Habían pronosticado que aquella semana sería
la más dura de frio y nieve de todo el mes de febrero. De lo que se llevaba de
inverno lo más inclemente estaba sucediendo, y se cumplían las previsiones
aunque fuese por casualidad.
Al salir del anatómico Forense, Eddy tuvo
necesidad de abrir el paraguas porque lo que caía era algo más que lloriqueo
celestial, acompañándose además, de un fresco
seco y penetrante, que le empañaba aquellos cristales graduados que llevaba,
sin poder distinguir con claridad lo que seguía después.
Se detuvo bajo un portal de unas oficinas muy
activas y muy populares, provistas de esas puertas tan modernas, que en cuanto te pones frente a ellas se abren
y se cierran, y no teniendo nada mejor donde cobijarse, aprovechó la invitación
de don nadie, para penetrar en la sala de recepción con calefacción paragüero y
sofá incluido y quedarse en un recodo
del diván, el más alejado del perímetro central, como si fuese cliente de la
entidad que preparaba documentos, o esperaba a algún personaje que debiera
atenderle.
Los concurrentes, cada cual a lo suyo,
llamando por teléfono, mirando notas, entrando y saliendo, el mejor escenario
para poder refugiarse y pensar en que debía hacer.
En el mostrador de atención al público unas
señoritas que atareadas no podían controlar quien tenía licencia para esperar,
y poder acomodarse en aquellos canapés que sofocaban el cansancio, la
desconcentración y la hilaridad, ponían caras simpáticas, sin preguntar
absolutamente nada a nadie que no se acercara a ellas.
Tras unos momentos de recogimiento y de análisis.
Eddy, sacó de su bolsillo el documento que la forense le había entregado con
los teléfonos de la casa central de la funeraria y llamó desde su Smartfone,
sin dilación ni contemplaciones.
Al cabo de unos segundos, la atendía una
empleada muy profesional, la cual tal recibir la debida y prolongada
explicación del afectado Eddy, paso a ofrecerle una espera ingrata y sin final,
acompañada de la banda musical de la película de Ennio Morricone: El bueno el
feo y el malo.
La entretenida música produjo en Eddy, una
sensación de indefensión total, que más que creer que estaba al hilo telefónico
de una mortuoria, intentando saber dónde estaba el cuerpo de una familiar, una tal
Magda, se iba a encontrar con la cruda realidad. ¡Habían perdido el cadáver!
_ ¡Óigame señor! ¡Sigue al aparato! _ dijo la
empleada, una vez de vuelta de la consulta.
_ ¡Sí! ¡Claro está! ¡Dígame!
_ Perdone, por la espera señor, pero hemos
aclarado algo más su duda_ dijo cortésmente la señorita, siguiendo con su
verborrea_, mire ¡Sí! La tenemos aquí, pero la he de poner al habla con uno de
nuestros técnicos, porque no sé, el procedimiento habitual en estos casos, ya
que no se dan con frecuencia y no quiero ofrecerle una información que no de aproxime
a la realidad. No se retire y le paso.
La música volvió a escucharse tras el audífono
del móvil, el que de vez en cuando, te decía repetidamente con voz metálica_ No
se retire, por favor, enseguida le atendemos.
Tras varios intentos de información en que las
líneas están ocupadas; no hay técnicos dispuestos, o la frase no se retire por
favor, volvió la voz de la señorita que le solicitaba su teléfono, para que
cuando uno de los técnicos estuviera libre le llamara directamente a él.
Dejando la duda despejada, por lo menos, que
se había encontrado el cadáver de la mujer.
La lluvia seguía cayendo, aunque Eddy casi lo
había olvidado, estando refugiado en las estancias de las oficinas de la delegación
de una empresa de seguros de la Gran Vía, donde nadie le había molestado ni
observado, mientras hablaba por teléfono y se guarecía del tiempo, en aquellas
acomodadas instalaciones. De pronto se levantó, tomo su paraguas que permanecía
en el lugar que le correspondía y al salir, se despidió con un gesto educado, de
cuantos estaban alrededor, sin que nadie pudiera observar el saludo de cortesía.
No cabía otro camino, que el desandado, de
nuevo para la Funeraria, mientras esperaba la llamada del técnico, que no
llegaba ni llegaría, dadas estas imprecisiones que él, sabia se iban a dar.
Entraba por las grandes puertas de la
Funeraria, tras haber hecho una pausa para poder descansar, pensar y comer
alguna cosa, que el cuerpo le permitiera y necesaria para continuar en la búsqueda
y solución de aquel entuerto.
Mientras estaba en el mostrador intentando dar
explicaciones de lo sucedido al personal de los servicios del Establecimiento mortuorio,
frente a un tipo, que volvía a negarle que estuviera el cuerpo de Magda en los depósitos
de la morgue, se le acercó una señora y le dijo al fornido explicador, interrumpiéndole
con cajas destempladas.
_ ¡Ramírez está aquí, ese cuerpo! _ La señora,
se presentó a Eddy, mientras le hacía un gesto a su compañero_ Yo he sido quien
le ha atendido por teléfono, señor, no se apure y espere. Volviéndose a dirigir
a Ramírez le conminó. ¡No sé cómo es! Ni me preguntes, pero el médico que
levantó el cadáver, le hizo directamente el parte de defunción, y ya; no la llevaron al Anatómico, la trajeron
directamente ayer tarde hacia aquí y está en el depósito de cadáveres.
Aquel hombre, con cara de revienta globos,
levantó el teléfono, mientras aquella señora se despedía de todos, y llamó a su
jefe, para informarle de lo que acaecía.
_ Hola soy Ramírez, es por el tema del cadáver
que vino ayer tarde… ¡Ah sabes de qué va! Pues me dice, que quiere reconocer el cuerpo…
Entonces lo mando abajo con el servicio de vigilancia y que lo vea. ¡De
acuerdo!
_ Mire usted, perdone por todos los
inconvenientes que le hemos hecho pasar, pero comprenda que a veces las cosas
no se entienden.
_ No sufra, quiero entenderlo_ dijo Eddy
_ Ahora le acompañará este señor, y podrá reconocer
usted el cadáver.
Salieron desde aquel punto, por unas escaleras
y un pasillo largo, lleno de camillas y de féretros abiertos, unos vacíos, mostrando
el acolchado del descanso final, otros ya contenían cuerpos inertes, en espera
del terreno de reposo.
Al llegar al gran acceso del largo
pasillo, aparecieron dos doctores forenses, que frenaron el ímpetu que llevaba
el vigilante que precedía a Eddy.
Cuando éste iba a dar explicaciones, la
doctora, dijo interrumpiendo_ ¡Si, ya sabemos, nos han informado!_, y dirigiéndose al afectado Eddy, le
preguntaron sin preámbulos _: ¿Usted será capaz de ver ese cuerpo? Piense que
lleva muerta muchos días y ya no tiene ojos ni boca.
_ No lo sé, intentaré hacerlo desde la
distancia_ dijo Eddy haciéndose el fuerte.
Se apartaron los dos forenses quedando a no
mucha distancia un ataúd con un cuerpo que mostraba un perfil
estropeado.
_ La conoce_, los doctores con el dedo índice marcaron
hacia donde estaba_, es aquel féretro, el de la izquierda.
_ ¡Sí! La conozco. Es ella. ¡Es Magda!
1 comentarios:
Difícil encontrate en esa situación. Nikitta.
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