lunes, 30 de abril de 2012

Avenida pendiente

Bajo rodando la calle
detallando tonterías,
rodando es un decir
detallar es picardía.

Esa avenida es mi savia,
con portales, con esquinas.
Esa calle la conozco
más de lo que imaginas.

Como quieres que te engañe,
si eres del portal vecina,
me conoces, hace tiempo
se de tu vista fina.

La existencia es una la calle,
quizás la propia avenida.
Quien podría imaginarse
que yo te valoraría.

Deja que cruce el paseo,
que gire la travesía.
Cuando llegue el gran final,
todo será una utopía.

Volver a subir la avenida,
en sentido de retorno,
es mostrar cuerpo valiente
por esfuerzo y por arrojo.

Poseo el tiempo medido
para decir lo que puedo,
porque no siempre consigo,
explicar lo que deseo.

Por ello quiero imagines,
la vida, como un pasacalles,
con sus portales cerrados,
no ven las adversidades.

Con sus farolas ardiendo,
secretos iluminados.
En las aceras se pisan,
los celos del más pintado.

En las esquinas se cruzan,
la inconsciencia de las almas,
sin percatarse que falta
la pura esencia y la calma.

Si contrastas lo comprendes,
analizando, se entiende.
Aunque no camines cada día,
por esa precisa pendiente.

Entender lo que se expone,
deja sujeto a cualquiera.
No son aturdidos caprichos.
Es experiencia concreta.

Esa vecina es mi sombra,
llamando así a la conciencia.
A la que tanto acudimos
para que nos de licencia.

Muchos recuerdos pasaron,
por mi avenida pendiente.
Al inicio, el pleno emerge,
cuando vuelves, se disuelve.

Dos vecinos tengo anejos
que me acompañan de siempre.
Una es la cercana conciencia
que ataca directamente.

El otro el ilustre recuerdo,
que viaja conmigo perenne,
facilita y acopla la memoria
para que siempre la ostente.

Tengo el tiempo ajustado,
para decir lo que puedo,
porque no siempre consigo,
decir aquello que debo.

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