La primera, la lanzo yo. El
mismo,
que intenta, mejorar su
cometido,
subsanando pretextos, con mi
olvido.
Sin notar convulsión, ni
victimismo.
Esa piedra que arrojo, es
espejismo,
cuando pienso y valoro, no
hay sentido.
No es por contrición, y no
me ha servido
demasiado en perder. Tanto exotismo.
Exponen que, sin culpa
estoy salvado,
y sin desliz, creo; no existe
“el humano”
Aunque es frecuente; sé dé;
el agravado.
Busco el remedio, en el Soberano.
Sabiendo que, clamando, estoy
errado.
¡Enmienda escasa! Con mi juicio
emano.
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