Madrugada perfecta
agotada la noche ¡En vela!
Pierdo mis reservas
los sueños se aceleran.
Tenso en la cama,
pienso en esto y aquello.
No preciso, es asedio.
¡Sigo despierto!
Cuantas cosas de golpe,
todas fueran reales,
en el intento se quedan
para diluirse más tarde.
Cambio de imagen,
ahora te veo,
más clara que a nadie
quiero tocarte, imposible ¡ya es tarde!
Las horas se escapan
en esta litera, a ti te quisiera.
Acariciarte pudiera,
no sería sueño, realidad fuera.
La almohada soporta
todo el condimento,
recuerdos ausentes,
se los llevó el tiempo.
Mañana tan pronto,
se haga de día, propongo
cambiar esta vida mía.
Estoy convencido, lo remediaría.
Mi angustia se inquieta,
en la noche insomne,
remordimientos serenos,
soy víctima y se esconde.
No concilio el sueño,
quiero serenarme,
plazos perdedores,
realidades que se esparcen.
Otra pesadilla,
no ha sido diferente,
creo recordarlo,
téngalo presente.
Toca el sentimiento,
eterno secreto,
ignoto misterio,
siembra los recuerdos.
Arde la conciencia,
es la pesadumbre.
Al cerrar los ojos,
fuerza de costumbre.
Detalle pendiente,
promesa latente,
presente inminente,
espejismo exigente.
Las deudas se arrastran,
las promesas se agotan,
las alucinaciones afloran.
La razón es señora.
Puedo ser hipócrita,
si me ofenden la memoria,
acostumbro a ser un déspota,
cuando repaso mi historia
Madrugada fallecida,
noche derrochada,
amanecer que emplaza.
Entre sabanas blancas.
Sudor de mortaja,
en la saya rallada,
frescor que no llega
con el lucero del alba.
Suena el relevo,
así lo percibo. ¡Lo espero!
Sigo muriendo,
hasta el próximo intento.
Sufro si cuento,
mi desenfreno,
¡ayuda memoria!
A olvidar en el lecho.
Ahora lo intento,
sin perder el tiempo,
creo que puedo
empeñar mi crédito.
Suena la campana,
sobra el lamento.
La noche se agota,
vuelven los esfuerzos.
He tenido un sueño,
para mí lo quiero,
no ha sido muy bueno.
Prefiero perderlo.
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