miércoles, 4 de noviembre de 2020

Con el destino de incerteza

 

Alertado Boris Charlton, cuando le dijeron estás frito

Benefactor historiador que se murió el martes pasado, justo a las trece horas. Cumpliéndose a «raja de tabla» la prescripción. Hecha por los Neumólogos del Hospital Santo Reposo, pronosticado, de forma vehemente, ya que los tratamientos del Corona Virus, no le estaban haciendo efecto, y dada la repercusión que tiene y la forma de expandirse esta enfermedad, en pocos días. Se fue indefectible.

Los doctores acertaron en la fecha de su finiquito y a él le dio tiempo de despedirse de sus allegados, y cerrar sus escritos pendientes, que envió a un colega, para que dispusiera de todo aquel material. 

Alegato de años de trabajo y dedicación, para que su acólito decidiera, tomando la medida que creyera oportuna.

Caso de no interesar podía destruirlos sin más, por ello tenia carta blanca para que libre decidiera.

Publicarlos y firmarlos como si fueran de su cosecha, donarlos a la institución Española de escritores nacionales, la bien conocida como: ADIPREYFANE.  Es la asociación perfecta, la que controla a los «Autores, Diversos, Presumidos y Fanfarrones, Engreídos» 

En la cual hay grandes firmas reconocidas y merecidas, de todo el ámbito nacional e internacional.

Así que Boris emprendió viaje hacia el purgatorio.

Al cielo no podía ir, al no haber cumplido con lo que indica la Santa Madre Iglesia, desde hacía tantos años. Por lo que llevaba billete de la estación de Alcanza de Paracielo, un pueblecito provincia del Universo, que por lo visto está situado entre el Infierno Botero y la meseta del suave Purgatorio. Lugar que todo el mundo nombra, sin saber donde queda.

¡Muy arriba! Justo donde finaliza la medida del bloqueo atmosférico, pasados bien los mil quinientos hectopascales de presión. 

Jamás hubiese pensado Boris, lo fácil que se hacía semejante viaje, y el recibimiento que tuvo por parte de los ingresados en la localidad de los  «Alparacenses».

Encontrándose con figuras que jamás hubiese imaginado, ni siquiera en aquellos cuentos para no dormir que tenía como costumbre escribir. 

San Pedro de Alcanza, un pseudo «santito», que no llegó jamás a destacar, por la sombra que le hacía el propio Pedro el Pescador. Muy por encima de todo aquello, ya que el Pescador, estaba en el mismísimo cielo.

Fue el bueno de Pedrito de Alcanza, el que le dio la bienvenida a la muy Celeste Ciudadela, donde estaban abarrotados de gente conocida, que incluso había destacado en la propia historia desde el comienzo de los tiempos.

Estaba Aníbal el Cartaginense, Napoleón el Francés, Viriato el español. La astuta, Santa Teresa de Jesús, Agustina de Aragón, Rosalía de Castro, Antonio Machado, Benito Pérez Galdós, Mercé Rodoreda, Carmen Martín Gaite, en fin muchísimos conocidos, afamados que dejaron huella clara en sus vidas. 

Todos ellos con descendientes disgregados, en la piel de toro española, y preocupados por el Covid19. El jodido Corona, que estaba queriendo ser más protagonista que Donald Junior Trumpet, aquel que fue presidente de la Internacional Eurobusines Mirror.

En la Celeste Ciudadela, no padecían de enfermedad alguna, nadie era mas que nadie, ni ricos ni pobres.

Níveos Blancos, Negros Azabaches, Amarillos, asiáticos, morenos, hindúes todos vivían entendiéndose, sin enfadarse ni mucho menos.

Con el que hizo amistad en cuanto llegó, fue con Don Ramón y Cajal, ¿Le recordáis? De su paso por la medicina española, pues él ya tiene un antídoto para poder curar sin tantas ruinas ese Corona, y de forma «Sendelvíapp» que es el whasApp de la ya mencionada localidad de Alcanza de Paracielo. Se lo hará llegar a un estudioso español.

Don Ramón como no tiene nada suyo, se la está pasando secretamente, para que la implante en la tierra, el virólogo gallego más famoso, de la actualidad. Ahora no recuerdo su nombre, pero si conozco que está empadronado en Vigo, y no tardaremos más de un par de años en tener solucionado el tema de la vacuna efectiva, que nos ataje el Corona, y las espinas.

Te imaginas que todas estas imprecisiones, fueran de verdad. ¡Ciertas!


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