jueves, 29 de mayo de 2025

El particular garito de la avenida.

 


James se dirigía al club a verse como cada tarde con su reducido grupo de colegas. Todos ellos inseparables, a pesar de sus discusiones, opiniones y sus malditas diferencias. Conocidos, amigos y compañeros desde la primaria. Incluso con Noah y Liam, camaradas en la guerra. De los veintitantos que se criaron juntos, falta un gran porcentaje. Unos porque viven en otros lugares, otros porque están impedidos por enfermedades, y el resto porque se marcharon de este valle sin ganas. Todos ellos difuntos, y del todo pacientes. Quien sabe dónde. Nadie lo sabe, pero sin duda haciendo antesala sosegados, esperan con la seguridad que tarde o temprano, volverán a saludarse.

Significa que todos ellos pasan de setenta años. Ahora suelen reunirse en su pub de referencia. Oliver, Bruce y Gary, además del ínclito James. Que sin dudar es el que suele mover la cazuela para que nadie pierda el hervor y sigan desafiándose.

Noah y Liam, sin ser por costumbre tan asiduos, suelen frecuentar la tertulia con repetición. Noah por ser una víctima. Un ex alcohólico y pendenciero. Recién salido del “<Institute for the Deranged Mentally”>, que significa y se le conoce en latitudes hispanas como el manicomio militar. Instituto de Trastornados Mentales. También se esfuerza por no perder la última relación de afecto que le queda.

Liam Blaine ordenado sacerdote, desde la licenciatura en el ejército. Acabando la última cruzada en Vietnam colgó en un gancho su vida mundana. Es el clérigo de la comunidad. El que imparte la palabra divina en el contorno.

Oliver Rouson cuando está libre de sus ocupaciones de "sheriff", aparece para recordarles que la ley es la que mantiene el estado de derecho, que no sean ociosos y que deberían dejar de conducir, al no tener edad para circular con garantías.

De las chicas con las que solían tratarse en sus años verdes, quedan con ganas de presumir cuatro o cinco. Todas ellas abuelas. Dedicadas a repetir sus dolencias a conocidos y presumir de los nietos. No suelen asistir a la partida de dominó, ni a degustar el americano de las cuatro de la tarde. Siempre en el Nutella Café Chicago. Su particular garito que sigue estando en el 189 de la Avenida de Míchigan. 

Ava es la esposa de James. Aquellos jovencitos se hablaban desde los doce años. Fue uno de los que tuvo que marcharse obligado con las levas de las milicias a la guerra en el año 1966. Junto a Noah y Liam.

Tras un sorteo nacional, que afectaba a la juventud del país. Aquella que debía cubrir con soldados a las tropas.

Destinados los tres amigos al Valle del Drang, donde participaron en cruentas batallas.

A James lo repatriaron tras ser herido de gravedad, en combates espeluznantes, regresando a Chicago con todas las consecuencias que dejan semejantes vivencias. Gracias al amor de su vida, pudo ir recuperándose de las heridas y de las derivaciones. Se casaron tras un tiempo de paciencia y recuperación. Ava, pronto le quitó las nefastas memorias y pudo hacerle redimir el sentido normalizado. Después de recordar las peripecias amargas subsistiendo en la selva, aterrorizado por las guerrillas del Vietcong. Las escaramuzas mortales a las que se tuvieron que enfrentar y al designio de su destino. Una vez regresado a casa, James, fue sometido a sesiones de los sociólogos y gracias al cielo, a la suerte y a su esposa, comenzaron a edificar su familia.

Noah no corrió la misma suerte que su colega James. Fue apresado por las guerrillas y estuvo en un campo de concentración hasta que acabaron las hostilidades. Cuando regresó a Chicago, no era persona. Las drogas, el consumo de alcohol y la podredumbre de su carácter, le hicieron ser durante un tiempo una bestia. Herido de gravedad en campaña, sufrió amputaciones en las manos, además de las vejaciones de la conflagración, retornando desquiciado y perdido por los años de angustia y miedo.

No pudo casarse, con su novia de toda la vida. Margaret. La que también lo esperaba, y resignada tuvo que mirar hacia otra parte y olvidarlo. Al haberse convertido en un desequilibrado y alcohólico personaje.  La que en un tiempo fue su chica, aquella preciosa pelirroja inteligente profesora, no pudo apenarse de Noah demasiado. Al morir muy joven tras una enfermedad cruel. Que le evitó sufrir en demasía por su cáncer y por sus anhelos. Agravada quizás por las torturas y padecimientos, que posiblemente dimanaran de las consecuencias del estado físico y psíquico, con que se encontraba aquel joven rubio, que en un tiempo le robó el sueño a Margaret, y que a la postre enferma, se la llevó. Abandonando esta vida después de sufrimientos y malos augurios.

Liam, es el predicador de la comunidad. También tuvo que participar de toda aquella vorágine en los combates y escaramuzas. Llegó por méritos propios al grado de Mayor de Infantería. Responsable de una compañía de jóvenes soldados.

Condecorado por su valor en el campo de batalla. Liam jamás ha explicado detalle alguno de los sufrimientos acaecidos y soportados. Cuando regresó a su patria, no tuvo dificultades en adaptarse a la vida normalizada. Sin embargo rompió con Adelaida, joven y guapa prometida, que lo esperaba para crear una felicidad compartida. No fue posible. Las causas las deben saber Liam y Adelaida, pero jamás han sido declaradas.

No tardó en dedicar su vida terrena al prójimo, ordenándose sacerdote y dando servicio en su feligresía desde entonces. La que en un tiempo fue su prometida, emigró de Chicago sin hacer el menor ruido. Sin despedirse de nadie, y defraudada creyendo que jamás reanudaría su existencia.

En Lisboa la capital de Portugal, se afincó al enamorarse de Filipo, un comerciante de tejidos. Es ahora, una abuela de cinco nietos, con apariencias de haber sido feliz.

