En
cuanto den luz al confín divino,
dejaré
mi reten domiciliado.
Aprenderé
de nuevo lo olvidado
y
volveré a pasear con el vecino.
Distancias
guardaré, como felino
tendría
que ser magia, y educado,
como
siempre las ocho. Ya he brindado
por
los merecedores del destino.
Te
volveré a tocar, libre como antes,
mascarilla
en el morro y cariñoso.
Si
lo obligan, por ley. Besos distantes.
Siendo
yo mismo, tu amante animoso
el
que antes de afluir los avasallantes
disfrutaba,
de tu poema orgulloso
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