martes, 10 de enero de 2012

Los Calcetines rotos

Rodolfo estaba sentado en su butaca frente a la tele para sufrir en un partido, de aquellos que suelen emitir a última hora de la jornada deportiva, cuando la quiniela está a punto de caramelo. Solo faltaba un resultado y que además de todo eso, este caballero tenía muchas posibilidades de hacer pleno al catorce. De los trece resultados ya existentes los tenía todos atinados.  
La quiniela era de esas raras, con muchos variantes en sus desenlaces y a falta de ese guarismo, daba un pleno bastante fantasioso y enigmático en cuanto al montante dinerario. En la predicción correspondiente al partido que faltaba por disputarse, la tenía justificada con dos acotaciones. Ese boleto de apuestas lo jugaba con varios pronósticos múltiples y esa casilla era uno de los que acertando, estaba la posibilidad de conquistar el henchido premio. Le bastaba con que ganase cualquiera de los equipos.

Podían darse dos opciones para que le fuera premiada al completo, haciendo diana en las catorce predicciones  y además había muchas causas de que así fuese. Ambas coincidían por lógica y por naturaleza en que esos dos símbolos marcados fuesen los que Rodolfo  tenía señalados.
Un partido entre el Atlético y el D.Español. En la casilla claramente insertados dos diagnósticos, a los dos se les daba como ganadores del partido. De las tres consecuencias que se podían dar, Rodolfo había marcado la casilla seis del boleto con 1 y 2, o sea que ganase el que fuere, tenía premio.
Eran uno y otro, equipos en el ranking de aquel año, tercero y cuarto, con un juego desplegado bonito, claro y muy deportivo, se habían reforzado muy a tono en pos de mejorar sus conjuntos, muchos de los jugadores que militaban tanto en uno como en otro bloque eran pretendidos por la mayoría de los equipos punteros de Europa. Se preveía un apasionante match y Rodolfo con posibilidades de encontrarse de cara con aquella suerte,  que tan esquiva le había sido en los treinta años que llevaba apostando en esa modalidad y en tantísimas otras.
Elucubración fantástica, similar a los mejores cuentos de hadas y no digamos los beneficios que podría aportar a la familia, aquel capricho del destino. Se veía fuera de toda penuria y adeudo, iba a ser un autentico magnate, un acaudalado vecino. Miraba aquella combinación de resultados de aquel domingo y había muchos pronósticos increíbles que él tenía acertados pero que no eran ni de buen trozo predecibles por la mayoría los grandes visionarios de las apuestas deportivo-benéficas.
La imaginación le forzaba a creer, que en tan solo noventa minutos podría cambiarle su estatus social, su vida, su suerte, su trabajo, aquellos deseos inalcanzables podría asumirlos sin más, porque el gracioso y puñetero balón,  entrara en una de aquellas dos barracas. Daba igual la que fuese, pero condición sine qua non que se alojase pasada la meta dentro de cualquier portería.
En el primer equipo estaba "Ratón" Ayala, Rubén Cano, entre otros. Rubén un delantero que en aquel instante era uno de los  aspirantes a pichichis de la liga, el que daría con un pase suyo la participación de España en el Mundial,  además el año anterior hizo una campaña extraordinaria  y en cada partido por difícil que fuera, marcaba como mínimo dos golazos de los que hacen historia.
En el otro equipo el delantero Rafael Marañón, excepcional jugador y el cancerbero el gran k’meny, el menos goleado en los tres últimos años, premiado como guardameta de primerísima categoría, reconocidas sus aptitudes en todos los ámbitos del mundo futbolero, un portero que le llovían las oportunidades, incluso de equipos de los cinco continentes.
Ya estaba todo preparado, sentado en su butaca, con su cerveza, con sus  palomitas de maíz, alrededor no quería tener a nadie de su familia por lo que se aisló y se acomodó ya, con el pijama largo de invierno, con sus calcetines de lana y sus zapatillas de paño rojo. Estaba inquieto, solo quedaban diez minutos para que diera comienzo aquel estupendo encuentro, desde el televisor se notaban a las aficiones vociferar, se podían ver a los forofos, como abroncaban a todo aquel que se interpusiera entre su equipo y sus ilusiones.
Debido al nerviosismo y viéndose ya en su nueva tesitura, aunque el partido no hubiese finalizado, le iba pasando  por su cabeza la relación de personas a las que mandaría directos a la  mierda, de forma irremediable y sin paliativos:
Ángel, su vecino, que le da el bocinazo cuando tiene puesta la música de flamenco a tope y son más de las diez de la noche, haciéndole bajar el volumen del receptor. ¡Ese señor sabrá lo que es ruido! _, pensaba Rodolfo con guasa_. Se cree el refinamiento interpretado y verán todos los vecinos, lo que vale un peine, los pondré en su sitio ¡Rápido!
Martínez, compañero del “curro”, que no deja de exigir calidad y rapidez, _ Cada día me toca las bolas y refriega mi falta de atención, la poca visión del trabajo y las pocas ganas de hacer las cosas en condiciones, _ argumentaba Rodolfo, con irritación y proseguía en sus cábalas. _ Oportunidades en la empresa, el pelota de turno que va y le dice al jefe, todo lo que descubre en el patio de operaciones, el que después quiere parecer el mejor aliado y el sobresaliente camarada.
Ambrosio que dice ser buen amigo, a cada momento nos está pasando la cuantía de su nómina por los morros, como queriendo demostrar que él es mejor y que no he tenido chance en la oficina, por falta de interés. _ Argüía Rodolfo con rencor. _ El listillo del pueblo, el que al llegar aquí procedente de su aldea, comió más mendrugos de pan duro que nadie y por un golpe de suerte entró en la gran empresa de automóviles y a base de horas extras y  de su servilismo natural,  se apalancó. Detalles que él mismo sabrá y no confiesa, subió sin ascensor para radicarse en la planta de dirección_. Seguía manteniendo aquel pensamiento interno, mientras tragaba cerveza y repasaba a sus colaterales más allegados_. A mi primo Jaime, que todos los días de visita nos tienta las pelotas y presume de dirigir mejor su casa y de criar en mejores condiciones a sus hijos, que los lleva a mejor escuela, que tienen mejor televisor  y que normalmente regala clases de moral, cuando igual se debería mirar en sus principios y ser más normal e íntegro, con los allegados._ Debatía para sus adentros con antipatía._ Cuando le hemos pedido, algún dinero de ayuda por problemas nos ha dicho que trabajara más y que perdiera menos el tiempo en el bar de casa Lucio, y eso que Lucio, es su cuñado.
