miércoles, 20 de febrero de 2013

Descarga YSYP Aplicación del Amor: Capitulo: 09

El episodio anterior finalizaba con estas conclusiones....

Partidaria de no prohibir nunca a la gente que disfruten de lo que gozarían los demás si pudieran. Creyente en Dios como el Ser Supremo que gobierna las vidas, pero nada puritana. Muy abierta en la forma de pensar, tolerante como la que más, pero también cabra loca cuando se arranca
Mal carácter, desordenada, olvidadiza, perezosa a ratos, de vez en cuando deja las cosas para después, todo para lo último como los templados....  
lean el capítulo siguiente a continuación.


Comienza la entrega nº 9

Se levanta con el pelo despeinado, deja los zapatos tirados, a veces se aúpa con los ojos cerrados porque no quiere despertar, y se cabrea con ella misma, entra en la ducha completamente despistada, desnuda, recorriendo un largo pasillo que le lleva bajo el grifo de agua helada.

Gritona, después ríe, procura que los demás rían también. Pretendiendo que lo que hace, quede en el trastero, dejando parados a los demás.
A los caballeros que le ceden el campo en la carretera les tira un beso y se quedan todos extrañados, pensando que está loca.

Ha aprendido de la existencia, que es ella y sus circunstancias, y así como ha tenido que partirse la vida trabajando para velar por sus hijas y por ella, ayuda a todo el que puede y Dios le bendice, porque siempre tiene dinero para poder ayudar a los demás.
Todo lo que auxilia a sus hermanos o a su familia, se multiplica, no es apegada a las cosas materiales.
Persona refinada, consentidora, halagadora, le encantan los abrazos apretaditos, los que hacen sentir los latidos del corazón del “contrincante” sea hombre o sea mujer.
Martin un venezolano, despierto e inteligente, que tuvo que saltar de su país, por problemas con el fisco, debidos a los dos últimos negocios, que gobernó. Siendo necesario, o pagar las deudas en su tierra natal, o echar tierra y mar por medio y perderse a lugares ignotos, para que la ley le dejara en paz y volviera a comenzar, su singladura desde otra perspectiva más adecuada. Regentó un negocio de carpintería de aluminio, que lo levantó de la nada y llegó a ser tan alta su facturación, que pugnaban por el negocio, varias de las empresas potentes y con envergadura de Caracas. Hasta que le reclutaron para ganar dinero fácil con promesas, esas entidades que utilizan ese rebuscado ingenio de la “estructura piramidal”. Con azafatas estupendas y con aplausos a lo americano. Solo tuvo que invertir unos miles de dólares para vender, participaciones a parientes y amigos, haciéndoles un lavado de cerebro estructural, por la venta de productos de belleza de una firma Hollywoody of Moovi. Consiguiendo trainers-entrenadores  y vendedores, que estos a su vez, repetían de nuevo el ejercicio. Por una cantidad de dólares no demasiado exorbitada. Se triplicaban los ingresos en cuanto reclutabas interesados para la legión de venta domiciliaria de cosméticos, jabones íntimos de señora, delicados perfumes para la belleza, crece pelos para los que no tienen un cabello de tonto, cremas corporales que daban moreno a la piel y nutritivas totalmente naturales, hechas de papaya y de mangos, todos afrodisíacos y frutos del paraíso terrenal, que facilitaban al cuerpo humano absorber todas sus propiedades.
Con ello, perdió a su mujer, su casa y su negocio, dedicándose en nueva singladura a la venta de seguros también en una Aseguradora Multinacional, en la que hacía pólizas sin clientes para cobrar las primas y comisiones. Multirriesgos de vida a conocidos, familia y amigos, colocándoselos casi a la fuerza y obligándoles a firmar el contrato con el denominador de dar pena. Harto de engañar a sus colegas, a sus amigos y conocidos, le cerraron las puertas y para guinda, el fisco encontró unos capítulos impagados de sus anteriores empresas. Saliendo de la casa de su madre, que es donde radicaba en el último tiempo, para hacer fortuna en Costa Rica.
