miércoles, 16 de octubre de 2013

Fin de semana en Copacabana




El viaje al Copacabana comienza depositando las maletas en el autocar que nos ha de transportar a Lloret de Mar. Preciosa población costera del Mediterráneo catalán. El trayecto ha sido distraído a pesar de todo el tráfico encontrado por ser fin de semana y además coincidir con la Festividad del Pilar. La fiesta de la Hispanidad, festivo en casi toda España y una fecha cumbre en nuestra cultura. La recepción en el hotel es de bienvenida y saludo, sin grandes alharacas, sobria y sencilla, como corresponde a viajeros que aprecian los buenos momentos y los detalles de gusto.  

El Copacabana de Rio de Janeiro, da nombre y se asemeja al de Lloret, por la cercanía de sus playas y sus estancias maravillosas de paz, tranquilidad y sol, detalles que también se repiten en el de nuestra Costa Brava, el que nos pilla más cercano y cómodo del que vamos a hablar para que nuestros amigos, los que aún no han estado lo conozcan.

Cerca de la Ciudad Condal, a unos pocos kilómetros se emplaza Lloret, con toda la diversidad de plazas para turistas. Elegimos un hotel tranquilo y seductor, donde se destila de un ambiente original, que a su vez simula en algunos rincones del mismo ese aire seductor del bienestar y de la placidez. La ciudad de Lloret, extraordinaria como ustedes conocen de sobras y a los que no se han dejado caer por estos lugares, valga la invitación para que no demoren su vista. Nos acogió de forma calurosa y nos brindó un tiempo excepcional que pudimos gozar durante todo el tiempo que estuvimos. Alegría, música, vistosidad, playas, diferencias étnicas, trato emocionante y mucha marcha. 

Los pasajeros fuimos acomodados en nuestras respectivas habitaciones y poco a poco fueron desfilando a las instalaciones de comedor, donde la cena esperaba. Prisa teníamos porque el baile estaba dispuesto y estos sí;  que no esperan a nadie, le dan a la flauta y al bombo y si no estás tú te lo pierdes. Por ello, rapidito, fuimos llenando nuestras apetencias y al poco ya estábamos frente a la pista de meneo, para mover las caderas con el ritmo tropical que usaba el discman de la discoteca, que ponía música variada para todos los gustos.  

Los bailongos se adentraban al centro de la pista, con sus meneítos sensuales y sus ideas puestas en aquellas féminas que despistadamente paseaban por las inmediaciones del círculo central de la cancha. No fuera que algún despistado con ansias de danzar quedara sin pareja para marcarse el bolero de Gardel, que sonaba en aquel instante. 

Al poco, ya estaban casi extenuados de tanta bachata y de tanto mambo número cinco de Pérez Prado, pero los pies aguantaban, el calor aun era soportable y los cuerpos se retorcían con los movimientos sexys de las melodías. Al llegar los Fox-trops lentos y pasodobles, algunos fueron en busca de la acogedora butaca y los demás salieron al embaldosado a marcar aquellos pasos medidos que comprime el baile de New York, Buenos Aires o los pasodobles de la ancha castilla. 

Las doce de la noche, como si se tratara del cuento de la princesita del zapatito de cristal, nos echaron a todos a que de buena forma fuésemos en busca de los colchones y del descanso, que la vida sigue y no todo se ha de acabar en los primeros “ubiques”. ¡Buenas Noches y tápense! que refresca en las noches de octubre cerca de la playa.
 

No se oyó ruido alguno, hasta las siete de la mañana. El despertador anuncia que te espera una buena ducha y un buen aseo, que permitirá desperezarse como tarzán en la propia selva, evitando el aullido de guerra. A estas edades, bien puede salir una tos senil en vez de un chillo profundo que sacudiese el cimiento de las playas cercanas. Es la hora de comenzar este día del Pilar, patrono de nuestro suelo patrio.  

Diana general hora precisa e iniciadora, que es cuando los madrugadores, comienzan a pensar en aquello de salir a caminar, o a correr, vestiditos con sus pantaloncitos de marca y sus borceguíes de colores estridentes para llamar la atención de todo el que se cruza con ellos. Otros, más sosegados se ocupan de la prensa y del desayuno que frugalmente toman para poder mantener sus líneas de “boys du monde”.  Los restantes. ¡Hala venga a tragar! entran en el comedor a desayunar, como elefantes en una cacharrería, creyendo que se van a quedar sin nada, con mucha hambre y llenan sus platos de forma inconexa y desmesurada, una barbaridad para la vista de los que no necesitan lentes. No digamos para los que normalmente las llevamos.

