Comprender
hace más floja la mente.
El
entender, la abona perezosa.
Dispara
el raciocinio y es viciosa,
dejando
de englobar lo suficiente.
Hemos
de discurrir desde la frente.
Equiparando
el jugo de la glosa,
desdiciendo
así, como si tal cosa
para
entrenar la esencia de repente.
He
de rectificar, con la frecuencia
imaginada
por las situaciones
y
suelo hacerlo con la tolerancia,
de
mi poca intuición en soluciones,
dudando
de la esencia y arrogancia,
que
desprende mi cuerpo en ocasiones.
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