jueves, 13 de marzo de 2014

Derrochando

Estaban reunidos los cuatro. ¡Sí!  El cuarteto de cada mañana, los que encuentro en mi cruce con las letras en ese lugarcito que nadie sabe y que no estoy dispuesto a descubrir.
Pedro, es un tipo gracioso, pasa de los setenta. Setenta y tres para ser más preciso. Cada vez que le miro a los ojos, veo en su interior lo mucho que ha tenido que trabajar para fumarse con ese placer el Marlboro con filtro, apoyado en la baranda de la Asociación, y cuando evoca me habla de su hijo, que ya lo tiene colocado, bien casado, con una niña muy buena, muy limpia  muy cariñosa. _ ¡Cómo ama la niña Asun a su Pepe!_ dice sin que nadie le pregunte el amigo Pedro.

Con un respeto y un cariño que le tiene a su nuera impresionante._ Porque Asunción es como si fuera mi propia hija, estando casada con su Pepe_, repite hasta la saciedad que es_: para mí la hija y punto.

Manolo, lleva su corbatín azulón de punta, y su camisa de franela muy bien planchada, que su Toñi, se esmera con él, para que luzca como un querubín. Se mira a las cuarentonas de forma febril y cuando se imagina que no le ven y se cruza con una mujer de esa edad. Bufa como un buey y relincha como un potrillo de ochenta y cuatro tacos.
Un gentleman con manicura y más cuidado que la colección de cuadros de la señora Tita. ¡Sí! La Thyssen, esa rubilla que dice Manolo, que si la pillara y fuese gratis le daría dos gemidos ¡así!, como visto y no visto. ¡Así lo dice él! ¡Manolo, dos con leche y uno solo!

Antonio es más oculto, y no es que sea escondido, es más vergonzoso y recatado, aún cree con setenta y cinco años, que está en el primer hervor. Cuando sea mayor quiere ser bailarín. Se casó dos veces y se quedo viudo las dos, ahora está con la señora Conchita una moza de sesenta y ocho años, con unas ganas de vivir locas, que le lava le plancha y le mece, porque comenta el pobre que ya no tiene alas, que no es tan resistente_ dice lastimoso que le quedan dos telediarios_. Aunque repite que Concha, puede con todo, que aún lo monta en el quicio de la lavadora automática en el momento del centrifugado y suele ponerle los pelos de punta con tanto traqueteo. Que toma una pastillita azul por las noches y le calma los nervios.

Curro no es que sea feo, el pobre es costoso de mirar, aunque ¡eso sí! muy simpático y juguetón, se le ha fijado en su cabeza un deseo ir a casa de su hija para enseñarle a vivir, porque él ve, que su nena, es muy de malgastar recursos, porque no afina en el gasto. Dice que todo va manga por hombro en casa de su Dolores.
Quico, se viste como un jovencito, con pantalones vaqueros y camisola de lino, pantalones de tergal y zapatos de cordones, muy brillantes y pulidos. No da nada por perdido y recicla todo aquello que puede, no desecha sueño a pesar de saber que no lo utilizará jamás. Su táctica es decir que nunca se sabe si en algún momento le hará falta. Aunque también afirma que tanto guarda las cosas, que cuando las necesita ha de ir a comprarlas porque no sabe nunca donde las ha guardado.

Está separado desde hace quince años. Cuando se jubiló a los 55 años, se apartó de su mujer de toda la vida, porque no le dejaba en paz y quería llevarlo al límite del aguante. Su pobre esposa tenía una enfermedad traumática. El famoso TOC, Trastorno Obsesivo Convulsivo y lo metía todo en la lavadora, hasta a él mismo hubiera empujado si no la detiene a tiempo. No le dejaba descansar y creía ver imaginaciones donde no existían.
Un día se cansó de tantos años de matrimonio y desavenencias y la mandó con mucho respeto al campo de agramante amarillo, que es en esta zona donde quedan depositados los fósiles. Se lo dejó todo, con tal de no tener que resistir aquel castigo continuo. Sus hijos comprendieron a Curro, y le dejan que gaste sus días entre la asociación de amigos y el baile de los domingos en su ateneo. A su esposa la va a ver al psiquiátrico de la ciudad una vez al mes y le lleva su tableta de chocolate, la que ella antes de comerse, lava y enjuaga con una servilleta de papel blanquecino y reciclado que se trae de los rollos de papel higiénico de los lavabos del centro.