 
El aroma del pan tostado se confunde con el de los cruasanes y el café, que se huelen desde el acceso al comedor. A pesar del buen olor ¿porqué el café de los hoteles, tan flojo? _ no se qué ocurre con los estimulantes alcaloides de los hoteles del mundo, son de lo más flojo _, por lo que después del desayuno, salgo buscando una cafetería y ¡Sí! tomo uno de esos concentrados que te elevan la moral, aunque la lleves por los suelos.  

 

¿Cómo podrán comerse tantas rebanadas de pan? ¿Cómo podrán desayunar con tantos huevos? Si se los comen todos van a agarrar una freidera de hígado que se van a ir patas abajo. Comedores de primera, personas que suelen tener buen saque de pista y que tragan por sus apetitos reconocidos. Después hacen fila en los lavabos para dejar aquello que les sobra… o; piden una aspirina al primero que pillan para mirar de bajar esa sensación de pesadez que les ha dejado tanta vianda ¡Dios bendito, parece que se acaba el mundo!  

El autocar preparado en su zona bus, espera al grupo para llevarlos hoy, a Caldas de Malavella, lugar dichoso, aguas termales específicas para baños, balnearios de primer orden, aguas finas para beber reconocidas en todo el mundo.  

Las sonrisas de las damas, recién acicaladas, y suaves, van subiendo a sus respectivas localidades, gustándose y mirando a derecha e izquierdas para ver si hay alguna que sea más guapa que ellas. Comparando sus pieles, sus peinados y sus modos. Los hombres con el periódico, intentando saber el resultado del partido de anoche, y comentando el penalti que no fue y que el árbitro se tragó porque estaba comprado por el equipo local. Ya saben ustedes, lo sintomático, lo habitual de la vida. La importancia del futbol en la vida de ciertos seguidores ¡esencial!
 
En Caldas, un sol radiante y enriquecedor, el chofer donde  primero nos lleva a la iglesia, a que demos gracias por los favores. Buen día, recorrido fenomenal y espectacular por todo lo que conocimos. Balneario de Vichy, lujoso y precioso, jardines de cine, y aires embriagadores de buena salud. Paseo y charla con los amigos y disfrute del tiempo, como se debe.
 

La vuelta al hotel Copacabana a comer, nos dispensó un alimento extraordinario y gustoso, que lo saboreamos como buenos comensales, acompañados por nuestros amigos, pudimos disfrutar de lo que es una buena sobremesa. La hora del café y de promocionar nuestro Festival Benéfico del Día 27 de los corrientes, donde podremos dar cita a unos cuantos artistas de música variada, donde se intentará recaudar posibles para la ONG de Fórum para la Solidaridad, entidad que agrupa además de nuestro país a Colombia, Perú y Bolivia, dando apoyo a los más necesitados y con pretensión de que les lleguen alimentos y enseres a los mas condicionados.
 

Tarde libre en la ciudad de Lloret, cada mochuelo a su olivo, que bien se hizo ese paseo revuelto con los turistas, ingleses, alemanes y demás, paseando por las instalaciones del paseo Marítimo viendo las playas y notando las gaviotas volar por encima de nuestras cabezas, y percibiendo esa sal marina que en el ambiente suspendida, llegaba a nuestras pituitarias.
 


El domingo tres cuartos de lo mismo, nos toca ir a Santa Coloma de Farnés, a la hacienda de las galletas Trías, buenas; muy buenas, obleas y barquillos,  que se exportan a todo el mundo que acompañados de un buen vino de moscatel, hace que lo dulce tiemble hasta el puro estomago y así hasta la hora de la pasarela de modas. Pieles y marroquinería para las damas y caballeros. Escasa compra se les hizo, las carteras y tarjetas visas, van más apuradas que los suspiros de España por una buena economía. Directos al comedor del Copacabana, comida baile y despedida.

Amigos, hasta la próxima, con gusto les acompaño.

 

 

 

 

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