 

Emma está junta con Gary tras haber estado ligada y divorciada tres veces. De sus varios matrimonios contraídos sin tener la convicción de ser un ama de casa convencional, ni vocación por ser madre.

Es una de las que no finalizó los estudios medios y trabajó durante toda su juventud en la cafetería de la zona más chic de la ciudad. Su primer matrimonio fue con Hermenegildo, un guatemalteco que trabajaba en la estación de servicio. Un sin papeles guapo, complaciente y bien dotado, que tras de la celebración de una bacanal loca de anfetaminas y sexo, hubo fiesta. Creyendo al existir un retraso de semanas en su menstruación, que estaba en cinta preparó los documentos y se juntaron como pareja de hecho. Hasta conocer que había sido una falsa alarma, que la dejaba libre. Aquella aventura duró dos años y volvió a notarse desocupada, como el taxi de su segundo esposo, al que conoció, en uno de los trayectos que solía hacer los jueves. Que visitaba a su madre, en la Residencia Popular de Ancianos. Tampoco cuajó, aquella relación, con duración menor a un trienio. Quedando como amigos, y antes de consumarse su divorcio, llegó la tragedia.

Rony, el taxista tuvo un accidente mortal camino de su casa. Una madrugada a la vuelta de una fiesta de disfraces de alcohol drogas y rameras.

Emma, sin remordimientos por nada ni por nadie y como último extremo, cazó a Gary, el ahora Juez de Paz de la zona. Un apocado caballero que en silencio siempre bebió los aires por la esbelta y descarada Emma, que lo llevaba a traer, babeando. Hasta que un buen día de contrición que Gary cenaba solo en la cafetería donde ella cumplía con su oficio, le ofreció su amparo y compañía. Ella no era mujer de vivir sola, sin hombre obediente y esclavo al uso, accediendo a iniciar otra relación. Los casó Liam en el único matrimonio eclesiástico de Emma. Ahora hace ocho años, que comparten toses, dolores y vejez.

 

Mia es ahora, novia de Bruce, que habían conseguido estar solteros hasta que el reumatismo les avisó que les quedaba la cuerda justa para hacerse compañía mientras durara el vals. Ambos se gustaban desde niños, sin embargo jamás pudieron enredarse emocionalmente por culpa de sus familias que no se trataban por diferencias insalvables. Bruce emigró a Europa y jamás la olvidó. Mia, le consagró con resignación su juventud, la virginidad y la paciencia desde la distancia, hasta que desquiciado Bruce, después de cumplir una condena injusta en un presidio de Montpellier, regresó a Chicago.

Reanudando su relación con Mía que aún lo estaba esperando en el quicio de su puerta. Son felices sin grandezas, comparten sus días cuidando las plantas de su jardín y los dos caniches que mantienen.

 

Todos sin excepción y cuando pueden, se siguen viendo. Tratándose como siempre, con familiaridad, discutiendo, llorando a veces por sus cosas, hablando y desdiciendo de momentos nada normales de sus vidas. Son amigos, inseparables y según ellos, más que familia. Siempre desde el particular boliche que sigue clavado en aquella Avenida de Míchigan y se sigue nombrando Nutella Café. 

 








Emilio Moreno
Mayo, 20 de 2025

 


lunes, 26 de mayo de 2025

Esto que está pasando es real.

 

Se amoldó en su butaca, aquel sillón de piel rugosa y amarronada con amplias orejas circulares que le sobrecogía la cabeza y protegía de petulancias arribadas del limítrofe espacio cercano. Ya había consumido su almuerzo de medio día, y pasaban del primer cuarto, las agujas del reloj pendular que quedaba frente a él. Marcando las quince horas y dieciséis minutos, de aquella tarde de un mes cualquiera en su vida. Una vida sedentaria, aburrida y tediosa. Dada en un hombre apático, y distante que le costaba darse cuenta de su propia realidad. La que lo hundía en la miseria emocional sin retrasos.

Se negaba a conectar su televisor a menudo. Pensaba que no valía la pena perder el tiempo detrás de aquellos espacios tan humillantes, que tildaban de forma constante al personaje de turno. Al que sus propios conocidos, y allegados lo ponían a caer de un burro. Sacando sus desdichas al descubierto para que el vulgo las conociera.  

Escuchaba la radio. Sintonizada a menudo su canal acostumbrado. Sin dejarse llevar por la costumbre. Buscaba siempre una emisora neutra. Aquella que no tuviera, o quizás se le notaran menos, las tendencias políticas. Evitando siempre las opiniones depravadas sin especificidad y las muchas tendencias obsesivas de algunos de sus locutores. A veces tenía suerte y se relamía por el decoro de aquella emisora, que respetaba tanto la gramática como el idioma y aquella ética perdida reencontrada.

Sin atender si no venía a cuento, a las nuevas fórmulas inclusivas. Modernidad traída por los muchos eruditos e indocumentados de los que presume el país. Huía como del agua hirviendo, de aquellos que intentan imponer sus tendencias y tratan de evitar, que cada escuchante tenga su sentir individual. Siempre respetando otros modos, y variantes, con sus reglas de la cordialidad, las del juego limpio y de la versatilidad.

Empresas de comunicación asociadas que recurren en muchos instantes y franjas horarias por ser fácil ahora. En comentar, a veces con descaro, de las consecuencias de los elementos climáticos.

Como de las derivaciones fatales y bélicas que repartidas por el globo sufren sin control muchos ciudadanos.

Por consecuencias derivadas de las guerras, la migración, el hambre, el frío, y de las tantas inclemencias sufridas.

Gustaba encontrar diversidad informativa y real. No de aquellas cadenas estatales que consiguen aburrirlo y dormirse en un sueño sutil.

Se quedó frito. El corte en la audición por la publicidad, del royo que estaban emitiendo en aquella frecuencia, le consumó y tras notar una música relajada le invitó a cerrar sus ojos y quedarse muerto. No sin vida, pero muy muerto. Inmerso en una ensoñación tan real como si la protagonizara.