Álvaro el  jefe de división, que nos tiene en el punto de mira y le encanta explotarnos a cada rato, con la excusa de que le exigen más producción, controla las idas y venidas al lavabo. Al final no nos dejará ir a mear._ Discurría Rodolfo, con poco atino y algo cargado de la mucha cerveza._  Siempre con la canción ¡Cuidado! menos despiste y mas implicación en las tareas de la oficina, es un explotador de empleados. El que nos amenaza con una falta grave, por las infracciones a la puntualidad y al absentismo.
A Germán, el casero, que por no pagar a tiempo alguna vez el alquiler, nos amenaza con la puta calle. ¡Menudo tipejo asqueroso! Suelo retrasarlo justificadamente  ¡Eh!    …Me he visto morado alguna vez para salir a la puerta de la calle, sin ser visto ni perseguido, no comprende ni entiende. El día primero de cada mes, has de tener pagada la renta del piso. Sin alcanzar que a veces, pues; por falta de previsión o por gastar más aquí que allá, se olvida uno del  arriendo_. Seguía mostrando sus cualidades innatas sin prevaricación
Mercedes, la hermana de la mujer, que siempre me ha tachado de hombre de mal fario, de poco trabajador, incluso hasta de borracho temporal y de jugador empedernido y transitorio. A ella, le daría con un fajo de billetes en los morros.
A la suegra, que siempre me comparaba con artistas maravillosos, echándome en cara, que no le llegaba a su hija ni a la altura de sus rodillas, que nunca había tenido ganas de ser alguien, ni tan siquiera de sacar a la familia como debiera, adelante sin las ayudas de la parroquia. Igual pretendía la muy bruja que la alimentara yo. ¡Anda y que la zurzan!
Al monitor del gimnasio, Primitivo, siempre aconsejando y fastidiando que dejemos de tomar cerveza para que pierda la panza desaforada, y al ir al lavabo pueda ver el chorrito de pis caer dentro de la taza del inodoro, sin manchar el suelo como los puercos. Si que le voy a dar como a los cerdos pero va a ser con un billete de doscientos dólares.
El cerebro se le había escapado, dispersado en lo que le gustaría y ya llevaban quince minutos de la primera parte y las oportunidades de uno y otro equipo han sido muy claras, tanto que los nervios le han llevado a consumir la tercera birra de la caja. Solo en el salón, acompañado de los botellines, imaginando lo que ya se veía como claro y perfectamente viable.
Cavilaba a solas y con la Estrella de cebada en la mano, viendo a los jugadores en los avances por el campo, y entretanto, como mañana en la oficina, afrontaría el día, con qué alegría accedería al despacho del señor Torres _. Evadido en sus pensares…”” un capullo enchufado, chulo y grotesco, amigo del antiguo jefe de personal, que le había aupado con malas trazas y llegado a esas alturas por pelota y por desvergonzado, haciendo la vida imposible y despidiendo a compañeros según le venía en ganas. Un desgraciado con nombre y apellidos, que se las da de mil hombres y no sabe la “o” con un canuto””.
_ ¡Qué me dirá mañana!  Cuando lo mande a tomar pastillas_, pensaba con una sonrisa grandilocuente y sucia.
_ Señor Torres vengo a decirle ¡Bobo! y que se meta los objetivos del año en el culo y,  si no puede utilice una de esas tácticas de la campana de Gauss, que le ayudaran bastante en la trayectoria por donde desembocan las cañerías del desagüe de Tiburcio.
_ No me olvidaré de ir a ver al señor Rendueles, el director de la Caja de Ahorros del barrio, un tipejo desnutrido y usurero, que solo beneficia a aquellos que tienen capital. Denigrando sin palabras, pero si con detalles a todos aquellos pobres obreros que como yo, van de tanto en vez a solicitar un préstamo de esos exprés, para poder afrontar el recibo del gas_. Imponía Rodolfo, mientras veía a Marañón regatear en el área, a punto de meter un gol, mientras seguía_. Tendría el capricho de ponerle los dientes largos y de indicarle que no chuparía ni una de esas comisiones que le propiciaría la buena suerte de mi quiniela, que incluso sería capaz hasta de ir a otra oficina de la misma entidad pero de otro barrio, y decir cuatro jeribeques graciosos en pro del poco amparo que ha tenido con su vecindad.
No me retrasaría en ir al cura de la parroquia, don Tarsicio y decirle que pidiese lo que necesitase, que lo tenía concedido, que todos aquellos favorcillos que de vez en cuando nos había hecho, se los iba a retornar con creces y que además en el cepillo de la iglesia dejaba una cuota fija de unos cuantos miles de euros mensuales, para reparto de viandas para los más necesitados.
Entretanto el equipo del Español, ha marcado un gol de categoría. ¡Que golazo!, ¡Que ilusión! _ pensaba muy contento y alterado subiéndose los calcetines hasta el muslo y dejándolos que volviesen a la posición de inicio.
Rodolfo no es simpatizante de ese equipo, pero que bien le venía, que Marañón, delantero del blanquiazul metiera ese zarpazo, le había dado la alegría de sus tardes de futbol y tabaco, la repetición de la jugada le hacía cada vez más, creerse que le llegaban a su puerta llamándole para entregarle en persona ese dinero, que tanto había soñado cuando marcaba encima de ese trocito de papel llamado quiniela, esos guarismos tan cortos e inexpresivos como son el uno, el dos o, la (x) equis, tan sosa que nunca deja a nadie conforme… ¡Ni para ti ni para mí!  Empatados.
Siguió recordando que a su Marga, le compraría ese utilitario que necesita para ir a sus quehaceres, y a su trabajo de limpiadora domiciliaria, sin tener que sacar la hiel por la boca, mientras él se encargaba de las finanzas de la familia.
Faltaban cinco minutos para el resultado final,  estaba a punto de dar la vuelta y ser realidad, perdía su equipo, pero qué más daba, así de esa manera, él veía la ilusión de toda la vida hecha realidad.
Los calcetines se estiraban tanto que estaban ya, hechos  trizas a sus pies, ¡Que tormento!  Que descalzo, que ilusión, cinco minutos nada más. _ ¡No me lo puedo creer!
_ ¡Soy rico! y nadie lo sabe aún. A ver si de una puñetera vez acaba el partido y doy el brinco hasta el techo y salgo a decirles a estos desgraciados que ¡Estoy forrado! Como voy a disfrutar, si es que parece hasta mentira podrida_. Decía con lágrimas de alegría en sus ojos y entre trago de cerveza y flatulencias, eructos  y vapores emitidos por los gases de su conducto anal.

