jueves, 28 de abril de 2022

Compasión.

 





Igual, algún día, trataremos a las mujeres,

cómo debiera ser, juiciosos y con humanidad.

 

 

 

 

 

Habían recalado sin permisos

en uno de los antros espaciales,

donde maltratadores criminales

faltaban al honor, por insumisos.

 

Con crueldad, abren fuego sin avisos

y las muchachas sin ser esenciales,

se cubrían el cuerpo y cardenales.

Disimulando rastros tan concisos.

 

Abandonadas del cielo y destino

malviven en las grutas malbaratas,

olvidadas por Dios, sin más camino.

 

Hacinadas y sucias, timoratas,

pierden concepción, sin ver al divino

Salvador, que las trata como ratas.

 

 


 

 







Tras las noticias de tantos abusos a jóvenes mujeres, no queda más que

quejarse y clamar al conseguidor humano que pueda evitar estos abusos.

La última historia fue dada hace muy poco tiempo y tan cerca que no queda

más remedio que denunciarlo. Al salir de una discoteca, una mujer indefensa,

sin más culpa que la de ser lozana, y en edad de divertirse. Fue atacada

por un delincuente, que por poco acaba con su vida





 


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