 


Notó felicidad. Estaba generoso y preciso, joven y atrayente. Desde la otra acera aquella señorita le miraba y le hacía gestos para que cruzara la calle y le prestara ayuda urgente. Se había quedado frenada, al rompérsele uno de los tacones de su zapato y le citaba para recibir auxilio. ¡Que guapa! Pensó, y al fijarse supo que era Dominique Designe, la presentadora de Referencia Mensual. Un espacio cultural que se emite los viernes por la noche en la franja del Prime Time, de la televisora Cable 2000.

Cruzó la avenida y se plantó frente a la actriz ofreciéndole sus servicios, a los que ella se sumó agradablemente, solicitando su consejo.

—Eres Paco…, ¿Verdad? Interrogó la guapa y rubia señorita.

—Sí, el mismo. Paco Fenós. Me conoces. Preguntó el dormido que ya metido en la fábula creía estar al lado de Dominique.

—Como no te voy a conocer, si te veo cada viernes en tu casa, mirando mi cuerpo muy descarado. Con la excusa que sigues los debates.

—No… Perdona. Yo sigo tu programa. Me gustas tú, es verdad. Y el espacio. Es muy divertido y a veces me pones a caldo, con esos escotes que llevas. Me haces soñar y te lo agradezco. En cuanto a los temas habría mucho que discutir.

—No seas embustero señor Fenós. Es que no sabes que yo desde el otro lado del televisor, veo a todos mis fans, a los que me siguen desde sus casas. Informó Dominique.

—Pues no lo sabía. —Anotó con vergüenza desde su hipnosis el abducido Paco y siguió.

—Como jamás me has llamado la atención, ni diste señal alguna de rechazo para decirme que no te mirara tan descarado. Pensé que el programa está grabado, y no os dais cuenta de nada. Sin apreciar que me conoces tan bien, y que no notabas mi encanto por ti.

—Bueno, Paco. Dejémoslo aquí. —Acotó la presentadora.

—Que solución me das. No ves que estoy sin poder andar, mi zapato está roto y no sé qué hacer. Por favor querido Paco Fenós, ofréceme tu ayuda.

—Claro, te llevaré en brazos hasta aquella cafetería, y te invito a merendar. Mientras busco un rápido para que aseguren de nuevo el tacón al calzado.

—No... Paco. No me dejes sola aquí. No me abandones. Tengo miedo. Sin tu ayuda me ahogaría, y ahora que te has atrevido a cuidarme. No quiero perderte, te necesito más de lo que imaginas. Abrázame, átame a tí, por lo que más quieras.

—No mujer, no te pasará nada. Yo estoy aquí para salvarte, como dice la canción. Le iba diciendo a Dominique mientras entraban en la cafetería y se acomodaban en la última mesa del local, solicitando unas galletas, con bizcochitos y sendos cafés americanos. Cuando el dormido le preguntó a la bella imaginación que veía en su soñar y que estaba sita en su nube.

—Dime Dominique. Se sincera conmigo. Parece que sea un sueño. ¡Esto que me está pasando es real! ¡Dios! Jamás me había ocurrido un detalle semejante. Pellízcame, que no me lo creo. Le conminó Paco Fenós, disfrutando de aquella situación, mientras se relamía más dormido que una marmota en aquel sillón amarronado.

—No por Dios—dijo la bermeja Designe, meciéndose su cabellera, y haciéndole ojitos al engarrotado Fenós.

—Cómo voy a hacer esa mamarrachada, yo jamás he pellizcado a nadie. Todo lo más te pellizcaré ahora a ti, y a ese molludo boyo que nos han servido y que debe estar morrocotudo.

—Estoy gozoso Dominique. Soy feliz. Me has metido en una fantasía, y cuando lo explique. Quizás nadie se lo crea. ¿Estaré soñando?

En aquel relato ficticio la actriz quiso socavar más del pensamiento de la ensoñación de Paco y preguntó.

—Paco tú que me ves todos los viernes por la noche. Dime que calidad tiene mi programa. Que contenido le notas y que es lo que debería cambiar. Interrogó la dorada imaginación a la ilusión del inconsciente.

—Déjame que te cuente—dijo Paco. Queriendo relumbrar ante la guapa gacetillera y expresó de forma retórica.

—Ahora parece que ya no importa ser del color que seas, y me parece justo. Así debió ser toda la vida. Comenzó el dormido a descifrar. Requiriendo la atención de la presentadora que lo escuchaba fielmente, como interpretaba desde su sueño el intríngulis de su programa.

—Pocas veces me siento frente a la tele. Y de verdad en según qué momentos da bastante pena el ruido que se produce en los programas televisivos que hacéis. Los que se han puesto de moda en todas las cadenas. Fíjate que tan solo veo tu programa, pero no por el contenido. Si no por tu figura, por tu belleza y desparpajo. Concluyó sin miramientos el dormido, que deliraba desde su sillón.

—No te entiendo, Paco. A que te refieres cuando dices ruido. A la gente se le ha de dejar libertad para opinar. Matizó la señorita.

—Estoy en desacuerdo con el modo en la realización. Disponen a un moderador tras una mesa ovalada. Con cuatro o cinco opinantes, sean periodistas o famosos, que ahora les llamáis “Politólogos”. Dudando quieren hacerse notar, con voces altisonantes. No permitiendo el tempo de cada participante y en según qué ocasiones, hablan todos a la vez. Sin decir nada de provecho. Hizo un receso el inerme Paco en su butaca, dormido como un saco de harina y continuó dialogando desde su quimera.

—Les auspicia un locutor o presentadora. Que tampoco tiene nivel y les permite que se peleen entre sí, para mientras tanto poder engancharse y cortarles de cuajo. Sin que la audiencia se entere claramente de nada. Dejando la respuesta pendiente, sin su matiz. Dominique Designe, interrumpió a Paco súbitamente y le preguntó.

