Había salido del
aeropuerto aquel domingo por la tarde para evitar los jaleos de los pesados
lunes, el madrugón despiadado, el despertar taciturno del que lleva una
responsabilidad, por ello Martín decidió que salía hacia su destino horas
antes, se acomodaría en el hotel habitual y a la mañana siguiente solo tendría
que desplazarse a la oficina, cuando tuviera que presentar aquellos informes
delicados.
La maleta ya
estaba facturada y esperaba a las puertas de embarque, para subir a aquel avión
que lo llevaba en poco más de hora y media a la ciudad de los sueños, donde se
establecían para él, los ascensos, los reconocimientos y los placeres. Al
pronto, se abrieron las puertas, a la vez que en los carteles avisadores
indicaba el número de vuelo y la puerta de embarque. Donde unas señoritas
ataviadas con el traje de la compañía aérea, les recibían de buen grado, revisándoles
los billetes de viaje. Agradeciéndoles, que hubiesen elegido su compañía para
que les transportasen en su desplazamiento.
Al poco estaba
acomodado en la plaza 13_b, asiento de turista, la silla que daba al pasillo. Al
alcanzar su término, observó, no antes el número de plaza tan distinguida, que
le había tocado en aquel vuelo y no siendo demasiado aprensivo, tomó lugar
donde le correspondía. Pensando para sus adentros, lo que son las coincidencias
y recordó que al finalizar la facturación de su equipaje, se le acercó una
joven disminuida, ofreciéndole un número de lotería para el sorteo de la suerte
que finalizaba precisamente en trece. Boleto que adquirió, dándole además una
propina para que la amable vendedora se pudiese ganar el sustento.
Entre que esperaba
que todo el pasaje estuviera a bordo, leía despreocupado y confiado de su
periódico, las noticias y los resultados deportivos, sin precisar en quien se
asentaba a su lado izquierdo en el asiento 13_a.
No pasaron
demasiados instantes, cuando una señora le pedía paso, para acomodarse justo al
lado de la ventana. Al ver a la abuela, se incorporó de su plaza y cordial,
salió al pasillo, para que ella, se acomodara sin complicaciones. Una vez se había
adaptado la señora a su lugar, teniendo sus pertrechos colocados en los dispensadores
superiores y viendo que ya se relajaba, Martín volvió a meterse dentro del
momento que existía, retomando su diario y quedándose tan concentrado en sus
detalles.
El avión ya
tenía pista de despegue y por los altavoces, se atendía al comandante del
vuelo, como saludaba al pasaje, mientras las azafatas se ponían en el pasillo,
con sus atalajes para explicar, como en caso de emergencia, están distribuidas
las puertas de trance, como se debe colocar cada cual el salvavidas y como si
se despresuriza la nave, debes actuar. Detalles, que los pasajeros, pasan por
alto y ni si quiera atienden, por la dejadez humana y por tantas veces, que lo
han recomendado. En un segundo se notó el movimiento de la velocidad tomada por
la aeronave en la pista y el vacío que queda en el estómago cuando comienza a
tomar altura. Maniobra estupenda, produciendo un relajo total y general. El tiempo
era bueno, no se temía por borrascas, ni vientos atípicos, ni siquiera la
clásica tormenta de rayos y aparato eléctrico, era verano y tan ricamente a
nueve mil pies de altura se divisaban las nubes por aquellos ventanucos reducidos
y blindados.
La señora, se
dirigió a Martin intentando abrir conversación duradera, ya que el trayecto
comenzaba y les restaban por delante más de una hora; preguntándole si no tenía
miedo, que ella había tenido una corazonada, que aquel vuelo se iba a complicar
y ambos iban sentados en las plazas con el numero 13.
_ Pues, esté
usted tranquila señora, que no va a pasar nada. En poco estaremos desembarcando
y en tierra firme__ afirmó Martín, con una sonrisa en los labios dubitativa, al
ver que aquella mujer tenía cara de sacerdotisa.
_ Me llamo Visitación
y los amigos me llaman Visir, me dedico a leerles el futuro y a predecirles lo
bueno que les ha de pasar, tanto en la actualidad, como un poco más allá.
_ ¡Ah! Qué
bueno; yo no creo en esas cosas, pero admito que existen esas prácticas y las
respeto__. Iba a continuar matizando detalles Martin cuando Visir, le
interrumpió bruscamente con una afirmación__ ¿Entonces, porque te has santiguado
al despegar? ¿Por qué llevas una estampa de la Virgen del Pilar en tu cartera? y
¿Para qué has comprado el décimo de lotería, antes de embarcar? Si no crees en ¿esas
cosas como dices?
Martín quedó
bloqueado, sin saber que decir, tras las adivinanzas que le había hecho Visir,
sin que él, le hubiese descubierto nada en su conversación, ni posibilidad de
que ella lo supiese, puesto que no se conocían__. ¿Cómo sabes tanto de mí? __
Inquirió Martín, con templanza en su voz.
Iba a contestar
Visir a la pregunta, cuando le hizo señas con su mano para que atendiera a lo que…
En aquel instante, …salieron las azafatas desencajadas, sin el lucimiento
de aquel arrebol que normalmente les preside. Solicitando a los pasajeros que
se sujetaran los cinturones, sin levantar demasiadas sospechas de pánico y
queriendo que lo hicieran de inmediato. Por los altavoces nadie decía palabra
referente a que estuviera pasando alguna incidencia.
_ Por favor
recojan los objetos de mano, que los subimos al estante y manténgase en sus
lugares, con la cincha colocada__ Iban diciendo las azafatas a los pasajeros de
forma personalizada.
Martin volvió
sobre Visir y le suplicó, que contestara a todo aquello que estaba pasando y
que ella había visionado bastante antes__. Voy a morir ¿Verdad?
_ ¿Solo importas
tú? y de los demás que dices, porque vienen contigo, además no tienes ningún
miedo, estás sereno aun sabiendo que puede ocurrir lo peor__ Hablaba tranquila
aquella viejita, sin quitarle importancia a lo que veía a su alrededor__. No estamos
lejos del aeropuerto del que hemos salido. Estamos dando la vuelta, pero es que
el tren de aterrizaje, está estropeado y no salen las ruedas del aparato, por
lo que no podremos aterrizar con normalidad.
_ No has
contestado a mis preguntas, … creo que ya no hace falta, que lo hagas. He
entendido el encargo y sé a lo que estoy expuesto. Nunca en mi vida había visto
los detalles tan templados, como los veo en este preciso instante.
El comandante de
vuelo, en vista de no poder subsanar la avería, se dirigió a los pasajeros y
enviando a los tripulantes para calmar los ánimos, les informó de cuanto pasaba
y que se tomaba retorno hacia el punto de partida.
Al llegar al aeródromo
de inicio, los servicios de emergencia estaban preparados para que el Boeing hiciera
las maniobras de descenso, y que al tomar tierra, no pudiendo hacerlo con
suavidad por la avería del tren de descenso, encontrara el piso suficientemente
húmedo, y mojado con la espuma vertida por los bomberos, para que el aparato al
rozar el fuselaje por la pista, no de incendiara.
En el sorteo
nocturno de la lotería de aquella fecha salió premiado un número que comenzaba
en 13 y acababa en 13. Martín desde su casa, veía complacido que le habían
tocado trece mil pesetas, y que tendría que madrugar aquel lunes día 13, para poder
llegar a la central de su empresa, con tiempo y humor para presentar aquellos
balances que arrojaban trece millones de ilusiones.
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