Finalizó el match con un resultado adverso, dos minutos antes del final del encuentro, Atlético empató. Marcó su gol, un gol muy tonto, tanto que nadie se lo explica. Como pudo suceder aquello faltando tan poco tiempo para el final. El gran guardameta se tragó un gol fantasma y la portería del Deportivo Español, quedó perforada, haciendo que el sueño que tuvo fuera eso precisamente;  un sueño maravilloso, corto  e irrealizable.
Los pedazos de calcetines negros, destrozados estaban inertes a sus pies, las gomas de enganche en el muslo deshilachadas y feas, se los había destrozado en sus elucubraciones, sus ilusiones y pretensiones no podían calificarse de nada positivo, los botellines de Estrella vacíos como siempre, como sus ilusiones, haciendo compañía a las negras medias que en su inicio eran indesmallables y ahora eran detritos destrozados de hilo desbaratado.  En el escrutinio final, todos aquellos resultados que parecían tan anormales, fueron corrientes para la gran mayoría de los apostantes, ya que aún y acertando trece resultados, no salía de pobre, debía guardar su lista de personas destacadas, para mejor ocasión.
Se acostó, muy bebido, colocó el despertador y pensó ¡Que mala leche! Ya los enviaré a la mierda en otra ocasión. A la mañana siguiente madrugó como siempre, la ducha, el café, el viaje a la oficina, volver a poner buena cara, saludar a todos sus personajes favoritos y ver aquellas imágenes que se sucedían en el sueño, aquel que jamás se repetiría.  

0 comentarios:

Publicar un comentario