.... y porqué no. ¡Una cana al aire! y una excursión esperada a Solsona, y su entorno. ¡Sí!, madrugar, o sea levantar el "body" mucho antes de la cama en un festivo, sí; lo has de hacer. No en demasiada medida, pero ¡Sí! a las siete treinta el autocar indefectiblemente arranca con los pasajeros ya sentados, colocados en sus respectivos asientos y con el cinturón de seguridad sujeto debajo de la barriga.
Ya en la carretera, al ser domingo y tan temprano no se nota el tránsito, imagino que a la vuelta, será "otro cantar"
Así que aquí y ahora, me amarro los machos y me pongo a relatar todo aquello, que me chocó, que me alertó por lo alegre, lo inaudito y lo simpático. Lo más triste y lo que se me haya escapado, quedará callado para siempre. Las alegrías, las fotos más simpáticas, los momentos mas destacables y las imágenes quedaran para el futuro.
En el camino y llegado al kilómetro 114, no encontrábamos el restaurante, y como "mandan los cánones", nos vinieron a recoger al asfalto de la propia carretera, y así nuestro gran autocar, siguió al utilitario del restaurante hasta llegar al punto exacto.
El menú del desayuno fue tan así que os lo explico: Bandejas de embutidos caseros con el clásico pan con tomate, tostadas de pan de labradores y las butifarras. El vino tinto, entraba solo sin esfuerzos, habían colocado los "porrones" para degustarlo chorrito a chorro, entrando por las gargantas de los mas sedientos, pero ¡que va! La gente ya bebe poco de esa forma. Les tiembla el pulso y el hilo de vino les mancha as camisas. Cuando salimos del santuario de la buena comida,
que no era otro lugar que el restaurante la Font de Goters, que según mis anotaciones pertenece ya bien a la provincia de Lleida. Fuimos a recorrer la ciudad de Solsona, una villa que en su momento fue levantada sobre los restos de un poblado ibérico. Sus calles medievales, sus gentes, sus tenderetes de la feria, que por cierto, se celebraba esa misma jornada, con sus alimentos, embutidos, globos para chavales, juguetes para las niñas, escaparates de sellos de correo, postales, chapas de cava, cigarros puros, en fin el que pudiera llevar algún atisbo de hambre. Allí lo podía subsanar porque en el ambiente, se olía un tufillo más bueno que todas las cosas chatas.
No había hablado del tiempo, el sol tímidamente salió y se pudo ver desde la altura, sin embargo las lluvias no aparecieron y dejaron que todos los allí convocados pudieran disfrutar del paseo dominical y de todas las bondades de ésta primavera tan alocada que estamos soportando. Al cabo volvimos al restaurante a comer y nos encontramos con este festín: Ensaladas del tiempo, como pre-entrante. Bandejas de embutidos caseros, todas ellas de la matanza del cerdo ibérico, que para chuparse las ternillas estaban y que nadie disimuló al llenarse la cavidad bucal a dos carrillos para morder primero, mascar después y tragar con ese vino, que más que eso parecía la sangre roja de los dioses del Pirineo.
El arroz a la cazuela de labriego, más conocido por aquí por "arros a la cassola", seguido por las bandejas de las guarniciones de ternera al horno, que blandas como pellizquitos de ángeles franqueaban los gaznates hambrientos de los desalmados lobos de carretera, ataviados con gorras de excursionistas jubilados. Finalizando con unos platos de la buena cocina Pies de cerdo, que era pura gelatina y encanto al paladar para deleite de cuantos quisieron degustar ese gustoso manjar propio de las bodas de "Canaan".
El postre llegó en forma de fresa roja y su correspondiente nata que dejó fuera del combate a los estómagos más adúlteros e inconformistas de la expedición. El cava_ Champán _ para bajar esos momentazos y poder brindar en buena compaña con los amigos, amigotes y aminoácidos.
El baile, dio paso a los meneadores de caderas, a los usurpadores de los ritmos cadenciales, a los que quieren demostrar que en sus clase de salsa prospera y lo único que se
ve son pisotones de banderas y a los que amarraditos se quedan al lado de las columnas bailando a su manera ese bolero, que les pone los bellos de punta y las puntas del vellocino escarpadas como puñales. Paso dobles para cansar a los mas guerreros y claro a las más avasalladoras, que "cuidadin" con las señoras como se menean después de haber tragado todo el menú que les he relatado. ¡Pues sí! Se bambolean y ríen alocadas por ese subir en ascenso a la terraza del vino, mas el cava y además esas gotas de anisete que se mezcla con sus ganas de marcha hacen que salgan vídeos como el que les adjunto.
1 comentarios:
De vez en cuando me gusta solazarme entre la belleza de lo bien hecho y la palabra escrita y paso por tu Blog, es un placer leerte amigo Emilio, siempre salgo de tu Blog con el alma enriquecida.
Un saludo.
Granada Sandoval.
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