La Procesión del Santo Entierro, puede describirse sin letras. Tan sólo por la fotos de todos los visitantes y habituales que plasmaron con sus teléfono, vídeos y cámaras las improntas de cada instante.
Las que denotan el fervor y las ganas de resolver esa tradición de la forma más efectiva y efectista. Dando así una muestra de todo lo que se prepara en la Villa.
Un trabajo de ensayos, de comprobaciones, de desasosiego por los detalles que ocupa durante todo un año y que se sirve en tan solo en un instante.
Las Penitentes que acompañan a la Virgen Dolorosa, son las que mejor desfilan de cuantos participan en el Acto Procesionario.
Tanto los toques de tambor con su tonalidad aguda, como los pasos ordenados de su desfile, son los que se asemejan más a los caminos ajustados del recorrido.
Con otra particularidad, que no la aplican los hombres penitentes de otros pasos. Mantienen la concentración y ajustan sus perfiles en cada momento, a lo concerniente. Fijn sus miradas al centro y de entre los orificios oculares de sus capuchas, aparecen miradas tiernas, duras, enérgicas, dolientes, perfectas a lo que realmente están celebrando.
Los hombres tienden mas a despistarse con cualquiera de los acontecimientos que ocurren, en aquel momento en la calle o esquinan donde estén—pierden el paso más de lo requerido—y hay momentos que no están en concentración y se les escapan los detalles, que los acompañantes o seguidores detectamos.
Gran escenografía muestra el penitente del madero a cuestas. Caminando descalzo, con grilletes en los tobillos, soportando un gran peso y llevando el esfuerzo a través de las calles de la localidad. Ya no se trata de lo que pesa la magnifica Cruz, si no de la presión que ha de soportar el sujeto que la sufre. Desconocido para el gran público, no muestra la cara ni se menciona en ningún sitio de quien se trata, ni la persona que se carga con semejante penitencia.
Las callejas del casco antiguo, ofrecen a los penitentes el poder hacer malabarismos para llevar los pasos hasta la Iglesia, donde el grueso de los feligreses, despiden todas las sacro santas tallas, que recorren la auténtica localidad. Bajo una autenticidad clara. Tradición de tantos años y de las cuales nos sentimos todos tan orgullosos por hacerlas nuestras.
Entre la calle del Codo y la Calle del Carmen se establece un recodo entre las propias casas, que es necesario tener una pericia especial para acceder con las tallas a la iglesia
Las Penitentes que acompañan a la Virgen Dolorosa, son las que mejor desfilan de cuantos participan en el Acto Procesionario.
Tanto los toques de tambor con su tonalidad aguda, como los pasos ordenados de su desfile, son los que se asemejan más a los caminos ajustados del recorrido.
Con otra particularidad, que no la aplican los hombres penitentes de otros pasos. Mantienen la concentración y ajustan sus perfiles en cada momento, a lo concerniente. Fijn sus miradas al centro y de entre los orificios oculares de sus capuchas, aparecen miradas tiernas, duras, enérgicas, dolientes, perfectas a lo que realmente están celebrando.
Los hombres tienden mas a despistarse con cualquiera de los acontecimientos que ocurren, en aquel momento en la calle o esquinan donde estén—pierden el paso más de lo requerido—y hay momentos que no están en concentración y se les escapan los detalles, que los acompañantes o seguidores detectamos.
Gran escenografía muestra el penitente del madero a cuestas. Caminando descalzo, con grilletes en los tobillos, soportando un gran peso y llevando el esfuerzo a través de las calles de la localidad. Ya no se trata de lo que pesa la magnifica Cruz, si no de la presión que ha de soportar el sujeto que la sufre. Desconocido para el gran público, no muestra la cara ni se menciona en ningún sitio de quien se trata, ni la persona que se carga con semejante penitencia.
Las callejas del casco antiguo, ofrecen a los penitentes el poder hacer malabarismos para llevar los pasos hasta la Iglesia, donde el grueso de los feligreses, despiden todas las sacro santas tallas, que recorren la auténtica localidad. Bajo una autenticidad clara. Tradición de tantos años y de las cuales nos sentimos todos tan orgullosos por hacerlas nuestras.
Entre la calle del Codo y la Calle del Carmen se establece un recodo entre las propias casas, que es necesario tener una pericia especial para acceder con las tallas a la iglesia
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