Amigos
todos, el tiempo vuela… ya lo decía mi abuela, pero lo pasado queda en el ayer
y debemos mirar hacia adelante. Tenemos una edición más de la Feria de la
Purísima, la famosa “Fira de la Purissíma”, en Sant Boi, donde se mezclan las gentes, los gustos,
los fríos, los olvidos e incluso los buenos momentos.
Casetas
de turrón, venta de bisutería, ropa de cama, ferretería, productos para el
crecimiento del cabello, hierbas afrodisíacas que hacen crecer las ganas de …y
menguar los apetitos de comer, coches nuevos y usados, baterías de cocina,
instrumentos musicales, ropa intima de señora, calzoncillos de trabajo para los
oficiales del tablón, seguros de vida para los que tienen dinero y pueden
sufragar el dispendio, chucherías para los niños y los abuelos, esos que ya les
falta la mitad de la dentición y chupa y rechupe… en el mesón del gitano:””Hay
quien se chupa los dedos y los hay que se chupan las manos… “”
Se
frotan de gusto los individuos que regentan negocios, esos que esperan al listo
de turno para vender un corte de traje, con esa tela que una vez la lavas, ya
no encoje, porque son de tergal y muy sintéticas, la clásica barraquilla de los
churros, con azúcar… Recuerdan la canción de Celia Cruz, aquella que hablaba de
su bemba “colorá”.
Vean el Video del Concierto en el Ateneo, pulsen el link
http://youtu.be/-0M0a3QgmkwVean el Video del Concierto en el Ateneo, pulsen el link
El
sabor del regaliz, los sombreros de lana para las amplias frentes de los
calvos, las castañas asadas, las azafatas con minifalda intentando vender
apartamentos en la playa o montaña, con más frío que el que se perdió en la
isla. Altas como las cumbres borrascosas del famoso libro y con unas piernas
más largas y huesudas que un mes sin pan.
Los
expositores de frutas y verduras de los apenados agricultores, que tras un año
de cosecha muestran los productos de la tierra en los preciosos stands que la
propia feria dispone para tal fin. Este año, algo diezmados imagino que por los
precios que hacen pagar por esos expositores.
De
todo y para todos, una amalgama de cosas impensables, que hacen que el recorrer
los pabellones y tenderetes, no pueda hacerse en menos de tres o cuatro horas.
La gente se agolpa en las gargantas de paso, que permiten los movimientos
cansinos del trayecto. Los carros de los niños, armatostes metálicos por
delante tropezando en alguna que otra rodilla del distraído, o el perrito que
sin bozal arrastra a su dueño, oliendo por entre los recovecos más
insospechados de los paseantes.
Sabemos
que la Feria pasa volando, dura lo que aguanta un caramelo en la puerta de un
colegio, o sea ¡Nada! Porque si nos
ponemos a mirar, ya está pasando la fecha y seguro, cuando tú amigo, amiga lo
leas, con seguridad ya ha transcurrido un par de días y es historia.
La
sexagésima sexta edición. Dicho así parece más fácil: 66 veces ha cumplido
perfectamente su cometido, con la alegría y el sabor de una Feria amplia y con
sabor navideño. Un encuentro que predispone a las personas a recibir la Navidad
con mejor humor y aceptación.
Mejora
año tras año, a pesar de la falta de dinero y la codicia de alguno, porque la
gente, quiere que así sea. No hay mejor antídoto para la crisis que salir a
pasear por la propia feria, a pesar de no gastar, el que puede lo hace, el que
no, se abstiene, pero en esa tesitura se mitiga algo la pena negra de la
dificultad económica. Esa condena que ya nos persigue desde hace tantos años y
que lo peor, no sabemos cuánto nos ha de durar.
Para
no marcharnos del tema principal, digamos que es una bendición el poder
contarlas, ver como las gentes de todos los lugares del territorio llegan y pasean
con sus atuendos, sus alegrías y su diversidad.
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Los
feriantes, con sus caras de frío, aguantan lo indecible en pro de vender, de
ofrecer ese producto que llevan con esa amabilidad ya característica del propio
mercado.
Dando
gracias al cielo, que este año, ha sido fresco, pero seco. No ha llovido, que
es bastante. Acostumbrados en anteriores ediciones ese chaparroncito que
nos mojaba y que impedía el buen paseo.
El
amplio abanico de festejos, ha sido también memorable, en todos los centros,
cines, teatros, había alguna muestra de cultura, exposición de cuadros, de
cerámica. Podemos presumir que ha sido otro año más, de disfrutar la Fira, y
aunque se haya notado el recorte, no ha dejado de ser vistoso y agradable.
Este
año, inclusive, se celebraban los 100 años de la llegada del “Carrilet” a
nuestra villa, un 29 de diciembre, llegaban por los caminos paralelos de
hierro, aquella locomotora que traía “un pan bajo el brazo” hacia nosotros.
Seamos
positivos, y miremos con esperanza hacia el futuro, esperando que vengan
tiempos mejores y con seguridad, habrán de llegar. Ya saben aquel refrán que
dice: No hay
mal, que dure cien años. Pongámonos
manos a la obra y tengamos por lo menos, las ilusiones dispuestas, para lo
bueno que les deseo les alcance.
2 comentarios:
Soy uno más de los cientos de paseantes que circulaban por la feria que bien describe el amigo Emilio.
Pues bien, el único incoveniente era el frío propio de la época del año que se celebra; por lo demás, daba gusto pasear entre tanta oferta siendo muy defícil resistir la tentanción de comprar o degustar las sabrosas viandas que allí se ofrecía.
Al mismo tiempo se pudo disfrutar del extenso y bien diseñado parque de Arata Isozaki, que seguramente muchos todavía no lo conocerán.
...hiciste tal descripción del lugar Emilio, que yo también sentí que estuve ahí, me encantaría y creo que merece una historia aparte ese tren que mencionaste.
saludos y gracias!!!
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