martes, 10 de marzo de 2015

Le llaman arte




El arte de la decepción, el desilusionarse; no requiere excesiva instrucción
Tenemos tantos motivos que nos decepcionan y otros que están a punto, que
cuando ocurren no suponen una calamidad.

Esa decepción diaria que admito junto a la desilusión, es un desbarajuste, un desprecio por norma al tiempo empleado, que perdemos en ese llamado Arte. Quien no tiene un desencanto cada día.
El arte de la decepción no requiere de academias, no necesita instrucción.


A partir de ahora; imagina o piensa en desilusionarte por mayores motivos, más deprisa, con las personas que confías, con las metas que no se logran por ser tú mismo, intachable si así lo crees. Con tu edición literaria que no agrada, que no se vende.
Nada de esto nos supondrá una calamidad.


Me decepcioné con la forma que nos desterraron después de cuarenta años en la misma empresa. La última desilusión fue por no ser elegido entre los mejores ponentes, y no te cuento cuando pasó el leader por mi lado y ni siquiera me saludó.
El arte de la decepción, no requiere excesiva instrucción.


Me despeché con mis tres compañeros, por su falta de decoro. Toda la vida ensenándoles y ayudando a que lo consiguieran y al final, lo de siempre, la traición. ¡Y lo más gordo! Ya no lo cuento por ser increíble. 
Todo aquello, de verdad. Lo echo de menos, sin embargo no llegó a ser una calamidad.


Y lo que faltaba, el decepcionarme contigo_ esa gracia y ese respeto que te tenía _  No debiera haber pasado jamás. ¡Aún no puedo creerlo!
Es muy evidente que el arte de la decepción no necesita demasiada instrucción.
Es posible que todo esto se parezca a una calamidad. Por eso lo escribo para que conste. 




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