—Serías capaz de venir algún viernes a mi programa.

Algo percutió sobre la psiquis del dormido que lo hizo temblar de emoción. Con un alarido gutural que emitió Paco, ahogándose por la alegría desde su sofá, cuando sin apenas aire, despertó. No dando respuesta a la musa de su fantasía. Recobrando la sensatez y sin saber que es lo que había ocurrido.

En el momento que la emisora de radio repetía uno de los patrocinios que anunciaba. Entonces el despierto Paco volvió a mirar al frente desconcertado.

Sonaba el carrillón, dando las horas. Las manecillas del pendular oscilante marcaban las seis de la tarde. Tintineando seis veces en aquel momento, de un día y de un mes cualquiera en su vida.  De aquella vida sedentaria, aburrida y tediosa.


Autor: Emilio Moreno
26 de mayo de 2025
 

domingo, 25 de mayo de 2025

Cometió adulterio con Dylan.

 

El reloj sobrepasaba las once de aquella noche. Llovía a raudales, con exuberancia de aparato eléctrico, que hacía temblar a cualquiera por lo inclemente de la borrasca. La visibilidad no era ni de lejos todo lo diáfana que se necesitaba, para conducir recorriendo con seguridad aquella calzada. Sin embargo no le quedaba otra dirección. Ninguna, a tenor de su suerte.

Logan no estaba precisamente equilibrado ni alegre en aquellos instantes. Ni tampoco se sentía demasiado desgraciado por lo sucedido. Tenía una sensación encontrada entre liberación y desencanto. Después de la pugna prevista con su pareja que tuvo que librar, sin acritud. Dejando las cosas claras en su sitio y desenredando una trama criminal, que estaba destinada al fracaso desde que Kazherine volvió a pisar nuevamente Gran Bretaña. 

Olvidando los malos momentos que pasó, hasta que Logan acudió a protegerla y salvarla de una muerte segura. El único que concurrió. El que la amaba sin que ella le retornase aquel amor, porque jamás lo quiso. Ni recordó los favores y aquella forma natural, del hombre que le brindó cobijo, cariño y amor. Poniéndola en un pedestal.  

Precisó entonces, volviendo al mundo real, que viajaba por una escarpada vía. La comarcal del condado. La resbaladiza y cruel senda del abandono. Sin saber muy bien que camino tomar. Si dirigirse hacia el poblado de Fítol, o ir en sentido contrario en dirección a la ciudad de Bath.

Camino donde tantas y tantas veces, se había jugado el físico salvando sus curvas y los comprometidos cambios de rasante, tan solo por ver aquella mujer, que en realidad lo detestaba.

Después de la ruptura, Logan. Tuvo de nuevo que hacerse fuerte y preservar con pericia los muchos badenes. Tanto los de la senda, como los de su vivencia.

Sin destino definido, no porque no tuviera opciones de llegar a cualquier puerta, que sin duda se le abriría. Si no porque prefería aclarar su cabeza y despreciar todos los amargos instantes que había soportado por parte de Kazherine en el último tiempo.

Rememorar el cómo y el por qué. Había llegado hasta el punto donde se encontraba y entre que preparaba su memoria, le pasaron por su entelequia demasiadas emociones difíciles de asimilar, por estar entrometido en aquel chorreo de ventisca tormentosa y su desesperanza.

Conducía sin la atención necesaria, a riesgo de graves consecuencias por aquellos recovecos que ofrece la ruta del “viniste y no volverás”. La regional que va desde Brístol hasta Swindon. La famosa y conocida Gloucester Road, que atraviesa Horfield.

El aguacero dimitió por unos momentos, poco antes de que a Logan se le escapara el llanto, por aquella mujer que seguía amando. Ya sin posibilidad de enmienda. Kazherine le había confesado los motivos por los cuales lo acompañó en su regreso al Reino Unido.

La venganza contra Evelyn su hermana, que pretendía hacerla efectiva y que le diera tanto padecimiento y dolor, como ella soportó al perder a su hijo. Sufriendo en aquella tierra inhóspita, donde Evelyn la desterró tan solo porque no tuviera relación con el hombre que la preñó.


Logan seguía recordando aquel relato ocurrido. Aquella efeméride más o menos de unos quince años de antigüedad. Después de aguantar lo indecible y ahora, de forma impensable, perder a una mujer que jamás lo amó, ni supo valorarlo porque realmente lo usó para cometer una nueva atrocidad.

La misma que con ingratitud aprovechó el momento más crítico que cruzaba para pedirle ayuda y recibirla a cambio de nada. Para poder seguir subsistiendo en un mundo tan aciago, como es el de los bajos fondos.

Al encontrarse en peligro. Cuando su existencia pendía de un hilo en los suburbios de aquel país asiático. Pagando una severa factura extendida por su propia hermana, que la desterró con o sin razón. De forma despreciable en un mundo infecto, carente y desconocido, muy alejado de su tierra.

Los motivos de aquella expatriación no fueron gratuitos. Obedecían a una promiscuidad. Un engaño que se cobraba la hermana, que además tuvo que soportar el perjuicio. Por lo que fue exiliada, y apartada de la familia por un delito de infidelidad, grave y repetido. Después de cometer adulterio con Dylan, que era su cuñado. El marido de Evelyn, la que despreciándola por adulterina la mandó con ayuda de los gánsteres y maleantes que tenía en nómina, al lugar más alejado que se le ocurrió.

Todo lo más lejos que pudo. Donde creyó que jamás volvería a saber nada de ella y con un deseo. Que encontrara la muerte por inmolación.

Dejándola a su suerte en las calles repletas de vicio, de mierda y de prostitución, para que encontrara la horma de su pecado. Como si fuera una bestia y por haber dinamitado el maridaje de la primogénita.  