Los cuatro amigos, esta mañana estaban enlazados en una discusión baldía sobre quien ahorraba más; quien había enseñado mejor a sus hijos sobre administrar en gastos y economía y quien era el que más partido le sacaba a las ventajas de las facturas de teléfonos, de gasto eléctrico y de consumo de gas, lo que llega a derrochar el micro ondas, todo el día conectado a la red, como el televisor que la luz roja, ese pilotillo encarnado que nunca deja de lucir, excepto cuando cambia a verde consume y hace desfilar el contador de la luz sin cesar.

_ En mi casa, cuando no veo la tele la desconecto toda y le corto la corriente_ dijo Manolo, mirando hacia la barra del bar y gesticulando para que le trajeran, otro vasito de agua del grifo.
_ ¿No paras la tele por el mando a distancia? _ le comentó Perico. Aunque no se desconecte toda, el gasto que hace el piloto infrarrojo es mínimo, ¡eso ni cuenta en el contador!, ni gasta siquiera, y no te has de mover de la butaca cuando apagas la tele. Yo la dejo y en paz-
_ No digas eso Pedro_ matizó Quico mirando como estaba la batería de su teléfono móvil porque aunque sea poco, ¡gasta! a mi me lo ha dicho el dependiente del Súper watio, y ese tío es un profesional de los buenos, lo verificó a ciencia cierta dado que se marchó un año de vacaciones, se dejó todo conectado y por comprobarlo había anotado los registros de los contadores de su casa y al volver, tenía un gasto de un diez por ciento del que normalmente consumía estando la casa abierta.
_ Gastar lo que ahora le llaman consumo equilibrado pocas cosas se libran_ apuntó Antonio con la prudencia que le caracterizaba_, lo hacen las empresas abastecedoras para que los aparatos duren lo mínimo, que su periodo de caducidad sea el más corto posible, que los equipos cuando se averíen no tengan posibilidad de reparación y así has de comprar mecanismo, electrodoméstico, o mandangas nueva para eso precisamente, mover lo que llaman ahora con ese énfasis: la economía. 
No entiendo de verdad, porque tenemos tantas cosas imprescindibles ahora. Recuerdo mi niñez que no existía nada de lo que usamos con frecuencia, y nadie se moría. Parece que si no disponemos de todos los adelantos, no podemos vivir.  Esa tecnología sin darnos cuenta nos hace cada vez más esclavos de ella. A parte de tener unos gastos fijos ineludibles que nos atan a la rueda del consumo.

_ Vuelvo a decirte que lo que comenta Manolo es una pequeñez_ glosó de nuevo Pedro_, es un gasto insignificante dejar el piloto de la tele en marcha, aunque es verdad que hay cosas son de mucho lujo y las admitimos. En casa de mi hijo, las cosas van de una forma que ni te enteras y además ni te has de preocupar por nada. Él dice, que son aplicaciones las que le resuelven el trabajo y ni siquiera se ha de preocupar por pensar en ellas_. Con resignación Perico siguió relatando los progresos tecnológicos de la casa de su Pepe y su Asunción_. Trabajan mi nuera y mi hijo y a mi nieto lo tienen todo el día encerrado en una escuela, estudiando de todo, hasta que ellos pueden ir a recogerlo. Cuando finalizan la clases normales, le endiñan inglés, después una horita de gimnasio, los miércoles y viernes. Los lunes y martes le dan clases de piano y solfeo e informática, la guitarra la toca el sábado, que le va una profesora a casa a despertarlo antes de las nueve de la mañana. La gracia es que se pasan toda la jornada fuera de casa, y por esas aplicaciones conectan la calefacción desde la oficina, o desde el mercado una hora antes de que lleguen a su casa, ven si les llaman por teléfono, y pueden contestar  y responder las llamadas aunque estén fuera y no digamos cuando enchufan esas cámaras que se instalaron en todo el piso y desde donde se encuentren ven si les entra alguien, si el cartero llamó a la puerta, si el repartidor del periódico lo dejó correctamente en el buzón eléctrico, el que a su vez envía un impulso al teléfono de mi nuera, si la limpiadora que les va los lunes, miércoles y viernes, se lava el útero en el bidet particular del lavabo lindante a la habitación de Asunción. Nadie le ha enseñado a ser así, y yo y mi mujer no lo comprendemos.

