jueves, 24 de enero de 2013

Miedo en los cielos


Había salido del aeropuerto aquel domingo por la tarde para evitar los jaleos de los pesados lunes, el madrugón despiadado, el despertar taciturno del que lleva una responsabilidad, por ello Martín decidió que salía hacia su destino horas antes, se acomodaría en el hotel habitual y a la mañana siguiente solo tendría que desplazarse a la oficina, cuando tuviera que presentar aquellos informes delicados.  

La maleta ya estaba facturada y esperaba a las puertas de embarque, para subir a aquel avión que lo llevaba en poco más de hora y media a la ciudad de los sueños, donde se establecían para él, los ascensos, los reconocimientos y los placeres. Al pronto, se abrieron las puertas, a la vez que en los carteles avisadores indicaba el número de vuelo y la puerta de embarque. Donde unas señoritas ataviadas con el traje de la compañía aérea, les recibían de buen grado, revisándoles los billetes de viaje. Agradeciéndoles, que hubiesen elegido su compañía para que les transportasen en su desplazamiento.

Al poco estaba acomodado en la plaza 13_b, asiento de turista, la silla que daba al pasillo. Al alcanzar su término, observó, no antes el número de plaza tan distinguida, que le había tocado en aquel vuelo y no siendo demasiado aprensivo, tomó lugar donde le correspondía. Pensando para sus adentros, lo que son las coincidencias y recordó que al finalizar la facturación de su equipaje, se le acercó una joven disminuida, ofreciéndole un número de lotería para el sorteo de la suerte que finalizaba precisamente en trece. Boleto que adquirió, dándole además una propina para que la amable vendedora se pudiese ganar el sustento.

Entre que esperaba que todo el pasaje estuviera a bordo, leía despreocupado y confiado de su periódico, las noticias y los resultados deportivos, sin precisar en quien se asentaba a su lado izquierdo en el asiento 13_a.

No pasaron demasiados instantes, cuando una señora le pedía paso, para acomodarse justo al lado de la ventana. Al ver a la abuela, se incorporó de su plaza y cordial, salió al pasillo, para que ella, se acomodara sin complicaciones. Una vez se había adaptado la señora a su lugar, teniendo sus pertrechos colocados en los dispensadores superiores y viendo que ya se relajaba, Martín volvió a meterse dentro del momento que existía, retomando su diario y quedándose tan concentrado en sus detalles.

El avión ya tenía pista de despegue y por los altavoces, se atendía al comandante del vuelo, como saludaba al pasaje, mientras las azafatas se ponían en el pasillo, con sus atalajes para explicar, como en caso de emergencia, están distribuidas las puertas de trance, como se debe colocar cada cual el salvavidas y como si se despresuriza la nave, debes actuar. Detalles, que los pasajeros, pasan por alto y ni si quiera atienden, por la dejadez humana y por tantas veces, que lo han recomendado. En un segundo se notó el movimiento de la velocidad tomada por la aeronave en la pista y el vacío que queda en el estómago cuando comienza a tomar altura. Maniobra estupenda, produciendo un relajo total y general. El tiempo era bueno, no se temía por borrascas, ni vientos atípicos, ni siquiera la clásica tormenta de rayos y aparato eléctrico, era verano y tan ricamente a nueve mil pies de altura se divisaban las nubes por aquellos ventanucos reducidos y blindados.

La señora, se dirigió a Martin intentando abrir conversación duradera, ya que el trayecto comenzaba y les restaban por delante más de una hora; preguntándole si no tenía miedo, que ella había tenido una corazonada, que aquel vuelo se iba a complicar y ambos iban sentados en las plazas con el numero 13.

_ Pues, esté usted tranquila señora, que no va a pasar nada. En poco estaremos desembarcando y en tierra firme__ afirmó Martín, con una sonrisa en los labios dubitativa, al ver que aquella mujer tenía cara de sacerdotisa.

_ Me llamo Visitación y los amigos me llaman Visir, me dedico a leerles el futuro y a predecirles lo bueno que les ha de pasar, tanto en la actualidad, como un poco más allá.

_ ¡Ah! Qué bueno; yo no creo en esas cosas, pero admito que existen esas prácticas y las respeto__. Iba a continuar matizando detalles Martin cuando Visir, le interrumpió bruscamente con una afirmación__ ¿Entonces, porque te has santiguado al despegar? ¿Por qué llevas una estampa de la Virgen del Pilar en tu cartera? y ¿Para qué has comprado el décimo de lotería, antes de embarcar? Si no crees en ¿esas cosas como dices?

Martín quedó bloqueado, sin saber que decir, tras las adivinanzas que le había hecho Visir, sin que él, le hubiese descubierto nada en su conversación, ni posibilidad de que ella lo supiese, puesto que no se conocían__. ¿Cómo sabes tanto de mí? __ Inquirió Martín, con templanza en su voz.

Iba a contestar Visir a la pregunta, cuando le hizo señas con su mano para que atendiera a lo que… En aquel instante,   …salieron las azafatas desencajadas, sin el lucimiento de aquel arrebol que normalmente les preside. Solicitando a los pasajeros que se sujetaran los cinturones, sin levantar demasiadas sospechas de pánico y queriendo que lo hicieran de inmediato. Por los altavoces nadie decía palabra referente a que estuviera pasando alguna incidencia.

_ Por favor recojan los objetos de mano, que los subimos al estante y manténgase en sus lugares, con la cincha colocada__ Iban diciendo las azafatas a los pasajeros de forma personalizada.

Martin volvió sobre Visir y le suplicó, que contestara a todo aquello que estaba pasando y que ella había visionado bastante antes__. Voy a morir ¿Verdad?

_ ¿Solo importas tú? y de los demás que dices, porque vienen contigo, además no tienes ningún miedo, estás sereno aun sabiendo que puede ocurrir lo peor__ Hablaba tranquila aquella viejita, sin quitarle importancia a lo que veía a su alrededor__. No estamos lejos del aeropuerto del que hemos salido. Estamos dando la vuelta, pero es que el tren de aterrizaje, está estropeado y no salen las ruedas del aparato, por lo que no podremos aterrizar con normalidad.

_ No has contestado a mis preguntas,   … creo que ya no hace falta, que lo hagas. He entendido el encargo y sé a lo que estoy expuesto. Nunca en mi vida había visto los detalles tan templados, como los veo en este preciso instante.

El comandante de vuelo, en vista de no poder subsanar la avería, se dirigió a los pasajeros y enviando a los tripulantes para calmar los ánimos, les informó de cuanto pasaba y que se tomaba retorno hacia el punto de partida.

Al llegar al aeródromo de inicio, los servicios de emergencia estaban preparados para que el Boeing hiciera las maniobras de descenso, y que al tomar tierra, no pudiendo hacerlo con suavidad por la avería del tren de descenso, encontrara el piso suficientemente húmedo, y mojado con la espuma vertida por los bomberos, para que el aparato al rozar el fuselaje por la pista, no de incendiara.

En el sorteo nocturno de la lotería de aquella fecha salió premiado un número que comenzaba en 13 y acababa en 13. Martín desde su casa, veía complacido que le habían tocado trece mil pesetas, y que tendría que madrugar aquel lunes día 13, para poder llegar a la central de su empresa, con tiempo y humor para presentar aquellos balances que arrojaban trece millones de ilusiones.

 

 

 

0 comentarios:

Publicar un comentario