El derroche de amargura aquella noche era
esperado, la excitación quedaba disimulada
entre los cortinajes del gran salón y las alegrías, aunque ficticias, no
afloraban. Nadie se miraba directamente a los ojos, la tragedia podía darse en
cualquier instante y la simpatía y generosidad, por su ausencia permanecían
casi ocultas.
Nadie abría la boca, para no ofender. Todos
tenían porqué callar. No se salvaba nadie. A los ojos de la gente, parecían ser
una familia estupenda, pero en realidad eran de lo peor que podía engendrar el
ser humano.
Él no había llegado a la casa a celebrar fin
de año, pasó de preludios y de declaraciones. La había cagado con la hija del
Gobernador. Le fue infiel delante de muchos conocidos y eso no podía quedar
así.
Todos habían presenciado las escenas
protagonizadas por Peter, aunque estuviera borracho o drogado, que en esas
siempre iba. No lo estaba mucho más que otras ocasiones.
Dadas las horas ya comenzaba a querer resurgir
el deseo de soportarse, entre todos aquellos invitados a la mesa de la última
noche de diciembre. Para aquella familia no había sido buen año.
Se habían dado algunos momentos de
desconcierto y de desventura que a alguno de los componentes no les podía pasar
inadvertidos. Nada que no fuera de otro mundo para ellos que lo tenían todo o,
simulaban tenerlo.
Aquella gente había dejado de ganar algunos
millardos de euros por una mala gestión del marido de la hija predilecta, que
creía ser el mejor de todos los nacidos.
Aficionado al alcohol, las drogas y a la infidelidad,
que sin duda sería uno de los detonantes que lo llevarían a la mayor de su
desgracia.
Le habían aceptado como un verdadero componente
del Clan, pero incauto y engreído, bandolero y despreciable por su condición de
persona tóxica y sumado a las compañías que el individuo tenia, daba un
resultado fatal para seguir apoyándole como persona de confianza siendo imposible
ya para ellos, soportarle y fiarse.
Se levantó Lorenzo de la butaca, la que
compartía con sus allegados de grupo. Aquel hombre ya efímero se marchó del salón
de televisión casi jadeante, renunciando a seguir viendo aquella película, que
parecía le relataba detalle por detalle, lo que le estaba pasando al propio
Lorenzo en la realidad, en su escenario actual.
Agobios tales los de la película que estaba
viendo, y tan parecidos a lo que sucedía en el seno de su propia familia, que
prefirió ausentarse y dejar de mirar aquella pantalla para quedarse en un acto
de contrición necesario. Mientras se retiraba para acomodarse en su aposento.
Para él
tampoco había sido un año feliz y se presentaba la Nochevieja como un trámite
poco agradable que tendría que pasar junto a sus compañeros, y aguantar las
calamidades de todos ellos, que por costumbre le proponían en esas fechas.
Ahora pensaba_, ya en sus conjeturas_ que voy
a hacer con este hijo que tengo tan sinvergüenza y descastado, que no hace más
que joderse la vida y complicárnosla a los demás.
Tan solo hacia unas fechas en una discoteca del
centro, se había metido en complicaciones con la bebida, y en menesteres de faldas
con un travestido. Metiéndole mano en su pantalón y queriendo sobrepasarse con
él, hacerse el gracioso, o el moderno,
hasta que de un ostión que le propinó el disimulado fue a parar con sus huesos al
suelo.
Contusiones, descalabro y denuncias al margen
el muy cabrón, encima cobarde y asqueroso, nos dice que no se acuerda de nada.
Cuando tenía cinco años, y lo adoptamos no
parecía que tuviera aquellos instintos tan atrofiados, si es bien verdad, que
llegó a casa desnutrido y mocoso, pero pronto se hizo con él, todo lo necesario
para que cambiasen las consecuencias de aquel maltrato al que estuvo sometido
por sus padres fisiológicos.
El viaje desde su país, la aclimatación al nuestro,
y de hecho y que Dios me castigue si no le hemos dado la mismas oportunidades
que a sus hermanos.
La primera putada que nos hizo fue robarnos
aquel dinero que teníamos reservado para la dote de matrimonio de su hermana
mayor. Dejando pruebas falsas para que acusaran al novio de la niña.
Haciéndolo de tal manera, que fue llevado por
los guardias a la magistrada de turno, montando una historia, que nos costó muchas
lágrimas y disgustos, tantos que su propia hermana, se quedara sin boda, sin
novio y nosotros jamás pudimos recuperar el dinero.
La segunda aún fue más fuerte, mientras
cocinaba su madre aquellas papas tan estupendas en aquel cocido que preparaba y
aprovechando un descuido, fue a tirar en la olla no sé; qué potingue, que nos
mantuvo primero en la sala de urgencias del Comarcal y después en uno de los
pabellones del hospital de la Cruz, durante dos semanas, por intento de
envenenamiento.
Dudo de lo que voy a hacer con este tipejo,
con este hijo que más parece un enemigo. Alguna solución tomaré y ha de ser hoy
día de la Nochevieja. ¡No puedo alargarlo más!
De pronto aquel portón metálico del Psiquiátrico
se abrió, entrando la celadora de turno. Con los brazos en jarras le preguntó
directamente a Lorenzo Briales.
_ Me han dicho que has estado viendo el
programa de la emisora de televisión y que has preferido venirte a tu celda,
bastante confuso y malhumorado. No tienes nada que alegar a esto que te digo_
esperó unos instantes la respuesta, aquella mujerona, sin recibir palabra.
_ Lorenzo, querrás cenar esta noche con tus
compañeros en el gran comedor, o prefieres que te espose en tu celda de pies y
manos.
0 comentarios:
Publicar un comentario