Como cada año,
llegado el Domingo de Ramos, se celebra en Valderrobres la Exaltación local de Cornetas,
Tambores, y Bombos. Un silencioso trabajo de preparación que se realiza durante
todo el invierno, para tornarse atronador y espectacular por los retumbos encumbrados,
además de singular y precioso. Practicando toques nuevos, redobles y envíos que
después servirán llegado el momento, para sorprender de forma tangible y auténtica
a todos los que se reúnen a lo largo de las callejuelas y pasajes, calles del recorrido
procesionario de la villa.
Todos los seguidores
reunidos allí; prácticamente la población al completo, excepto algunos que por
motivos privativos no pudieron presenciar el acto. En esta ocasión_, el pasado
domingo_, no hacía frío, pero..., si lo hubiese, el pueblo no desiste, se
abriga y va a la plaza. Es un detalle nimio que no importa y no es pretexto.
El poco o el mucho
frío, no se registra ni se percibe, ni siquiera se piensa en tales condiciones comparado
con el evento, por ello todos a la plaza para dar apoyo a toda aquella juventud
que con sus túnicas, su bombo, o tambor, se prepara para que todo salga a pedir
de boca, que con ese enorme esfuerzo, interés y gracia, dedica tiempo de sus
vidas para que esas fiestas tan señaladas en nuestro calendario territorial
sean vistosas.
Desde hace años se
ha manifestado y afincado como fija en la zona, dando atractivo a los lugareños
y a muchos de los turistas y visitantes, que desde hace unos años toman este
destino como vacacional de primavera y ya comienzan a difundirlo a sus
familiares y amigos, como lugar precioso y destacado por estar además situado
muy cerca de la ruta del tambor y el bombo.
En la plaza de la
Mancomunidad, a las 18,30 y aún con el rigor del cambio de horario en el
cuerpo, sin haberlo prácticamente asimilado, por estrenarlo la pasada madrugada.
Adelantando el minutero del reloj europeo
en una hora.
Nos arremolinábamos
en la ubicación dispuesta por el Ayuntamiento para el acto y en un escenario predispuesto
para que subieran todos los nazarenos que participan en la Semana Santa.
Todos ellos para demostrar
a los allí presentes, como suenan los bombos, como redoblan los tambores y el
sonido penetrante de las cornetas, se entrelacen entre nuestro subconsciente
para que no se pueda olvidar jamás. Esa eufonía y ese eco reconocido, que queden
calcados en nuestros corazones.
Dirigidos y
presentados por el distinguido Enrique D. Segurana Celma, un dinamizador local
de la fiesta y de otros muchos eventos culturales, el que llevó esa Exaltación
de forma expresiva y con su gracia personal.
Todo fue a pedir de
boca, donde actuaron por orden de aparición: los infantiles, los alevines y un largo etc.,
fueron pasando toda la juventud, que se va formando para llegado el momento,
sean ellos, los que sean protagonistas directos y sustitutos a los que ahora
nos complacen.
Las emociones al
escuchar los sonidos de cornetas y tambores, nos dejaron dentro de nuestra soledad
buscada y con los pensamientos en la Semana Santa.
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