El arte de la decepción, el desilusionarse; no
requiere excesiva instrucción
Tenemos tantos motivos que nos decepcionan y otros que están a punto, que
cuando ocurren no suponen una calamidad.
Esa decepción diaria que admito junto a la desilusión, es un desbarajuste, un desprecio por norma al tiempo empleado, que perdemos en ese llamado Arte. Quien no tiene un desencanto cada día.
Tenemos tantos motivos que nos decepcionan y otros que están a punto, que
cuando ocurren no suponen una calamidad.
Esa decepción diaria que admito junto a la desilusión, es un desbarajuste, un desprecio por norma al tiempo empleado, que perdemos en ese llamado Arte. Quien no tiene un desencanto cada día.
El arte de la decepción no requiere de
academias, no necesita instrucción.
A partir de ahora; imagina o piensa en desilusionarte por mayores motivos, más deprisa, con las personas que confías, con las metas que no se logran por ser tú mismo, intachable si así lo crees. Con tu edición literaria que no agrada, que no se vende.
A partir de ahora; imagina o piensa en desilusionarte por mayores motivos, más deprisa, con las personas que confías, con las metas que no se logran por ser tú mismo, intachable si así lo crees. Con tu edición literaria que no agrada, que no se vende.
Nada de esto nos supondrá una calamidad.
Me decepcioné con la forma que nos desterraron
después de cuarenta años en la misma empresa. La última desilusión fue por no
ser elegido entre los mejores ponentes, y no te cuento cuando pasó el leader
por mi lado y ni siquiera me saludó.
El arte de la decepción, no requiere excesiva instrucción.
Me despeché con mis tres compañeros, por su
falta de decoro. Toda la vida ensenándoles y ayudando a que lo consiguieran y
al final, lo de siempre, la traición. ¡Y lo más gordo! Ya no lo cuento por ser
increíble.
Todo aquello, de verdad. Lo echo de menos, sin
embargo no llegó a ser una calamidad.
Y lo que faltaba, el decepcionarme contigo_
esa gracia y ese respeto que te tenía _
No debiera haber pasado jamás. ¡Aún no puedo creerlo!
Es muy evidente que el arte de la decepción no
necesita demasiada instrucción.
Es posible que todo esto se parezca a una
calamidad. Por eso lo escribo para que conste.
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