Somos indiferentes,
sin deducir el futuro.
Confundido entre las gentes,
enrollo mi lado oscuro.
No pensamos en verdad,
en nada que conmocione.
El sufrir; está demás,
que tarden tiempos peores.
Aunque pienses que, está lejos,
no sabemos de verdad
qué, nos vamos a encontrar;
después de tanta piedad.
Tengo miedo y recelo al desafío,
por la sospecha, que me encontraré,
cuando más la precise. Gozaré
del postre final como desvarío
Sin pelos ni señales. No confío
en estar cuerdo al fin, y dudaré,
de todo cuanto me asedie. Daré,
señales de arribada, muy impío.
Todo esfuerzo será; tonto y baldío,
que, aunque me arañe, lo resistiré,
y a pie enjuto; ya sin fuerzas, caeré
del pedestal de mi gozo tardío.
Tengo miedo del “miedo”, a tanta altura.
No por la elevación, o por desmayo,
sabiendo demasiado bien que fallo,
suponer ese acierto, creo que apura.
Me juzgo y soy, humilde sin fisura,
queriendo pasar por un gran vasallo,
en el conato me quedo, y ensayo
sin perder jamás la maculatura
Sabiendo que, en este mundo,
nada dura para siempre,
me canso, sin más redundo.
Hasta que llegue septiembre.
sin querer escatimar,
que las fuerzas abandonan
y después viene engordar.
En un valle similar
mis lágrimas van creciendo,
por ese miedo infernal,
que todos llevamos dentro
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