Un
tradicional cuento preguntaba.
¿Por qué
tienes orejas tan inmensas?
Y la voz
respondía, sin dispensas.
¡Para
oírte mejor! ¡Nos alertaba!
El mito popular
nos informaba.
¿Por qué
teniendo dientes, no lo intentas?
Quedando inmunizado
y con defensas.
Le reprochó
la voz que sustentaba.
Comparando
ese cuento inofensivo,
con tanto
sinvergüenza angelical,
que busca
vacunarse compulsivo.
Reflejan ser los lobos, que al final.
Usando dentición
y distintivo,
se cuelan en la fila antiviral.
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Lo bueno es que después no pasa nada,
con dimitir si lo hacen, han cumplido.
Aunque mantengan, sueldo establecido.
Con sus prebendas por acumulada
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