miércoles, 17 de noviembre de 2010

En la vasija, va mi sueño

Es posible __

¡Sí lo es, capitán! ¡Claro que lo es!
__Como no va a caber la posibilidad. Cualquiera de las razones que usted aduce. Va en las imaginaciones, secuestrada, en su propia dignidad pensando y dándole vueltas a todo el nuevo devenir que sufre.
__ piense que no es fácil, ella lo está pensando y está librando una batalla, sola, y además sin poder tomar consejo, es una princesa bellísima.
__Cree usted, que si lo contara alguien lo llegaría a entender __respondió la asistenta

El capitán frunció el ceño, y perdiendo la vista en el horizonte, no dijo ni palabra, mientras saboreaba un caramelillo de eucaliptus

__Le dije, que cada vez que accediera a mis sueños, tuviera inspiraciones, aunque no hubiera rastro suyo, no hubieran respuestas de nadie, ni opiniones yo dejaría mi impresión, mi pensamiento, enviaría una botella arrojada al mar, para que las olas de la playa la arrastren a la orilla, y alguien las lea y entienda. Tanto mejor quieran y deseen contestar a mis notas__ balbuceaba el capitán del barco pirata

Me resisto a creer que hay un motivo generado por mí, para estos silencios, me opongo a flaquear como un cobarde marinero, como un asustadizo escritor; en que a la primera de cambio, pudiera perder la creencia, en lo que dice y plantea y arroja la toalla, no esperando nada a cambio de los que me leen, en algo, que sin ser nada, es mucho, es como mínimo una singular amistad que nace de absolutamente dos deseos, uno mío el del poeta y el otro ajeno, el tuyo que me estás leyendo.__ argumentó el capitán

La tormenta se desató en aquel bergantín, el capitán quedó solo, en su camarote, y sin dar crédito a sus pensares, quedó adormilado, en aquel oleaje claramente brusco, y amenazador, no sabía que jamás volvería a despertar, no imaginaba, que sólo le quedaban minutos contados para soñar y vivir en hipótesis, aquel sueño predilecto.

En el aposento contiguo descansaba su asistenta, la conciencia; que hacía tanto velaba por él en silencio, en la penumbra, algo le preocupaba pero no sabía a ciencia cierta a que se debía. Ni siquiera lo podría explicar; en esos casos se tiende a elucubrar y a hacer castillos en el aire con muchas incógnitas y pocas resoluciones, respuestas, evidencias.

Cuentan que aquel barco, aquella nave frágil en medio del océano zozobró y jamás, se supo del capitán, ni de ninguno de los tripulantes que viajaban en el " Barquito blanco de papel", quedando a pocas millas marinas de las costas aquellos pensamientos escritos en las nubes que solo podían leerse en las noches de penumbra y brumas negras. La fuerte tempestad chiflaba con música estridente, mostrando aquellos legajos escritos con tinta blanca sobre el firmamento, dónde únicamente lo podían leer las ninfas y las sirenas del mar.

El contenido de esta historia, fue dentro de unas vasijas que quedaron en las profundidades del mar y al cabo de muchísimos años, por un maremoto acaecido en aquellas latitudes, un tsunami trasladó a la cima de aquella montaña que casi tropezaba con el cielo azul. El astro sol, hizo estallar aquella vasija saliendo aquella sentencia que decía: muchas gracias por leer y amar a la poesía.

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