Fue
repentino sin ser antesala
de
propósito ajeno y pasajero,
consiguiendo
el cariño que prefiero.
Mitigando el
silencio que me avala.
De sopetón
y siendo enhoramala,
me noté
acariciado en el lindero
de mi
final, tinglado que aglomero
y que
activa el deseo que me embala.
De repente
disfruto de tu arco
con la bala
que hiere sin herida,
y el sonido
triunfal, puedo y abarco.
No te
sientas ni sola ni abatida,
eres mi letra,
mi signo y remarco.
¡Por ello siempre
ahí! Mi bienquerida.
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