domingo, 2 de abril de 2023

Un Domingo de Ramos, de antaño.

 







 






Recuerdo el Domingo de Ramos

de hace ya, una pila de lustros.

Con mis deseos y tus tramos,

y con desilusión, los sustos.

 

Casi todo estaba prohibido,

la música. ¡Solo saetas!

A la vista lo permitido,

el bacalao y las torrijas,

y las carnes y chichas, prietas.

Ni comerlas, y sin caricias.

 

Era la semana más triste,

en la que todo era ilícito,

arbitrario. ¡Que ya no existe!

Ahora entre poco y explicito.

Si gusta bien, ¡Mejor sin chiste!







 





Las playas, la fiesta y demás.

La luna, el sol sin festival,

delirios que luego vendrán,

en periodo más normal.

Que siempre se recordaran.

 

Decían los que más sabían

que era el festejo y la llegada

de Jesús a Jerusalén.

Recibido con el júbilo,

De la multitud de Israel.

 

Con palmas y palmones blancos.

Vivas al Mesías y agrado,

al recibirlo en la ciudad

con Laurel y olivo que encarnan

la llegada del más sagrado,

y el acato claro a Jesús.

















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