miércoles, 25 de agosto de 2010

la oferta fantástica




¡Está sonando el teléfono!
Parece que nadie lo quiere descolgar, al final, el caballero se acerca y levanta el aparato.
_ ¡hola buenos días! ¿Hablo con el señor de la casa?
_Buenos días; si soy de esta casa, que desea.
_Perdone Don Fernando, le llamo de la Compañía el Último Suspiro Empleado para ofrecerle nuestros acomodos y nuestras ofertas de viaje, que siempre le proporcionaran un beneficio en su último trayecto.
_ ¡Oiga, mire usted! No me llamo Fernando y estoy harto de ofertas, gangas y beneficios, hagan el puñetero favor de dejarnos en paz, que no me interesa nada de lo que venden, aunque me lo regalen.
Mire usted señorita. Perdone mi mal carácter. Imagino que usted se ha de ganar la vida de esta forma, pero se hacen ustedes odiosos, no hay un solo día que no me llamen para ofrecerme alguna ganga, y ya no les quiero atender, permita que le cuelgue el teléfono.
_ Perdonado caballero; ¡Claro que sí! ¡Faltaría más! Has sido elegido, para hacer el viaje al más allá.
Sin embargo, no creo que me hayas escuchado con atención, precisamente te llamo para que te de tiempo y puedas preparar tu ruta en paz, y sin prisas.
_ Encima de todo eres una desvergonzada, y sigues ofreciéndome algo que no me interesa, quieres que te lo deletree. “no me in te re sa, nada; de lo que ven das”.
Os dan una lista de clientes potenciales y a machacar. ¿Alguno caerá verdad? Qué importa si molestáis, no os interesa un rábano, a por la comisión, para enganchar algún ingenuo, que en cuanto dice: ¡Sí! Entendéis que está aceptando y queda otorgado. ¡Ha dicho sí; venta cerrada! Como toda la conversación la grabáis pues vendido queda y luego te encuentras con menudos problemas. No me convencerás.
_ Al final de todo, se me escapa la risa contigo, amigo no me estás escuchando, mi oferta es definitiva, la he llamado en esa forma, para no ser tan cruel, no habrá opciones, te irás y no volverás, por ello quería que tuvieras tiempo para hacer una despedida en regla, y dejaras esos asuntillos puntuales debidamente atados. Entiéndelo es el punto y aparte, no querrás decirle adiós a los tuyos.
_ Me vas a hacer creer ahora, a mí, a estas alturas de la vida, que este rollo que te marcas, es para regalarme un viaje al… como, le has llamado al: no volverás.
No serás la misma chica que llamó el martes pasado para avisarme que había sido agraciado en el sorteo del Apartamento chulón, y que yo, era el elegido, el agraciado, pero no piqué en el anzuelo la letra pequeña, la callabas. ¡Menudo atraco!
_ Si quisieras escuchar, verías que no te llamo para atracarte, comunico contigo para prepararte, que luego siempre vais diciendo, aquello de: con lo joven que era no tuvo tiempo de disfrutar; era una bella persona, y parecía tan sano; en la flor de la vida se ubicó en el huerto de los callados sin avisar.
_ Oiga señorita, cuando decido ir de viaje, siempre a mis allegados les doy toda clase de detalles, para que si es menester, puedan encontrarme y atenderles como merecen, imagina mal, si cree que desaparezco del mapa y me escondo de todos.
Como le digo voy a colgarle el teléfono y si puede encontrar a otro ingenuo, atrápelo, que yo no estoy para esos traslados tan excepcionales y prometedores que usted anuncia. No me convencerá, no me interesan sus tratos familiares como si me conociera de toda la vida, y se haga usted la agradable siendo una vendedora oportunista.
¿Me vas a decir que no me entiendes, y que desestimas mí oferta sin hacerme el menor caso? ¿Sabes que todo el mundo me teme y tú estás burlándote de la muerte?
_Yo no me burlo de nadie, y es verdad, que cuando no estoy convencido del asunto, paso la página y punto final a la cuestión. En cuanto a lo de que todo el mundo le… teme, es la primera vez que una telefonista que quiere vender sus cachivaches, amenaza a los clientes de semejante forma.
Adiós galana señora, no me llame más, que le seguiré diciendo que no me interesa ni su viaje, ni sus sueños. Voy a colgar, y piense lo que se le antoje de mí. Encantado y hasta nunca.

El caballero colgó el auricular, y quedó absorto y sin entender que… había ocurrido en el coloquio mantenido, en lo que significaban sus palabras, esas que salieron de sus labios momentos antes de zanjar un viaje a lo desconocido. Sin tiempo para arrepentirse, ni motivos para asustarse, se reclinó en la butaca, mientras se interrogaba a sí mismo.
_ ¡Ah… hola! Estás aquí, muy callado y meditabundo. Estás bien, te veo adormecido, como si hubieras despertado de una pesadilla ¿Quién llamaba, he escuchado el teléfono?


_ No sé ni quién era, ahora que lo mencionas, posiblemente era algún bromista, que quería asustarme, con esos cuentos de los traslados sin retorno, y les he dicho que no me interesaba nada, ya sabes te machacan con ofertas de precios bajos y estupendas oportunidades. No estaba interesado y la he despachado.


_ ¿Te ha llamado por casualidad Fernando y te ha preguntado si eres el dueño de la casa?
_ ¡Sí; creo que sí, ahora que lo mencionas!


_ Es una campaña de publicidad de una empresa de colchones, que está impactando con la gente de forma no grata.


_ ¡Cómo lo sabes!


_ Pregúntale al vecino del cuarto, el susto que le dieron, por poco le da un patatús y se queda en ese suspiro. Ha necesitado ayuda médica para superar el trago.


_ No me extraña nada, es inaudito.

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