lunes, 4 de marzo de 2013

Descarga YSYP Aplicación del Amor: Capitulo: 10


En el capítulo  anterior... 


Quedó callado Martín sentado en la silla de la farmacia, en un rincón del perímetro de atención al público, justo en un lateral del mostrador. Mientras no dejaba de observar a la doctora Cecilia, como despachaba a los pacientes que esperaban recoger sus pócimas y recetas. Ella calculaba mentalmente el tiempo que necesitaba para poder administrar de nuevo la medición al ....

Comienza el nuevo capítulo ¡ Que lo disfruten!


hipertenso, placentero que esperaba sin perderse detalle. Sin dejar de notar ciertas anomalías en su estado de persuasión. Parecía no transcurrir el tiempo y Martin embelesado apuraba cada segundo consumido, hasta que de nuevo volviese Cecilia, le colocase en su brazo izquierdo, la manga opresora ajustable del equipo medidor y a su vez volviera a palpar su piel con sus diminutas manos.

En la botica, entraban y salían clientes que eran atendidos por los diferentes empleados del centro de específicos los cuales no percibían lo que estaba sucediendo entre Martín y la boticaria.

Cecilia se acercó a Martin indicándole presentara el brazo, como él mismo había supuesto, para dispensarle el control, sentándose en silencio frente a él, una vez colocado el manguito y apretando aquella pera que llenaba de aire el conducto de las gomas de transmisión del equipo. Al pronto comenzó a escucharse el sonido del aire producido por el inflado del tensiómetro, presionando cada vez más el ante brazo y haciendo la presión sobre la piel, mientras las agujas del aparato se volvían locas buscando interpretar la exacta presión hallada. El sonar de aquellos corazones palpitaban al unísono. El tic de Martín combinaba con el tac de Cecilia y entre tanto se mezclaban ambos en un suceder de sonrisas indispensables. Sus manos palpándose y el placer del momento se hacía dichoso.

_ ¿A que se dedica usted señor?  Preguntó Cecilia, mientras favorecía aquellos palpes en el brazo del paciente.
_ Martín me llaman. Mi dedicación; es una buena pregunta hecha a estas alturas y por una doctora  tan amable_. Prosiguió hablando sin dejar de mirarla y encontrándose a gusto mientras ella se mantenía asida a su brazo y sosteniendo su codo para la mejor auscultación_. Acabo de recalar como el que dice a este simpático país. Huyendo del mío por mi mala cabeza y por indicación divina de mi nuevo teléfono que me ha indicado entrar en su farmacia para que usted me asistiera. He sufrido unas palpitaciones muy enérgicas y no he tenido más remedio que solicitar ayuda en esta botica. Le juro a usted señora, que no se qué me ocurre, tanto es así que estoy convencido que voy a morir en poco tiempo. Estas reacciones tan dolorosas de mi cuerpo jamás las había padecido.
_ Martín; y tú_, ya tuteando y perdiendo aquel riguroso protocolo entre licenciada y enfermo, le volvía a preguntar de nuevo_. ¿Por qué me cuentas todo esto? Realmente es raro, no puedo recordar en tantos años de profesión, dispensando atención a pacientes de todo tipo, un caso semejante, tan inusual. Que tuviera que recibir_, continuó la titulada_, a un hipertenso tan al límite y que ni siquiera haya perdido la noción del tiempo. ¡Estás súper alto!  ¡Más que eso! ¡Altísimo! Sin embargo en tu rostro se refleja cierta suspicacia. Tu pulso es extrañamente rápido, como si estuvieras sufriendo un ataque, que no padeces y, tus ojos reflejan una dimensión bonita.

He de confesarte, que hace diez minutos, mi celular, el nuevo Trinaphone, me ha informado de cierto encuentro feliz, que al recibirlo no he sabido comprender, por ser algo que siempre había imaginado pero, que jamás lo había explicado a nadie, era una reflexión muy mía, que incluso no sé ni por qué te lo estoy contando a ti. Detalles que han sucedido en estos últimos minutos y sensaciones que no me ocurrían desde una vivencia muy grande que tuve hace muchos años y que de una forma simple me llena de ilusión, como lo estuve en aquellos momentos_. Finalizó su comentario la farmacéutica observando que el registro del tensiómetro, como del pulsímetro habían vuelto a lo normal de un hombre de la edad de Martín_. ¡Ya ha pasado todo! Ha sido un susto, pero vuelves a tener las constantes normales establecidas.

