Dice una máxima que se está haciendo popular: Teruel existe.
Los que conocemos la zona, ¡más que eso! Los que adoramos esa parte de la geografía española, aragonesa para precisar más, podemos asegurar que además de relucir por motivos propios, que se enmarcan dentro de nuestra historia; es una zona paradisíaca para todo tipo de actividades.
¡ Valderrobres ! Maravilla natural. A tenor de que se ha dicho todo lo esencial sobre esta villa, faltaba mi opinión y aquí la plasmo bañada del rigor que preña todo este sentimiento.
La población es amable, sencilla, muy en lo actual, respetuosos y sóbrios; paseando por su casco antigüo inspiras ese aire fresco y sosegado que nos transporta a épocas pretéritas, cuando vas a los mesones o restaurantes disfrutas de la cocina y de sus tradicionales reposteria y pastelería, en una palabra comes como si te invitara Dios.
Gozar del río Matarraña de aguas cristalinas, que invita a los esfuerzos más románticos, esos que no suelen airearse por vergüenzas ocultas. El Castillo Medieval, la Iglesia de Santa María la Mayor, el "Pont de Pedra" que separa el casco originario del moderno, sus fábulas e intrigas, sus paisajes de olivos y almendros. En su conjunto es un lugar privilegiado, un paradigma natural dónde te descubres sobrecogido por un bienestar difícil de explicar en cuatro trazos.
Aquí les dejo la semilla de "la codicia en visitar la zona". Lo agradeceran, atrévanse y disfrútenlo.
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