Con Dylan, la decisión fue más expedita y grave. Además de ajustarle las cuentas, desapareció de Brístol, para que nadie tuviera más noticias del adúltero, siendo su escamoteo quizás más lúgubre y arduo, por el poco eco que Evelyn diera a la noticia.

En el momento de recalar en la ciudad mesopotámica, Kazherine, iba preñada de Dylan, uno de los ampones de los arrabales de Brístol. Que era el esposo legítimo de Evelyn. Al llegar a la ciudad, aquellos repolludos delincuentes pagados por la “Lideresa”, siguiendo las instrucciones al pie de la letra la abandonaron. Sin contemplaciones, en uno de los distritos marginales. Quizás, el que más degeneración tenía y el paupérrimo por excelencia. En el suburbio del barrio de Chiwaidy, quedando indefensa, y a la suerte de los forajidos de la zona, que además de desvalijarla, le propinaron una severísima paliza, después de violarla y ensañarse al ser mujer europea.

Causa incurable, que le hizo perder el hijo que engendraba. La llevaron a que muriera en uno de los hospitales para extranjeros, sin certeza que pudiera recobrar la salud después de las vejaciones que soportó.

Por la casualidad mas inaudita del mundo, tropezó su expediente con Logan, un joven entonces destinado como diplomático de carrera, en la embajada de su país en aquella región.

Le llegó la noticia que en el University Hospital estaba internada una residente y coetánea suya. En un estado calamitoso, sin documentos, esperando la muerte de un momento a otro. Que ingresaron los bereberes al encontrarla desvalida y desnuda en el zaguán de una alcantarilla. Tras recibir una somanta de palos y detalles que conoció al interesarse por el recurso que encontró sobre su mesa de trabajo. Abusos que le hicieron perder el futuro que fecundaba. Sin familia, y sin detalles de como había llegado a la ciudad más impensable de un país tan distante y feroz. Sin cruzar por frontera alguna, sin documentos y desahuciada.


 

Aquel joven agregado de la embajada, intentó informarse del hecho y al ser imposible resolver nada en la distancia, acudió en su ayuda.

Los médicos ingleses destinados en la delegación, le salvaron la vida, a pesar de no poder ser madre en el futuro, debido a las magulladuras y los excesos que tuvo que soportar su cuerpo. Logan siguió visitándola, hasta que recuperó la salud.

Kazherine era una guapa mujer, esbelta, rubia, y con una educación esmerada, que supo granjearse la amistad y el deseo del diplomático, y acabaron viviendo juntos. Enamorándose de la fina mujer galesa. Con la que vivió en aquel inframundo, durante cinco años, sin saber demasiado de sus cuitas y de su pasado. Gracias a los contactos y favores que le debía gente de su propio país, Kazherine, supo enrolarse a espaldas de Logan, con el aturdo y las mafias del tiempo, y del país. Consiguiendo amparada por su compañero, por la labor de estado que hacía y por sus propósitos, posición, capital y prestigio.

Supo esperar el momento y cuando el destino del agregado de la embajada volvía y retornó a su país de origen, iba acompañado de Kazherine.

Los que pudieron establecerse, dentro de la holganza que producen las libras esterlinas. Favores inconfesables de gente agradecida, que devolvía el tributo. Beneficios políticos y lucros bajo cuerda de su bella y espigada compañera.

La realidad volvió a la cabeza de Logan que respiró profundo, una vez había remitido el riguroso temporal de lluvia y de viento.

Se aclaró un tanto y se reconoció más fuerte y seguro en aquella negra noche, que comenzó muy nefasta por tener su concepción en blanco. Con lo que pudo evadir aquella tempestad de agua, rayos y truenos que amenazaban como remate.

Había recordado con detalles significantes, la vida que llevó con su pareja en tierras orientales. Felicidad. La suya propia. Kazherine, dichosa con él, jamás lo fue, y ahora agradecía las consecuencias y su ruptura emocional, porque las intenciones de aquella mujer tenían tan solo una meta. Vengarse de Evelyn por haber sido la responsable de su destierro, sus daños y sobre todo, perder a su hijo, el engendrado con Dylan.

 

Transcurrieron dos meses, cuando Logan, leyendo el Brístol Post, en su nuevo destino de Puerto Príncipe, conoció la noticia que iba en portada. El hijo de la afamada Evelyn Graves, dueña de un imperio en Gales, había sido asesinado. 




Autor: Emilio Moreno
25 de mayo de 2025.

jueves, 22 de mayo de 2025

Entre Maravillas y Decepción.

 

Aquella mañana cuando arrancó el motor de su coche para emprender viaje hasta el taller de confecciones, sabía que llegaba tarde. Pero no imaginaba que iría acompañada durante todo el trayecto, y al llegar a su puesto de trabajo ya no pensaba ni mucho menos igual que cuando se pintaba los labios con aquella barra nutriente en color rojizo.

Se había entretenido maquillándose para que Rómulo al verla la encontrara atractiva y sexi. Antes se dio una buena ducha y se frotó su piel con crema y jabones perfumados. De ese tipo de bálsamos que los publicitan como fragancias infractoras de deseos inconfesables.

Nalda se encontraba hermosa, y pretendía desestabilizar el equilibrio de su jefe de sección. Sin importarle en ningún modo, que Rómulo tuviera una relación íntima con Lancis su compañera de trabajo. Su propia amiga y además la confidente de todo lo que tenía a bien contarle, que sin dudar lo aprovechaba en su beneficio y en detrimento de la confesora.

Esta desleal y lasciva mujer además de ser una inconsciente sin escrúpulos, actuaba como una ente desalmada y cínica. Desprovista de consideración y con la escasez de un sexo necesario, que ambicionaba de forma brutal, para poder calmar todas sus efervescencias. Ninguneando a la confiada de Lancis su compañera en la cadena de montaje.