_Te entiendo dijo Curro, tomando la palabra y asumiendo sus recuerdos_. Mi hija Laura, me prohibió que le parara ese ordenador que tiene en su casa conectado día  noche y me dice que se baja películas, que se descarga música y yo no le pregunto pero sigo averiguando de donde se baja y a donde lo coloca una vez descargado. Palabras suyas_: No se te ocurra apagar más eso, que me lo descontrolas todo. Tu déjalo siempre encendido y no me toques nada. ¡Me has captado la idea! Papa, no lo toques jamás porque después pierdo la memoria. ¿La memoria? Lo que ha perdido es el juicio. Vivimos mejor a nuestra manera que en la forma que ellos viven.

Yo llegaba a su casa para recoger a mi nieto Raúl y le veía además que lo dejaba todo manga por hombro, pues que tenia conectado una pantalla que en cuanto te acercabas se ponía en marcha y si la dejas se apaga, pero solo la pantalla, porque según me dijo Rosa, no se puede apagar jamás, porque dice que pierde el sistema. ¿Qué coño es el sistema?  O yo he perdido el tren o es que ya no entiendo nada. Mi nieto, se pasa los días enganchado el teléfono, y a una cosa que le llaman play y que sus padres no le dicen nada, y encima le preguntan por la versión de la esteison de la “play esteison” o algo así. No me digas porque no puedo entenderlo, con menos puedo contarlo. Tú verás que me dice mi Raulito que su padre le hace rasgarse el estómago como si tocara la guitarra frente a una pantalla y ¡coño!  Suena música de guitarra, el propio instrumento, suena sin saber mi nieto ni papa de solfeo ni ha asido jamás una bandurria. No sé si vale la pena tanto estudio para ser tan infeliz como yo le veo. Así cuando está conmigo, que yo solo lo malcrío, se lo pasa muy mal, porque me encuentra que soy un pasado de moda un carca como he escuchado le dice a sus amigos por el teléfono.

_ A mí lo que me gusta, es el programa “Pasa Palabra”_ Comentó Antonio_ El concursante de ahora ya lleva más de un millón de euros, lleva más de noventa programas seguidos. Es un cerebro el tío. Ojalá nuestros hijos hubieran sabido estudiar como este pájaro. En casa ya hemos dado por perdido esta batalla, si mi padre levantara la cabeza, encima sería capaz de echarme a mí la culpa de todo. Según he oído a mi vecino, tiene un teléfono móvil que cuando ronca le menea la cama y hace que deje de roncar. ¿Será verdad eso? Nadie contestó. No quedaba tiempo. Todos pensaron al unísono, eso será muy caro.

_ ¡Bueno amigos! _ dijo Pedro levantándose y despidiéndose de los amigos y diciendo aquello tan usado de _ ¡Hasta la vista! _  Me voy a recoger a mi nieto al colegio, y a llevarlo a casa para comer.

Antonio también hizo lo propio y meciéndose el poco cabello que le quedaba, se marchó sin despedirse. Era su costumbre y todos le conocían. Manolo y Curro, se quedaron sentados sin decir palabra mirando al mostrador y entre ellos jugándose a adivinar quién sería el que pagaría el poco gasto que habían tenido en el bar. 



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