martes, 6 de enero de 2015

Noche de sedantes




El derroche de amargura aquella noche era esperado, la  excitación quedaba disimulada entre los cortinajes del gran salón y las alegrías, aunque ficticias, no afloraban. Nadie se miraba directamente a los ojos, la tragedia podía darse en cualquier instante y la simpatía y generosidad, por su ausencia permanecían casi ocultas.

Nadie abría la boca, para no ofender. Todos tenían porqué callar. No se salvaba nadie. A los ojos de la gente, parecían ser una familia estupenda, pero en realidad eran de lo peor que podía engendrar el ser humano.

Él no había llegado a la casa a celebrar fin de año, pasó de preludios y de declaraciones. La había cagado con la hija del Gobernador. Le fue infiel delante de muchos conocidos y eso no podía quedar así.
Todos habían presenciado las escenas protagonizadas por Peter, aunque estuviera borracho o drogado, que en esas siempre iba. No lo estaba mucho más que otras ocasiones.


Dadas las horas ya comenzaba a querer resurgir el deseo de soportarse, entre todos aquellos invitados a la mesa de la última noche de diciembre. Para aquella familia no había sido buen año.

Se habían dado algunos momentos de desconcierto y de desventura que a alguno de los componentes no les podía pasar inadvertidos. Nada que no fuera de otro mundo para ellos que lo tenían todo o, simulaban tenerlo.
 
Aquella gente había dejado de ganar algunos millardos de euros por una mala gestión del marido de la hija predilecta, que creía ser el mejor de todos los nacidos.
Aficionado al alcohol, las drogas y a la infidelidad, que sin duda sería uno de los detonantes que lo llevarían a la mayor de su desgracia.

Le habían aceptado como un verdadero componente del Clan, pero incauto y engreído, bandolero y despreciable por su condición de persona tóxica y sumado a las compañías que el individuo tenia, daba un resultado fatal para seguir apoyándole como persona de confianza siendo imposible ya para ellos, soportarle y fiarse.



Se levantó Lorenzo de la butaca, la que compartía con sus allegados de grupo. Aquel hombre ya efímero se marchó del salón de televisión casi jadeante, renunciando a seguir viendo aquella película, que parecía le relataba detalle por detalle, lo que le estaba pasando al propio Lorenzo en la realidad, en su escenario actual.

Agobios tales los de la película que estaba viendo, y tan parecidos a lo que sucedía en el seno de su propia familia, que prefirió ausentarse y dejar de mirar aquella pantalla para quedarse en un acto de contrición necesario. Mientras se retiraba para acomodarse en su aposento.

 Para él tampoco había sido un año feliz y se presentaba la Nochevieja como un trámite poco agradable que tendría que pasar junto a sus compañeros, y aguantar las calamidades de todos ellos, que por costumbre le proponían en esas fechas.


Ahora pensaba_, ya en sus conjeturas_ que voy a hacer con este hijo que tengo tan sinvergüenza y descastado, que no hace más que joderse la vida y complicárnosla a los demás.

Tan solo hacia unas fechas en una discoteca del centro, se había metido en complicaciones con la bebida, y en menesteres de faldas con un travestido. Metiéndole mano en su pantalón y queriendo sobrepasarse con él,  hacerse el gracioso, o el moderno, hasta que de un ostión que le propinó el disimulado fue a parar con sus huesos al suelo.
Contusiones, descalabro y denuncias al margen el muy cabrón, encima cobarde y asqueroso, nos dice que no se acuerda de nada.


Cuando tenía cinco años, y lo adoptamos no parecía que tuviera aquellos instintos tan atrofiados, si es bien verdad, que llegó a casa desnutrido y mocoso, pero pronto se hizo con él, todo lo necesario para que cambiasen las consecuencias de aquel maltrato al que estuvo sometido por sus padres fisiológicos.

El viaje desde su país, la aclimatación al nuestro, y de hecho y que Dios me castigue si no le hemos dado la mismas oportunidades que a sus hermanos.
La primera putada que nos hizo fue robarnos aquel dinero que teníamos reservado para la dote de matrimonio de su hermana mayor. Dejando pruebas falsas para que acusaran al novio de la niña.
Haciéndolo de tal manera, que fue llevado por los guardias a la magistrada de turno,  montando una historia, que nos costó muchas lágrimas y disgustos, tantos que su propia hermana, se quedara sin boda, sin novio y nosotros jamás pudimos recuperar el dinero.

La segunda aún fue más fuerte, mientras cocinaba su madre aquellas papas tan estupendas en aquel cocido que preparaba y aprovechando un descuido, fue a tirar en la olla no sé; qué potingue, que nos mantuvo primero en la sala de urgencias del Comarcal y después en uno de los pabellones del hospital de la Cruz, durante dos semanas, por intento de envenenamiento.

Dudo de lo que voy a hacer con este tipejo, con este hijo que más parece un enemigo. Alguna solución tomaré y ha de ser hoy día de la Nochevieja. ¡No puedo alargarlo más!





De pronto aquel portón metálico del Psiquiátrico se abrió, entrando la celadora de turno. Con los brazos en jarras le preguntó directamente a Lorenzo Briales.

_ Me han dicho que has estado viendo el programa de la emisora de televisión y que has preferido venirte a tu celda, bastante confuso y malhumorado. No tienes nada que alegar a esto que te digo_ esperó unos instantes la respuesta, aquella mujerona, sin recibir palabra.

_ Lorenzo, querrás cenar esta noche con tus compañeros en el gran comedor, o prefieres que te espose en tu celda de pies y manos.





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