Nalda Show, la zurcidora, necesitaba acción y sin sutileza, estaba engañando a su amiga. Con disimulo y con su frenética perspicacia, obtenía información del chulo que se montaba de momento a las dos hembras. Consiguiendo aquella costurera sacar de un quicio iracundo, al responsable de la cadena de montaje y al futuro aspirante de sus gozos eróticos. A la vez que traicionaba a su inseparable amiga, que sin percibirlo le iba anunciando de como prefería Rómulo los besos, palpamientos y efusiones.

La agitada costurera pretendía volver a meterse en la cama con el encargado del plantel. Observando que el patrón de la línea de confección, no dejaba de incitarla para repetir el primer encuentro que mantuvieron en el último rincón de los trasteros del cobertizo.

Rómulo fuera de sí, y queriendo rememorar el bis a bis y la hazaña, se paseaba con frecuencia por el pasillo donde aquella hirviente mujer estaba ubicada. Provocando a menudo miradas lascivas dirigidas a sus zonas más eróticas. Siendo un lenguaje corporal carente de palabras concretas, que ambos entendían.  

La oficiala, señorita Show sabía de todas las reacciones y gustos antojadizos del responsable de producción de aquel obrador. Por las petulancias de Lancis, que en confianza y sin pensar que se lo podía hurtar, le había instruido a su íntima.

Lejos de sospechar, que aquellas vanidades y presunciones pudieran arrebatarle semejante aventura. Al haber confesado con puntos, detalles y suspiros, todos los meneos y los ímpetus de Rómulo. Cuando se lo encimaba la ingenua Lancis entre ella y su colchón y llegaba al éxtasis deseado. Incluyendo sus sensaciones por las caricias, temblores y pasmos de efusión que registraba aquel amante.

 

Una vez dispuesta y preparada salió a la calle. Sin sospechar su futuro más inmediato. El producido en la siguiente hora y media. Cerró la puerta tras de sí, y antes de subir al ascensor, repasó virtualmente, que todo estaba como debía. Se encaminó en busca de su utilitario que había aparcado por suerte, no demasiado lejos. Estaba cerca de la esquina de Maravillas con Decepción, que es la confluencia vial mas iluminada de la ciudad. A paso firme caminaba, queriendo ganar segundos a su retraso laboral y por llegar cuanto antes al trabajo y no perder demasiada prima de su puntualidad.

Desde lejos observó que junto a su Chevrolet esperaba una joven trigueña. La conocía. Se habían saludado en alguna ocasión en las instalaciones de la cafetería de la empresa. Apenas habían tenido trato. La recordaba vagamente, por haber sido atendida por ella, en una ocasión en el departamento de Recursos Humanos. Era la becaria de la oficiala, leidy Dorothy Engels.

Al llegar a la altura del vehículo, aquella joven se dirigió con prudencia a Nalda. —Hola, buenos días. Señorita Show. —Saludó gozosa.

—¡Que tal, muy buenos días! —respondió la recién llegada. —Te conozco de algo ¿Verdad...?, —preguntó.

—¡Sí…! Me llamo Diana, y trabajo en Wohothensy Productions, como usted. —¡Ah… cielos. Ya me parecía que sí! Que te tenía vista. ¡Sí! Es cierto.

Eres la novata subordinada de la oficina de Personal. Ya recuerdo. ¡Bueno…, y que se te ofrece corazón!, tan modosita y esperando junto a mi coche. Con mucha guasa y retintín dijo Nalda, esperando respuesta de la lozana morenita.

—Pues quisiera rogarle me escuchara. —expresó Diana y matizó.

—Pedirle un favor. Abusando de usted y aunque parezca una fresca, no sé cómo hacerlo.

—Tú dirás. Si está en mi mano, ¡Dado por hecho! Le respondió sin inquietarla, esperando la respuesta de la jovencita.

—Voy muy retrasada para llegar a la oficina. El bus que me acerca todas las mañanas no aparece y algunos pasajeros me dicen que esa línea, esta hoy de huelga. Por lo que viendo y conociendo su llamativo Chevrolet, he considerado que si usted lo permite, y aprovechando su trayecto, podría acercarme hasta el trabajo.

—Claro… Por mi parte no hay ningún problema. Dijo la conductora y añadió.

—Debe ser el destino, ya que me pillas por casualidad. Voy muy rezagada. Mi despiste con el reloj esta madrugada, consigue que llegue tarde a mi ocupación.  

Casi me duermo en la ducha. Como no tengo costumbre en demorarme. Me sabe muy mal que ocurra. Aunque si con ello te ayudo, pues mi cabreo será menor.

—Sepa usted, que doy gracias, a esa providencia que existe. Comentó Diana con gracia y prosiguió.

—De ese modo nos conocemos, y seguro que en algún momento podré retornar ese favor que me hace. La sonrisa que le dedicó a la conductora. La hizo estremecer diciendo con afecto.

—Anda sube. —Instó la elegante señorita Show.

—Hazme compañía. Porque seguro que sufrimos la bendita caravana y el atasco hasta llegar donde vamos. Lo imagino por la hora. Comentó sin esperar respuesta y acto seguido destacó.

—Enlazamos con el estorbo de vehículos que circulan en este horario y nos comemos el marrón enterito.

El trayecto desde aquella esquina del Boulevard de Maravillas y la Avenida de la Decepción no era excesivo. No rebasaba los veinte kilómetros de distancia, pero los atolladeros y demoras en la circulación lo harían pesado.

No habían trillado ni la cuarta parte del recorrido, cuando tuvieron que detener la marcha por un fenomenal estorbo arterial en la vía transversal.

Momento que aprovechó la educada Diana, para decirle a su adjunta acólita, tras haber comentado varias menudencias referentes al trabajo, y de las situaciones que se dan en el mismo.

—Voy a entrar en algo que no me incumbe, pero deberías llevar cuidado con Rómulo. No es de fiar y juega haciendo daño a las mujeres guapas.

Aquella sentencia cayó como un jarro de agua nieve inesperado a la acicalada Nalda, que sin demora y con bastante destemplanza reprochó.