Martin la conoció el día que entró en su farmacia a tomarse la tensión, después de recibir un mensaje muy raro, con remite desconocido para él, un tal YSYP, que no lo tenía en su agenda, pero que indefectiblemente tuvo que dejarlo todo para sin perder tiempo, entrar en aquella farmacia de la capital San José. Siendo Cecilia quien le prendió el tensiómetro en el brazo.
En aquel instante se miraron a los ojos y se dijeron sin hablar un requiebro que les llegó al alma. Fue como una llamada instantánea, una alerta del estado del bienestar, un gozo recibido sin esperarlo que les hizo temblar con un trastorno  inusual. Una especie de dulzura contenida que a uno y otro les agradaba el espíritu, sin saber ni cómo ni por qué. Algo que les superaba como una fuerza atrayente les ofreciera un camino agreste y labrado de bondad y bienestar, difícil de no reconocerle. Cecilia invitó a Martín Valleros a tomar asiento simplemente usando el lenguaje corporal, indicándole con su mano derecha que se acomodara en aquel taburete de la consulta y ayudándose de una suavidad extraordinaria le empujó suavemente de los hombros para que reclinara su espalda sobre el reposadero espaldas del asiento.
Le tomó el brazo y con suavidad le desabotonó la manga sin dejar de mirarle, casi era un misterio los dos estaban en un trance vivencial, que solo ellos apreciaban, una atracción sublime que valía la pena disfrutar.
Aquella tensión estaba desbocada, galopaba por sus venas a punto de descorche, con una sedimentación extraordinaria y un tráfico anormal y deforme. Ella hizo la lectura de de las pulsaciones y no quiso comunicarla al paciente, era de hospitalización inmediata y la enfermera con mucha clase, pronunció mirándole directamente a los ojos, que chocaron agradablemente con los suyos_. Tranquilícese unos minutos, que le ha salido una lectura no propicia. Quédese sentado sin más, que vuelvo a tomar el pulso y la presión dentro de nada.
_ ¿Estoy mal, señora?_ Ha puesto unos ojos que por poco le salen de órbita, preguntó Martín a la licenciada.
_ Pues no crea, que si no se tranquiliza, tendrá que ir al hospital más próximo sin remedio.
_ ¿Y esto de que puede ser?
_ Pues de muchos factores_, respondió Cecilia_.  Nervios, si es usted bebedor, si ha comido en exceso, si acaba de tener un disgusto, por tener una alegría de repente. Ahora, haga caso omiso y silencio durante un ratito y tranquilícese.
_ ¡Escuche enfermera! No se ausente
_ Le repito que se mantenga callado, respire tranquilo y desinhíbase durante unos minutos. ¡Hágame caso! _. Replicó sonriente llevándose el índice a los labios en señal de silencio total.
_ La conozco a usted de algo señora...
_ ¡Ah sí! que yo sepa, es la primera vez que aparece por mi farmacia, sin embargo, si no tranquiliza su estado, no reconocerá a nadie, puesto que perderá la verticalidad.
_ Cecilia, ¡perdone un segundo!_. Pronunciando aquel nombre de forma majestuosa.
_ ¿Cómo sabe que me llamo Cecilia?
_ Lo he leído en la solapa de su blanca bata sanitaria, Doctora Cecilia. No es así.
_ Oiga caballero, ¿Quiere serenarse? Le atiendo en cinco minutos, pero le ruego obedezca, es por su bien y el mío. Me veré obligada a llevarlo personalmente al hospital y no quisiera tener que hacerlo.

Quedó callado Martín sentado en la silla de la farmacia, en un rincón del perímetro de atención al público, justo en un lateral del mostrador. Mientras no dejaba de observar a la doctora Cecilia, como despachaba a los pacientes que esperaban recoger sus pócimas y recetas. Ella calculaba mentalmente el tiempo que necesitaba para poder administrar de nuevo la medición al ....


Seguirá en el próximo capítulo  muy pronto
To be continued....




 

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