y me da por pensar en mi destino,
mientras la lluvia, cae con manto fino,
calando el razonar, más rutinario.
Miércoles Santo y yo, tan solitario,
aunque rodeado estoy. Soy peregrino,
sin perder ese don del raciocino,
y al reflexionar, siento mi escenario.
Sigo llorando cual fiel y ordinario,
a los pies del Calvario y aglutino
toda ilusión y anhelo sibilino.
Desde aquel mirador tan literario.
Nido que quiero por ser milenario,
“Calvario” de mi pueblo, palatino.
Rincón de mi pensar muy coralino,
el que sabe aguardar mi santuario.
Tabernáculo, altar, es mi sagrario,
donde siempre al frenar gozo en declino,
Las penas que llevamos y adivino,
Que empaño en el olivo solitario.
Mañana jueves Santo, epistolario
Preámbulo cruel, de un viernes que me
inclino.
Momento de dolor que no adivino,
retiro y pueblo que son relicario.
0 comentarios:
Publicar un comentario