lunes, 29 de octubre de 2012

Enclave de dos crisis



Aquel vaticinio lo había despertado violento en la madrugada, no quiso dar crédito a la fantasía que durante toda la noche le inquietó el sueño, era un presentimiento; sería un día complicado y bastante intenso, agitado por  la  agria pesadilla imaginó que el destino le tendía una trampa.

_  ¿Puedes subir al despacho? _ Le llamaba desde el exterior su capataz, con una prisa no acostumbrada.

_  ¡Que pasa ahora! _ Respondió con energía y dejó una pregunta en el aire_  ¿Otra devolución?  … Subo en cuanto pueda, ten paciencia.

El jefe no  hace  más que apretar, cuanto más dinero gana, más exige, o es que derrochan más de lo que pueden y aprovechan para enjuagar conflictos y crisis inexistentes a costa de los que arrimamos el hombro. _ Pensaba mientras ultimaba aquella postrera gestión.

Ascendió aquellas escaleras metálicas y abrió la puerta de la garita dónde estaba su patrón.  No le permitió sentarse, ni siquiera le miró a los ojos, un escrito y una discusión de cinco minutos le pusieron de patitas en la calle, aduciendo bajo rendimiento, ventas en descenso y falta de entusiasmo por el trabajo.

Bajó por los  empinados peldaños y al final de la rampa se encontraba de bruces con lo real,  secó sus lágrimas con desdén y sintió la brutalidad del comienzo de su declive. Un zumbido le retumbaba, le abrasaba,   …estaba desempleado. Tesitura nueva, algo imprevisto que jamás sospechara.   A pesar de conocer la situación de la economía en general,  que las empresas no van boyantes,  jamás pensó en formar parte de esa legión de personas faltas de ocupación que en ocasiones sin rumbo, por exceso de edad, por falta de esa pizca de suerte que a veces te ignora, recalan en puertos aún más dolorosos y comienzan a sumar infortunios de tipo diverso.

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Tampoco había pasado demasiado tiempo desde que lo despidieron, pero la subvención y el subsidio se había acabado, el caudal monetario que entraba en su entorno familiar era mínimo.  Aquella hipoteca que se hizo cuando todo era abundancia con tanta ilusión y con excelentes facilidades para la compra del piso y ampliada sin medida y sin control  para la adquisición de un mejor coche, era un estilete fino, un veneno frío y lento que acabó con las mejores ilusiones y dejaba rencores manifiestos. La posibilidad de encontrar nueva ocupación, ¡La que fuese!  Para volver a mantener siquiera los gastos mínimos inevitables, se hacía urgente.

 La relación en el seno familiar se disparó desabrochando un cúmulo de despropósitos, despilfarrando insultos y sin razones, desquebrajándose la convivencia por completo, fricciones llegadas por la escasez, las deudas y los imponderables que vinieran de antaño y esa crisis adelantó la velocidad del fin de la armonía. El desamor por falta de sosiego, por la carencia de complicidad y por los despechos entre la pareja había hecho acto de presencia, tras haber estado adormecido esperando una excusa que justificase el disparo de salida.

Todos aquellos hechos incidían en las criaturas que son las que peor parte llevan dentro de un desconcierto por la insolvencia de la cordura, de un trato escaso y despreciable, moneda de cambio, para las diferencias de la pareja, mercancía inestimable para reproches y agravios, con un único fin: hacerse daño.

_ ¡Papá!  …Me ha dicho mamá que ya no te quiere, que no la tratas con cariño. _ Le decía su hijo mayor con lágrimas en los ojos.

Una tarde soleada la policía lo trasladaba detenido, vinieron a buscarlo a su propia casa, pendía sobre él  una acusación de malos tratos y un parte de lesiones presentado por la esposa al juez de guardia.  El mero hecho de una acusación semejante hace que el encausado quede confinado siendo, verídico o fingido.

 Tras cuarenta y tantas horas de reserva de la libertad, la jueza lo liberó sin encausamiento, por falsedad en los cargos de la imputación. Sobreseído, por falta de pruebas, falsedad en parte de lesiones y ausencia de maltratos físicos.  

Al regresar a casa, su familia le había abandonado. Como antes lo hizo su propio trabajo y su estrella para sobreponerse de una situación crítica.

Circunspecto,  infeliz  y sin querer entender la conspiración que había tejido su destino, se encontró con el aislamiento más desgarrador, la soledad, el miedo, el olvido tras una realidad que comenzó en  una crisis mundana.

 

 


 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno este link que me mandas hoy. Y por desgracia muy real y de actualidad. Es positivo que quienes escribimos ahora dejemos narradas estas narracines que serán los datos históricos de una época y de unas políticas injustas y equivocadas que han metido a la humanidad en este callejón sin salida en elque estamos. Un saludo. José.

Anónimo dijo...

No cabe dudas, que este relato LLEGA en todas sus formas y formulismo a la CONCIENCIA del lector.
Cosa dificil de conseguir, recibe mi felicitación
José María Martinez "El bala"

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