. Por cierto el lunes cumplirá usted 88
_ Menuda inocentada, no crees nene. El día de los Santos
Inocentes hacerse mayor de edad.
1 comentarios:
Este relato bien pudiera tratarse de un hecho real.Situaciones similares las he oído referir en familiares cercanos de personas ancianas en los umbrales de la muerte.
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