miércoles, 6 de marzo de 2013

Descarga YSYP Aplicación del Amor: Capitulo: 11

Viene de la entrega anterior...

La persuasión debió ser mayúscula, puesto que sin más preámbulo, dirigió sus pasos hacia aquel lugar, que preciso le indicó su desconocido comunicante, aquel satélite que ya estaba trabajando a oscuras y sin que la gente pudiera detectar.
Nicasio un redomado y creído guaperas de barrio, sin llegar a serlo. Un aceptable mequetrefe, sin oficio ni beneficio, que se machacaba los brazos en el gimnasio, y que a base de ...

Comienza el capítulo 11

potingues, le iban engordando cada día más, sin pensar que aquellos anabolizantes, le estaban pasando factura en su propio cerebro, dejándole sin criterio ni cordura la cabeza y sin erección en sus nobles almacenes. Hombre, que no sabía envejecer, engañado con presunciones baratas de barrio y cuentos inexistentes de salvadores del pueblo. Creyente a pies juntillas que la edad, no desproveía su piel, dejándola ajada. Ayudado por las copas de más que tomaba y la cantidad de brebajes que disimulaba al cabo del día; precisamente, para poder mitigar aquel poco criterio que aún el subconsciente le suministraba. Negándole la naturalidad de sus hechos.

Proezas y consecuencias,  las cuales daban pie a que toda la vecindad, supiera de sus cánulas y se mofara de él en su propia espalda, ya que hacerlo en la cara, sería asunto de pelea y de golpes, detalles que a él le encantaba, tan solo porque vieran la última llave de taekwondo, que había practicado tanto, en el tatami de su balcón. Añoso, teñido y tocado con gorra de paño, al estilo de “Harrison”, pantalones ceñidos mostrando un culin, que más parecía de sidra, que de glúteos normales, zapatos más pequeños de lo normal, _ aunque se jodiera los pies_ para no dejar ver la medida que tenían sus andariegos, súper desarrollados y enormes. Estatura media y cabeza gorda, espalda y antepecho tatuados y en las orejas sendos pendientes de la abuela de tarzán que lucía para darse aquella necesidad de presunción que solo poseen los descalabrados.

Virginia,  nacida en el seno de una familia numerosísima, una mujer alejada de las guapas modelos brasileñas, ésta más rasa, sin grandes pechos, sin estatura de princesa de las pasarelas, sin el color de las estrellas refulgentes de la noche, con mucha necesidad de papeles oficiales para quedarse en el país, con las uñas cortas de tanto fregar lavados y quitar mierda a terceros, con deseos de tener un patio para regar sus flores y con el ansia de poseer al fin rincón donde vivir sin aquellos sobresaltos y consecuencias de estar en falso en una nación que no era la suya de nacimiento, para poder hacerse un hueco en la sociedad, mal llamada del primer mundo y conseguir un trabajo estable para mantenerse y poder cada cierto tiempo enviar algunos euros a sus familiares del otro lado del mar.

La vida le había llevado de fracaso en disgusto y andaba un poco tiesa, de ganas de sobreseer su mala suerte, venida desde su país con la intención de hacerse con un hueco en esta sociedad y si le eran factibles las “Diosas” de su religión contraer matrimonio con un ciudadano adecuado, para poder adquirir nacionalidad, uso y disfrute de las bonanzas del lugar. No es que buscase un tipo en especial, sin duda, le venía bien quien primero se pusiera a tiro, las querencias ya llegarían si habían de hacerlo con el tiempo. El amor _ pensaba_ “se pasa y quedan los euros”. Por ello, frecuentaba la “Gallina Ciega” cuchitril donde se practica la samba, el tango y el trago corto. Lupanar de misticismos cariñosos y de historias tremebundas, asidero de mentiras y de pecados informales.

