viernes, 27 de agosto de 2010

Confesiones en Sol menor




__ ¿y ahora porqué silbo? Si hace dos minutos hablaba en voz alta y además sólo, cualquiera que me observara por un agujerito, diría: este tío es tonto, o le falta una arandela cerebral.


¿No me faltará; de verdad ese tornillito? _ ¿Se me habrá aflojado, y me he quedado un tanto, taradito? He de preguntarle a mi mamá, si al nacer, no me dieron ningún golpecito.


¡Anda mira! Voy a poder escuchar lo que he dicho en mi charla solitaria, se ha grabado toda la arenga.
__ ¡Lo que digo! , debo estar medio loco, porque hago cosas, que nadie hace, y que menos aún confiesa, pero a valiente no me gana nadie, y menos a irresponsable.


Sin más, presionó la tecla del grabador y al poco, se reconoció su voz, que comenzaba silbando una guarachita, y …


“Te buscaba sin saberlo; quería encontrarte, saber de ti, no imaginaba desde dónde aparecerías, podrías haber sido cercana, incluso amistad de la infancia, hallarte en la esquina, o como se produjo, una tarde que necesitaba descargar esos disfrazados pensamientos, que tenemos los humanos. Que nos escuchen, que nos comprendan, que nos quieran en definitiva. La simpleza de una charla amena.
No sé cómo eres, y lo más probable, es que jamás pueda averiguarlo. Imagino que eres un espejismo con figura de mujer clara, que me llega con un nombre y un supuesto perfume, con tono de voz cálido y acento precioso, de una latitud desconocida, de unas costumbres diferentes, de un clima estupendo, una persona digna, con una alegría inusitada, con unas medidas exactas, con una educación adecuada, con un cabello lacio y limpio, con una sonrisa expresiva, con la tez nítida, y con esa alegría que emana de ti, como las aguas en los manantiales.
El destino es caprichoso y las coincidencias, solo se dan en las historias de los pudientes, de los tocados por la varita del mago. A esa hora, en ese lugar, y en el instante preciso apareces, sola, silente, haciéndote eco entre el murmullo de las voces más bulliciosas, y disonantes, refugiada en un manto de incertidumbres, de casualidades que ni lo son, que no se aprecian signos ni del lugar de donde procedes, sin nombre, y sin identidad.
Por esa necesidad, de comunicarse, de hablar con alguien, de decir tu pensar y que el entorno pueda comprender, el significado de lo pronunciado, sin grandes excusas, ni justificaciones, decir eso que sientes en el corazón, tal y como aquel que piensa en voz alta. Sin que te juzguen, sin que piensen, más allá de lo que manifiestas, esté ajustado a término, o no lo sea. Con los errores y fallos, naturales, por soltar las palabras, a medida que van saliendo de la cabeza, sin previo análisis, producto de ese subconsciente, tanto tiempo preso y sujeto por las normas. Soltando a borbotones todo lo que piensas, los mensajes que tropiezan al salir con la lengua, y quedan dichos.
A muchos hombres, los colocan en la vida para presumir, no tenemos permiso para gemir, se nos planta en el mundo para que seamos duros, e incoherentes, no tenemos tampoco la opción de ser comprensivos, solo se nos entiende, cuando avasallamos y cuando somos más poderosos, que nuestros propios hermanos. Siempre ha de valer la competencia, y del medirse para sobresalir de entre los demás. Si no haces ese juego, estás perdido, no eres nadie, ni siquiera te valoran, no es lo que se lleva. Hasta que llega ese punto de inflexión y dices… ¡basta! Quiero ser imperfecto, que las aguas no me arrollen, que pueda mirarte tranquilo y mientras hablas, pueda pensar, para mis adentros… ¡qué guapa estás, esta mañana! Que estés conversando y te escuche con atención. No esperar a que descanse tu charla, para rápidamente cortarte, de forma ineducada, casi sin haberte oído, sin valorar tus palabras, para imponer las mías.
Por ello, el conocerte, ha sido, precioso, un enigma, una casuística, dentro del propio itinerario de las providencias, o del ya mencionado destino. Sé de ti, lo que tú misma has dejado translucir, y has querido destacar de entre tus cualidades, lo inteligible, lo que es venial, a los ojos del mundanal ruido. Las vivencias privadas, lo que debe seguir siendo reservado, debe seguir ahí, en el baúl de los secretos, dónde deben estar por siempre.
Para hablar contigo, de vez en cuando, en el mismo momento, que te necesite, no es preciso, ser un adonis, ni un artista hechicero, ni siquiera un poeta ilustrado, simplemente es tocar a la puerta de tus encantos y decirte:”hola, puedes atenderme un ratito ”



En ese instante el grabador se detuvo por llegar al fin, de lo que estaba dispuesto sobre sus pistas digitales, dando fin al pensamiento. Volviendo a la realidad del momento.


__ ¿Estas charlas a solas, serán normales?, ¿A mis amigos, les pasa de vez en cuando esto?
No es que me den sobresalto, ni por fuertes, ni por carecer de rigor. Han sido normales en mí. Desde que tengo uso de razón, suelo tener ilusiones fantásticas, con variedad de contenidos, quizás eso, sea válido para enriquecerme en el plano espiritual. De hecho, siempre he sido un cuentista, me han apasionado las aventuras y las vivencias exóticas. __ pensaba en su interior, mientras se anudaba la corbata.
Al punto, sonó su teléfono, con zumbador incluido, fue a tomarlo y sintió un estremecimiento al leer en la pantalla. Llamada Oculta
__ ¡Dígame! , ¿Quién habla?
__ ¿Puedo reírme de ti? __ le sobrevino su espíritu, sin más. Le susurró. ¡Soy yo!
No temas.
__ ¡Ríete, te doy consentimiento! . Con tanto miedo, no se puede vivir, ¡Ríete!

En parte te doy las gracias por granjearme estos momentos, tan graciosos en los que juego conmigo mismo, y hago y monto historietas felices en mis adentros. Dios nos libre de las aguas temerarias; que el agua mineral, la compraré en el súper.


__ La carcajada del auricular, le llevó a la realidad.






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