Chocaron en el salón
la Mentira y la Verdad
y un soberbio desencanto
les concedió seriedad.
Un poco más retiradas
estaban dos, poco amigas,
estirpe de las primeras
y entre ambas enemigas
La Exactitud dijo ¡hola!
las otras quedaron mudas,
la Falsedad comentó
que seguridad, no dudas.
De ahí te llaman Exacta
dijo la Falsedad riendo,
procura que no te enrede,
no debas salir corriendo.
La Verdad, que indiscutible
estaba risueña oyendo,
se miraba a la Mentira
dudando de aquel invento.
La Exactitud con cariño
a su prima preguntó
querida Veracidad,
¿La falsa debo ser yo?
Porque me pongo a pensar
en lo que es la falsedad
y a veces dudo a morir
de mi propia seriedad.
La Verdad abrió la boca
para imponer su palabra,
y le dijo a Exactitud
mientras Mentira escuchaba.
Exacta, somos hermanas
nunca fuimos adversarias,
no te fíes de familias,
mentirosas y falsarias
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