—Y eso a que viene ahora. —Esputó la zurcidora con rabia.

—Porque esa advertencia no es nada gratuita. ¡Ya me dirás de qué vas! Con ese falso interés… Me escuchas ¡cariño mío! …Que sabrás tú de mis cuidados con la gente del obrador. Este señor al que ofendes es mi jefe y que yo sepa, solo tenemos trato profesional. Hubo un suspirar intenso por parte de las dos mujeres y de repente, se escuchó.

—Lo sé. —respondió avergonzada Diana y no detuvo su charla.

—Todo lo que me acabas de decir lo sé bien. ¡Que lo sepas Nalda…qué lo sé, y escucha muy bien. Como además has de saber, si no lo has intuido antes, o por si lo desconoces. Te hablo con franqueza y que sepas. Que Rómulo es mi padre, y si te avisamos es porque sabemos del pie que calza.

Se instaló un silencio de poco menos de dos segundos, para que la sorprendida señorita Show contestara haciéndole a Diana, sendas preguntas.

—¿Lo conocemos?... dices tan tranquila. Lo conocemos… quienes. ¿Quiénes sois las que lo conocéis? y ultrajáis añadiendo y permitiéndoos la jeta de decirme que lleve cuidado.

En aquel instante la marcha en la carretera, estaba frenada por el estorbo de un vehículo cruzado. Los ojos desencajados de la choferesa, parecía iban a saltarle como esquirlas de las cuencas, esperando una respuesta creíble.

—Antes de contestar a la pregunta que me haces, —aclaró Diana—permíteme decirte que a tu amiga, la señora Lancis, la desprecia desde hace meses. No la desea, le molesta y no la quiere nada. Después de romper vilmente su matrimonio. Quedará abandonada. Pretende cambiarla por ti. Sollozó Diana con dolor y sacó su bilis sin detenerse.

—Tan solo la usa para sus antojos en el mismo camastro que usa contigo. En el asqueroso rincón de la alacena de las resinas textiles. Como ha hecho siempre con las tres o cuatro anteriores a ella. El conflicto es que Lancis, está ciega por él, y la decepción será aguda. Sufriéndola muy pronto, en el momento menos esperado. También la avisamos. Aunque no nos hizo caso, ni a mi madre ni a mí. Actuó como lo haces tú ahora. No creyendo lo que escuchaba. Frenó Diana, la celeridad de conversar, y matizó.

—Ya es el momento de tomar cartas en el asunto. Porque vemos, que el muy truhan, se ha cansado de ella y la quiere sustituir. Dejando en la estacada a Lancis, como lo hizo antes, con Marlene de la sección de Expediciones, Irene del departamento de Compras y con Raquel la verificadora, y mucho tiempo atrás con mamá.

—Un momento. Por favor. Un momento. —Exclamó dejando la conducción y echando el auto amarillo al arcén.

—Quienes sois, por cierto las que dices, lo conocéis, y tan preocupadas estáis. Siguió argumentando encolerizada la conductora.

—Aclárate. Siendo más directa, o refiriendo algún detalle de los que te callas. Además yo con ese señor, no tengo ninguna historia. Nada de nada. Y jamás se me ha ofrecido con proposiciones sensuales.

—Podrás decir lo que quieras. Sin embargo Rómulo, ya ha contactado contigo en más de una ocasión, y tú le has abierto tu puerta, desabrochado tu blusa y arremangado tu falda. Aunque quieras negarlo. Lo sabemos. También estamos al corriente, por ser su forma de actuar. Replicó Diana convencida y continuando con el diseño de su charla, para llegar a convencerla.

—Comienza con sus miraditas y sus encuentros ocasionales en los pasillos del taller, haciéndose el gracioso y conviniendo casualidades. Hasta que ataca, toca, roza y obliga, auspiciado por su condición de jefe, con amenazas veladas y si cabe con el despido inmediato. Algunas tragan y consienten.

La marcha en aquel vehículo se reanudó y al poco, detenidas en el semáforo que da entrada al polígono, donde está ubicada Wohothensy Productions, Nalda preguntó.

—Diana. Dime como sabes tú tanto del tema, y porqué defiendes con esa fuerza a Lancis. A lo que la joven declaró.

—Porque mamá y yo, estamos hartas que vaya engañando a las empleadas. Generando un ambiente cruel en el taller.

—Quien es tu madre. —Preguntó abochornada. —Y como atacas tanto a tu padre.

—Mi madre es Leydi Dorothy Engels, la jefa de Recursos Humanos. Otra víctima del hombre con menos humanidad de la tierra. No sé si la primera, porque ha habido demasiadas. Dorothy le dio cargo, jefatura y prestigio. Sin embargo él a cambio la vejó y maltrató hasta que mamá, abrió los ojos y pudo despacharlo. Y aunque no lo creas. Ella después de mucho sufrimiento, fue la que puso en conocimiento a Lancis, que ciega por Rómulo, rompió con su familia, con un buen marido y unos hijos muy jovencitos.

Quizás ese detalle tu amiga, no te lo ha contado. Sin embargo, ya no hay vuelta atrás. Al cabo quiso sin evadirse, contestar a la segunda parte de la pregunta. —El atacar a Rómulo, es por vergüenza y porque ha tenido hijos con algunas empleadas, a los que ha abandonado y si quieres que sea sincera. Son hermanos míos, a los que no puedo tratar por no reconocerlos y motivos obvios.

Nalda quedó estupefacta al conocer tantas noticias agrias en un viaje tan corto. Reseña que jamás le explicó Lancis, entre otras muchas más que Diana, le fue descubriendo a Nalda, que arguyó no sin decepción.

