miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Sabes la canción?


Comencé a tararear la canción de “Los 10 perritos” aquella tan antigua, que incluso resuena la niñez, cuando la escuchábamos en voz de nuestros ancianos. Canción tan sencilla de aprender, tan graciosa y además tan tocante al mejor amigo de las criaturas, “el perro”, que en la  infancia  tanto  nos atraía jugar con ellos._ ¿Por qué repentinamente tarareo esta melodía? _ No podría precisar, quizás el recuerdo, algún olor, detalles que no puedo precisar, me han llevado a la evocación; ¡No lo sé ciertamente!  Hablaba solo mientras caminaba por aquel repechón de la calle Grande.
_ ¿Estaría pensando en mis padres? o, quizás en mis abuelos, que aún habían tenido más paciencia y más filosofía para los niños, aquellos que me instruían y enseñaban, además de contarme tantos cuentos e historias fantásticas y maravillosas, en las que me encantaba complicarme. ¡Qué recuerdos! Sobresalientes detalles pequeños, jamás podría olvidarlos, por ello siempre pienso y debe ser así, según mi criterio. Cuando olfateo algún aroma similar, se enciende en mi cabeza algún episodio del recuerdo.


Entonces no sabía ni siquiera el nombre del autor de la melodía y letra, “Yo tenía 10 perritos” Ha sido interpretada en todas las generaciones y ni se sabe en qué fecha puede estar datada, por ello se la considera_. (Canción infantil tomada de la leyenda popular)_. Que ahora la cantan multitud de conocidos artistas, en la que cada uno le pone su punto de pimienta y de gracia, ya que los diez perrillos, a cada uno se los cantaron como supieron, en la forma y con la memoria y gracia de cada cantor. Todos llegaban a significar lo mismo, aunque con diferencias en el estribillo. La música, pegadiza, permanente, inolvidable.

Esta que les presento ahora, es una de las muchas versiones que se han hecho de la misma, para ser sincero es la que yo canto y tarareo, la que me quedó en la memoria cuando la aprendí; a los cinco años. La que les canté a mis hijos cuando ellos tenían aquel primer hervor y la que ellos, en algún tiempo traspasaran a los suyos no, sin recordar los buenos momentos que pasamos al cantarla juntos.



Yo guardaba 10 perritos,
uno no come ni bebe,
no me quedan más que nueve.


De los nueve que contaba.
Otro fue tras un bizcocho,
no me quedan más que ocho.


De los ocho que saltaban,
otro se trago un filete,
ya solo me quedan siete.


De los siete que ladraban,
aquel se puso un jersey,
ya solo me quedan seis.


De los seis que paseaba,
uno se enroló en un circo,
solo puedo contar cinco.


De los cinco detallados,
uno se escapo al teatro,
ya solo me restan cuatro.


De los cuatro que existían,
uno lo atropelló el tren,
ya solo quedaban tres.


Solamente tres criaba,
otro se lo llevó Dios,
solo me quedaban dos.


A los dos que alimentaba,
un regalo para Bruno,
solo me quedaba uno.


Solitario el que restaba,
lo espantó la portera,
por gorrino,
por marrano,
por mearse en la escalera.






Han pasado muchos años; tantos que igual confundiría fechas si quisiera precisar. Nada es igual, sin embargo la vida sigue con otras costumbres, con un abanico muy amplio para poder elegir, no como antaño.  _ ¿Es mejor ahora? ¡Es diferente!

Lo que si afirmo, es que las canciones que me cantaron dejaron la semilla para que la música me siguiera a lo largo del trayecto de mi vida. Los episodios y leyendas que me contaron, además de hacerme disfrutar tanto siendo tan chiquillo, trazaron una línea invisible y poderosa, la cual jamás he podido abandonar.






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