Durante todo el año 2015, cada jueves, a las diecisiete treinta horas, comenzaba la clase de poemas, dirigida por nuestra profesora y amiga Mercè; hasta que ha llegado el fin por vacaciones. Poesía de todas clases; libre, antigua, con su métrica, sus reglas sus correspondientes terminaciones en sonantes y asonantes y tantas y tantas variantes como posee esa métrica apasionante y esa práctica reglada.
Fabulosa como no hay otra; nuestra poesía. La
comparación de estar a gusto en nuestras reuniones semanales, recibiendo una instrucción
tan poderosa y a la vez tan entrañable, es como saborear un caramelo que cuando se agota por tanto derrite y tanto sabor ofrecido, volviera a comenzar por el principio. Lógico es, parar de vez en cuando, para
reposar todo lo acumulado. Esos versos sensacionales y esas enseñanzas valiosas
que recibimos en conjunto, percibiendo el valor de nuestros compañeros, esa poesía
fresca y caudalosa que una vez por semana, nos regalan para que ahora
precisamente en los días de pausa la podamos disfrutar, releyéndola nuevamente.
Decía y mencionaba anteriormente sobre el acto
de parar por imperativo y vacaciones, con
sus días festivos reglados, sus derivaciones en el calendario y las ausencias
de alguno de nosotros por motivos obvios. Alumnas que comparten la clase con un
servidor de ustedes, amigos, nos hacen esperar con impaciencia ese reanudar de
lo cotidiano sin que apenas lo percibamos.
La profesora, todo un talante, todo poder y
seriedad, con sus dotes de docencia equilibrada que hacen sobresalir a una
filosofía apropiada en la conducción de las personas, que de todo tipo y de
todo nivel asisten a su clase. Doña Mercedes. ""Mercè""
para nosotros, paciencia infinita.
Una licenciada que además conoce el verbo como
pocas y que a las poesías les imprime un tono quimérico, siendo tan normal, que
quedan cubiertas de una corona de calidez. Como diría ella_: con música, con imágenes,
sintiendo aquello que pronunciamos, como si fuese normal por ser tan normal.
Con su conocimiento académico argumenta una
historia con cada verso, una sistemática con los sonetos, una regla con las
odas y un arco iris con la dicción acompasada y ralentizada que transmite a la
vez que enseña a todo su alumnado.
¿Saben ustedes amigos, que es quedarse con la
boca abierta, extasiado? Pues a momentos, así te queda la cara, cuando
escuchas, oyes y comprendes lo que se está recitando, en el mismo lugar donde
uno se encuentra, con una sencillez que por sencilla es atronadora.
Jamás imaginé, en un comienzo que la buena
poesía tuviera su epístola con las imágenes, además del sonido, nunca hubiera
sospechado que igualmente es una variedad de música, esa armonía que añade su
ritmo, que suma a su cadencia un compás que es lo que hace que nos suene
divinamente en el oído y penetre hasta lo más profundo de nuestro entender.
Bella poesía, que siempre ha vivido por sí
sola, que se nutre de la gran cantidad de poetas que la bifurcan en todos los
lugares del mundo, en todas la latitudes, en todos los idiomas, en todo su
esplendor, para bien de los amantes del poema.
Fue un inciso en las clases por fechas
navideñas, que nos despedíamos con un abrazo imaginario, entre los componentes
de la clase, con nuestra profesora, a la cual y sin palabras, con la música y
el ritmo de un poema le dimos las gracias por tanto como nos aporta y por el
beneficio que nos regala. A todas las componentes del aula de poesías de la
"Gent Gran", un aparatoso abrazo poético.
Feliz Navidad 2015 y próspero Año 2016, les deseamos todos nosotros, con la esperanza poética de la felicidad completa.
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