—Menudo tipejo. Si no me lo dices, jamás lo hubiese imaginado. Hasta, claro está. Se hubiese cansado de mí. No soy ni me considero una nueva inmolada más. De esos jefes abusivos, que aprovechan su caudillaje para subyugar a las tantas infortunadas, como yo. Porque he permitido que me sobe, me use y me ensucie, a cambio de nada, porque nada espero. Tan solo me llevo unos revolcones en ese cuchitril repulsivo donde lleva a sus víctimas. Dijo entre dientes Nalda comprendiendo que estaba completamente traída.

Diana para concluir y dejar el tema poco antes de llegar al taller le dijo a la asalariada de la cadena de montaje, ya menos brava que momentos antes.

—Te pongo en antecedentes, por si quieres evitar la vergüenza de lo sucedido con Lancis, y que ella, ni tan siquiera intuya, ni sepa jamás que estabas dispuesta a arrebatarle a Rómulo. Liándote con él a sus espaldas.

Sé que tenéis buena relación y casi todo os lo contáis. Creo que ahora te necesita porque está a punto de abandonarla.

Nalda aparcó el Chevrolet amarillo y le comunicó, no sin escepticismo a Diana.

—Me vas a decir ahora que ha sido una casualidad, el que te trajera hoy a la oficina, que el transporte público está parado, que no me esperabas desde hacía un buen rato. Que todo este encuentro y la charla, ha sido simple casualidad, o producto de la Providencia.



Autor: Emilio Moreno
día 22, mayo 2025

viernes, 16 de mayo de 2025

La Sicaria Deisy Destroys.

 










Deisy Destroys, era una mujer atractiva y muy atenta. Cordial, cercana y muy partícipe con la comunidad, que se ganaba la vida de forma inaudita. Sin que su pareja actual, y ningún familiar, amigo o acompañante supiera el oficio que desempeñaba, ni el lugar donde acudía para recibir encargos y cumplir con su obligación de jornalera y asalariada.

Tampoco conocían quien le proveía sus labores, ni por donde recibía sus emolumentos y honorarios.

Mantenía una relación con Jesús Patricio desde hacía años y vivían felices a las afueras de la población. En un paraíso lleno de naturaleza y aires límpidos que ayudan a existir. Mantuvo anteriormente relaciones con dos personas, a las que se les perdió la pista una vez firmaron el divorcio.

No quería ataduras de cónyuge ni de amamanto. Prefería estar libre en su mundo y no tener que ofrecerse en tareas tan complejas y obligadas como tienen las amas de casa.

Ella tuvo que encargarse de la crianza de sus cinco hermanos, al quedarse huérfana muy jovencita, y aquellas vivencias concluyeron, con la ambición de estar dedicada al hogar tradicional.

Presumida como nadie, limpia y apasionada, era una belleza verla caminar por el barrio, sin levantar sospechas criminales. Ocultaba perfectamente a lo que se dedicaba y mientras le fue posible, no quiso, ni pudo difundirlo. Con lo que nadie. Ninguna persona en absoluto sabía de sus desmanes.

En un tiempo fue repartidora de enseres raros de una empresa afroamericana. Regentada por un cártel desconocido, y con apariencia criminal, que operó sin menoscabo mientras no se descubrió la ingente cantidad de irregularidades que cometieron con acreedores y el desfalco, hallado por la Fiscalía del Ministerio del Trabajo. Condena que los llevó al borde y antesala del cierre del negocio y sus instalaciones.

Dejó de incumbir Deisy en las listas de empleo del país, y tampoco estuvo inscrita en el instituto de los desocupados. Sin tardar el Ministerio de Hacienda, relacionó a esa entidad de <Peligrosa> y tras las oportunas investigaciones y delaciones, quedó sin consentimientos para desarrollar sus actividades por falta de permisos y autorizaciones.

Al descubrirse que usaba un entramado para la distribución de alucinógenos y substancias medicinales altamente nocivas, los responsables de aquella firma huyeron a destinos desconocidos. Quedando todos los operarios y administrativos de la plantilla en el desempleo. Donde posiblemente la dirección de la industria castigada. Antes de desmantelar su negocio, escogería bajo mano, a los trabajadores más afines y activistas. Para continuar con sus prácticas siniestras de forma clandestina.

Todas ellas penadas por la administración correspondiente, como afines al tráfico de personas y narcóticos. Menudeo, sabotajes y crímenes a la carta.

 


Hace quince años, que la ínclita Deisy tuvo que exterminar a un poseso. Se podría afirmar que tomó cátedra inicial en el delito.

Obligada y siendo la primera vez que delinquía manchándose las manos en color rojo por la sangre. Sin muestra de reparos ni atriciones.

En aquel momento, tuvo que matar a la fuerza. Al tratarse de su integridad y su vida, o la del agresor. Llevando la peor suerte el pendenciero violador, que ingresó en el tanatorio sin menoscabo y sin un ápice de compunción.

Después de una trasgresión interrupta que pretendía ejercer un allegado familiar indecente, que trató de violarla y penetrarla. Abusando de su cercanía y progenie, y creyendo que la tal Deisy, callaría para siempre por la ascendencia natural. Acabando aquel degenerado, en una preciosa caja de pino barnizada en color roble. Enteramente difunto.

Presuntamente por un edema cerebral, derivado de un accidente, al desplomarse de una escalera de quince peldaños. Que es el parte oficial mortuorio que se dio, al desconocer realmente lo sucedido y su autoría.

No mucho tiempo después, tuvo que volver a repetir la acción, de forma repentina y concluyente.

Una noche que volvía la sufrida Deisy del cine, fue asaltada de forma cobarde y por sorpresa de un sofocado vecino de su barriada. Teniendo que pararle los pies y cerrarle la bragueta al desgraciado que intentaba transgredirla.

Sin poder llegar a desahogarse y concluir, la acción aquel valiente de la oscuridad. Al tropezar con la experiencia y entrenamiento de la sicaria, que le dibujó su futuro de inmediato. Hundiéndole un peine metálico que le insertó en el cuello, dejándolo en un oscuro charco viscoso desangrándose. