Recuerdo en estas fechas una Navidad de hace muchísimos años, cuando los jovencitos nos reuníamos en los bancos de la placita, para reír, charlar y además de imaginar, jugar con el futuro y pedir de voz en grito, aunque fuese de forma velada, todos aquellos deseos o ilusiones que cada cual portaba dentro de sí.
Todos los amigos que allí estaban elevaron en voz alta, su petición para que el resto pudiesen escuchar sus grandes ilusiones…
Veníamos de un periplo delicado en la España contemporánea, no había demasiado dónde poder elegir y en aquella época las Navidades eran de otra manera.
Aquella, fue una muy fría y destemplada, al recordarla diría que heladora.
Veníamos de un periplo delicado en la España contemporánea, no había demasiado dónde poder elegir y en aquella época las Navidades eran de otra manera.
Aquella, fue una muy fría y destemplada, al recordarla diría que heladora.
Luisito de 11 años dijo, que cuando fuera mayor le gustaría ser futbolista, porque a él un primo lejano de su papa, que era portero de un campo de futbol, le había dicho que kubala, era un gran jugador, y que marcaba muchos goles, (Kubala, delantero del Barcelona), en aquella época, a él, le gustaría que de mayor, le recordaran como un gran deportista. Que las amigas dijesen de él que era un crack
Alejandro: huérfano de padre, gran muchacho por lo bondadoso, un año más joven que Luis, soñaba con ser torero, matador de toros, porque él había visto en casa de su abuelita, que se habían comprado un televisor de blanco y negro, una corrida en la plaza de las Ventas de Madrid, dónde Chamaco, había cortado dos orejas y se las había regalado a dos rubias, que estaban en el tendido y eso quiere poder hacerlo.
Alejandro: huérfano de padre, gran muchacho por lo bondadoso, un año más joven que Luis, soñaba con ser torero, matador de toros, porque él había visto en casa de su abuelita, que se habían comprado un televisor de blanco y negro, una corrida en la plaza de las Ventas de Madrid, dónde Chamaco, había cortado dos orejas y se las había regalado a dos rubias, que estaban en el tendido y eso quiere poder hacerlo.
María Rosa, una niña muy tímida, un poquito menor que Alejandro, que olía a mazapán y llevaba unas trenzas preciosas, cantaba canciones mexicanas de Irma Vila, quería cuando fuera mayorcita, tener una cocina muy grande con un horno bonito para poder hacer esos pasteles de chocolate que hace su mama y casarse con un médico para que le curara cuando se pusiera malita. Porque recuerda a su yaya, cuando estuvo enferma, que padeció mucho hasta que se fue al cielo.
Gloria, la más original y espectacular de todos nosotros, de la edad de Alejandro y la mía, adujo que le encantaría ser azafata de vuelo, que con su luz PROPIA, y su facilidad para los idiomas, quería encandilar al mundo y visitar todos los países del globo, ser notable y preciosa que su hermana mayor se marchó a trabajar a Alemania y fuma cigarrillos de una marca americana que en el paquetillo, se ve dibujado a un camello amarillo
Fermín, sin embargo, un año más joven que Gloria; quería ser como su papa, que trabaja en una panadería por las noches y que todas las mañanas cuando llega a su casa, trae dos hogazas de pan de harina y se lo reparten entre todos y en ese todos cuenta a los abuelos maternos, que dice que incluso sin dientes, comen más ración que ninguno. Y él quiere tener cestas grandes de pan y pasteles para poder repartir y no pasar ni gotilla de hambre.
El contador de esta historia que se llevaba los bastonazos de sus mayores, por las fechorías que hacía, por lo vivaracho, por lo travieso y por lo imaginativo, le gustaría ser descubridor, porque había leído una carta de su padrino, que vive en México, que es representante de una marca de colchones y explica aventuras muy bonitas .
El contador de esta historia que se llevaba los bastonazos de sus mayores, por las fechorías que hacía, por lo vivaracho, por lo travieso y por lo imaginativo, le gustaría ser descubridor, porque había leído una carta de su padrino, que vive en México, que es representante de una marca de colchones y explica aventuras muy bonitas .
Le vino esta vivencia a su cabeza, cuando te he escrito y te he dicho, que tu precisamente tú tienes LUZ PROPIA y me ha traído a renglón seguido las palabras de Gloria, que tras cuarenta y tantos años transcurridos, no se ha cumplido más que uno de los deseos, uno de los cálculos que se hicieron aquella tarde del 23 de diciembre, cuando estábamos todos los amigos sentados en uno de los bancos de la placita de nuestra calle.
Como te cuento se cumplió y no del todo, ¡así es la vida!
Luisito: Luis Vázquez, no fue nunca futbolista, ni siquiera deportista, no llegó a ser feliz nunca, cuando volvió del ejército que por entonces todos los varones tuvimos que ir a cumplir a filas por decreto nacional, como digo; al volver, se enredó en compañías no del todo salubres y acabó bastante mal de trampas, de alcohol, y de vicios, ni siquiera pudo franquear un empleo como el de su primo lejano, de portero en un estadio de futbol, acabó con los huesos en un reclusorio, y ahora está en paradero desconocido, seguimos buscándole. Sus amigas nunca pudieron decir de él que fue un crack, aunque imagino que ese estupefaciente si lo probó por desgracia suya y nuestra que le perdimos como ser especial y como amigo.
Alejandro: Alex Soriano, deseos de torero, de gran estrella de los alberos, de especial raza, de tronío, de valentía frente a los cornúpetas, de figura de cartel, no pudo ser. Se ha conformado y es un honrado camarero, en el Hotel Plaza, tiene dos hijas preciosas y muy educadas, es un tipo genial, tiene un gran televisor de color y de plasma para ver las corridas de los mejores carteles de Colombia, de México y por supuesto de España, pero en vez de cortar orejas para las rubias de los tendidos, sirve cervezas rubias a las morenas del Plaza, es feliz, pero no cumple con sus deseos.
María Rosa Muñoz; la niña de las trenzas, la que gustaba de cantar canciones rancheras, (por cierto muy bonito cantaba), llegó a tener su cocina y es verdad que hizo pasteles, pero no se pudo casar con ningún médico porque murió hace ya unos años, de una enfermedad terrible, un cáncer. Me enteré de la trágica noticia y es ahora y aún me entristece recordarla, fue soltera, estuvo con sus padres y no hay cosa más terrible para un padre que llevar a un hijo al campo santo. Nunca pude cantarle la canción de "Piedra ha de ser la cama ...de piedra la cabecera"
Gloria Herrera; la más original, por la que hoy he recordado este episodio de mi vida, por la frase de su LUZ PROPIA.
Toda su espectacularidad, se quedó en kilos y en vulgaridad, dicho con mucho respeto, no acabó los estudios, pronto quiso vivir como su hermana, luciendo medias indesmayables, enseñando sus piernas a quien quizás no debía, fumando Camel, emboquillados sí; de los auténticos de Estados Unidos, nunca jamás subió a un avión, ni siquiera de esos que vienen en las ferias ambulantes, equivocó la trayectoria.
Cuando ella si pudo ser y no quiso aprovecharlo.
Nada de viajes nada de glamur, nada de nada, tres matrimonios rotos, hijos de todos ellos, hace poco nos vimos en un sepelio y me acerqué a saludarla, me esquivaba la mirada, le abordé y pregunté que era de su vida y me dijo: que claro que me conocía, que estaba grotesca y veterana, pero que la memoria no la había perdido, fue quien me dio la noticia de la defunción de María Rosa y a los dos nos cayeron las lágrimas, ya estábamos en un lugar apropiado, en la iglesia dando entierro a un conocido. Urgió que la dejara en paz.
Ferminito: Fermín Ballester, el propicio para panadero el que no quería que le faltase el pan, ni pasteles de chocolate. No; ¡De panadero nada! Se metió en un seminario y llegó a oficiar, lo trasladaron a un pueblo de Castilla y León y tuvo un lio, con la hija del Alcalde, tuvo que salir por piernas del pueblo, de la diócesis, de la iglesia y de sus hábitos. La hija del regidor, lo siguió y ahora viven ambos separados en Venezuela, a Fermín lo abandonó Exaltación que así se llama la ex… que se marchó con un turista Nicaragüense que vivía en Maracaibo. Fermín creo que ahora se dedica a la agricultura.
Y el que resta de esta historia es el descubridor; pues este chico, cuando volvió del ejército, siguió con trabajo y con sus estudios que tuvo que hacer con nocturnidad, esfuerzos y sacrificios, no pudo cumplir con sus deseos, porque la vida lo puso en otros derroteros, en ello dedicó sus días, si se quejara, Dios podría castigarle, si se confundiera y no fuera legal ni honrado podría decir que todo lo que le ha pasado ha sido lo propio del devenir de los días, feliz podría haber sido más, pero ¿y quién no?
Descubridor, de verdades y de historias, descubridor de fantasías lanzadas al aire con esa ilusión que solo llevan los optimistas, descubridor de ver tu cara cuando escuchas una poesía que te llega al alma.
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