miércoles, 18 de julio de 2012

Caminantes


San Cristóbal el patrón de los conductores, lleva el patronazgo de los caminantes es por ello que en la iconografía la imagen del Santo, se realza con gran importancia. Los himnos litúrgicos antiguos proclaman su auspicio sobre los peregrinos. Ello explica que en nuestros días los automovilistas hayan adoptado este excelso patrocinio en su conmemoración, cuya festividad, el día 10 de julio, cobra cada año mayor esplendor y cuya efigie adorna y protege innumerables automóviles.

De ningún modo había vivido tan de cerca una experiencia semejante, a pesar de estar al corriente de las costumbres de la zona. Nunca mejor que vivirla en directo sin zarandajas previas ni imaginaciones exportadas desde las opiniones ajenas, algunas partidistas, las cuales en ocasiones solo hacen que confundir y desorientar. No es que el reportero que firma esta crónica sea un beato descendiente de Relicto, que es el nombre que llevaba San Cristóforo, (Portador de Cristo sobre sus hombros), antes de su bautismo, pero si puede comprenderse cuando las tradiciones del pueblo tienen o no, rutina, consecuencia y esplendor. Las cuales hemos de respetar como si fuese mandato devocional o, mejor aún, usanza y practica del municipio.  


Al sonido de una jota, en romería hasta el lugar, llevando a la parroquia tras de la peana del Santo que procedente de la Iglesia Santa María la Mayor, todo feligrés interesado perseguía en procesión hasta el lugar pertinente y más adecuado. 

Uno de los carriles de la carretera, queda controlado por las fuerzas del orden y en la acera, se colocan los procesionarios, alojando la figura del Bendito en la sombra, mientras que el cura con el hisopo mojado en agua loada iba  mojando a todo motor, (humano y mecánico),  que se detenía frente a la peana. Mientras los hermanos mayores de la institución te ofrecían un detalle: ramilletes de espliego y unas bolsitas con trocitos de “pan bendito” a medida que van pasando los automóviles, carromatos, bicicletas, y viandantes, permutándose por un auxilio o donativo para la congregación.

Llevo un ramillete de espliego en mi vehículo, por ello desde estos manojos de lavándula angustifolia, que serán los que piloten mi caminar durante el próximo periplo del año, os hago llegar toda la ilusión que puedan depararme en mi deambular. Deseando para vosotros el placer de la salud y del sentir de esa felicidad que no se llega a percibir mientras la poseemos.
El pan bendito, me lo he comido, ya que a estas horas el querer compartirlo hubiese sido tarea ímproba, por haber quedado muy duro y la bendición  se hubiese florido.

Tradiciones de un pueblo precioso, cargado de historia, abolengo y de hidalguía, que bañado por un río de aguas claras, ayuda a lavarnos el alma.








0 comentarios:

Publicar un comentario