Una hermana le regaló aquel precioso teléfono móvil, que usaba para poder hablar con su primo Mateo, que cambiaba la protección que le daba cuando la necesitaba, por la cama y por dispares distracciones sexuales al uso de sus gustos. Además con ese celular llamaba a su mama, allá en su tierra, lugar que a pesar de que pasara el tiempo añoraba.
Estaba dándose una ducha completa, encima del barreño azul que tenían en la pensión “Rejas” donde compartía habitación con su prima “Chiya” y esta la ayudaba a tirarle por encima del cuerpo el agua, previamente calentada y suministrada por un cubo de zinc. Que era la formula de baño que tenían las dos primas, a falta de un cuarto de aseo completo, como suelen tener las viviendas normalizadas de la ciudad.
_ ¡Ay… ahora suena este trasto! _. Apuntó Chiya, dejando en el suelo el cubo con agua caliente, que usaba como aplique de dos brazos, yendo a buscar en el bolso de Virginia, el Trismartphone tablet, mientras que su prima quedaba desnuda sobre el barreño, tapándose la entrepierna con las dos manos arrugándose en su corta estatura para evitar la corriente de aire que pudiera producir aquella impertinente interrupción.
_ Es para ti, Virginia. Un tal YSYP, que te pongas, que es urgente y muy importante, dice que es transcendental para ti_. Virginia, que esperaba terminar con aquel lavado, le infringió una mueca, queriéndole decir que pasaba de la llamada_.  A lo que Chiya sin pensar respondió_.  …¡Yo me pondría!
_ ¡Dile que ahora no puedo, que estoy en el baño! ¡Bueno ya sabes dónde estoy! ¡Caramba!  …Que llame mas tarde.
_ Oiga, que dice mi… _. Fue interrumpida sin paliativos de forma inminente, quedó callada Chiya, sin poder justificar el recado que le daban desde el barreño, volviendo a obedecer a aquella voz, que le exigía pasara el celular a Virginia.
_ ¡Por Dios atiende! _. Le acercó el celular a la prima, entregándoselo en su desnudez con tal decisión que la mojada Virginia, en pelotas tomó el celular para escuchar mostrando su diminuto cuerpo desguarnecido.
_ ¡Bueno! ¡Dígalo ya!  _. El mensaje que recibía por la línea de teléfono, la iba encogiendo hasta que sin más, cedió la enjundia de su humanidad, hasta un nivel mínimo y menguado quedando sentada dentro del perímetro de la jofaina, que recogía el agua de su baño. Escuchó el mensaje y colgó estremeciéndose a la vez. Volvió a entregar el aparato a su prima, para poder empinarse y ponerse tiesa. Diciendo… He de ir, no puedo faltar, he de apresurarme, me espera y es vital para mí.

Virginia acabó su baño ayudada por Chiya_. ¿No me preguntas nada prima? __, exigió la aún mojada Virginia
_ Sé lo que te ocurre, y para dónde vas a caminar ahora, no hacen falta preguntas, puedo entender lo que ha sucedido sin más__. Alegó Chiya, educada.
_ No puedo explicarte nada; porque ni yo misma, se donde voy, ni que hago ni con quien he de encontrarme__. Previno Virginia
_ Eso me ha parecido cuando he descolgado tu celular para atender la llamada. Sin casi hablar, he sabido todo lo que después te ha notificado y por qué y hacia dónde vas__. Chiya, expresó preocupada por su prima
_ Entonces si lo sabes, que te hace estar muda. ¡Explícalo!  Y me dejas más sosegada__. Exigió Virginia de la joven.
_ ¡Virginia!, perdona pero creo que es bueno para ti. Sólo puedo decir eso. Te quiero y lo sabes, sin embargo, será mejor que no faltes a la cita__. Acabó su alegato Chylla; estremecida.

Virginia; casi sin tragar saliva resaltó con un miedo palpable__. Temo por mí, ¡Estoy maldecida! y lo mismo debo saldar algún comportamiento pendiente que tuviera.
_ ¡No digas eso!  Dentro de unas horas será el principio de tu bienestar. Algo me lo dice  ¡Ya me contarás!

Se puso una ropa habitual,  la que primero encontró del revuelto armario ropero del paradero. Peinó su pelambre hacia atrás y se colocó una diadema en la frente. Pasó carmín por sus labios y se tizno los ojos con un rímel negro, saliendo de estampida.

No sabían a qué altura del Paseo habían de encontrarse, ninguno preguntó ese detalle, el espontáneo ya comenzaba a guiarles y de alguna manera les haría tropezar.
 
... Continuará en la próxima entrega.
 
 

1 comentarios:

SHE dijo...

cada día se poen mas interesante esta historia. Estoy maravillada con el poder de redacción que tienes. Lo tuyo son las historias que ni que!!!

gracias por estas entregas que me entrretienen y me entretienen bien!

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