_ Cusetta; ¿Estás segura? Respondió Martín sin haberse incorporado del reclinatorio de su taburete.
_ ¿Por qué me nombras con ese sustantivo?  Quién te ha suministrado…  ¿Ese detalle es muy íntimo? ¿Quién eres? y ¡Qué quieres!

Entretanto en la farmacia los clientes eran atendidos por los mancebos y era una práctica habitual que la jefa, atendiera personalmente a alguno de los pacientes conocidos, detalle que a nadie alertó por la costumbre de la buena praxis de la licenciada.
_ Soy Martín Valleros, vengo de Venezuela, y no me preguntes cómo pero parece que te conozco de toda la vida_. Convencido y legal, le hablaba con aquella convicción y agrado que ella misma percibía, sin menoscabo_. Te he llamado “Cusetta” por una clarividencia, una provocación que me ha suministrado mi cabeza sin poder frenar. En el pasado, alguien que te amaba, te nombraba Cusetta. ¡Quizás fui yo! Alguien que ni conociste, pero que bien sabes a que me refiero_. ¡Íntimo dices que es el detalle! _, siguió argumentando sugestionado_. Tú conoces pasajes de mi vida, que nadie te ha revelado. Que es lo que me ha ocurrido, lo desconozco, pero de lo que estoy seguro, es de que tú eres lo que estaba buscando, aquello que era incapaz de atinar, mi espejismo esperado. Creo que nos entenderemos, congeniaremos y, cuando menos estamos destinados, a por lo pronto escucharnos.

_ No me llamaban así: Cusetta, desde hace muchos años, era un nombre cariñoso que me regalaron, sin pedirlo pero que me hacía mucho bien, todo en la distancia real de la lejanía, un sueño que no pudo consolidarse, todo se esfumó. ¡Igual, fue por mi exceso de carácter! Por no saber adaptarme a las circunstancias del momento. Fue un tiempo, que me sentí realizada, una temporada mágica. Estaba radiante de cariño, la vida me sonreía, la música me envolvía y me llevaba a vivencias preciosas. Nadie supo de estos detalles tan personales, ni siquiera mis hijas, ¡Nadie!  Más que él y yo, por ello no comprendo como el destino y mi gran Señor de los cielos, me pone estas pruebas claras y traídas por alguien que aún y no sabiendo quien es, ya estoy comenzando a prendarme. Poseo numerosos detalles como para intuir, que puedes ser el amor que esperaba. Conozco de tus problemas con el Fisco, por ello huiste de tu país, y todos los desaguisados que te han adornado a lo largo de tus correrías. Sin embargo, en la vida siempre queda tiempo para remediar los errores y es un camino que si quieres podemos andar juntos.
 

La empresa promotora del invento Makinword Electric, en su test de probaturas había llegado con sus amplios tentáculos a Nicasio y a Virginia. Él; español de la zona mediterránea, ella brasileña tocando a la frontera de Bolivia. Ambos residían en Mallorca, jamás habían coincidido a pesar de caracterizarse por  su afición al baile de salón. Aquella noche Nicasio, recibió una llamada de un tal YSYP,  y a pesar de que jamás contestaba a personas desconocidas, el dedo fue directamente al botón verde de levantar la llamada, indicándole donde debía estar en veinte minutos. La persuasión debió ser mayúscula, puesto que sin más preámbulo, dirigió sus pasos hacia aquel lugar, que preciso le indicó su desconocido comunicante, aquel satélite que ya estaba trabajando a oscuras y sin que la gente pudiera detectar.
Nicasio un redomado y creído guaperas de barrio, sin llegar a serlo. Un aceptable mequetrefe, sin oficio ni beneficio, que se machacaba los brazos en el gimnasio, y que a base de ...



Seguirá en el próximo capítulo  
To be continued....


 


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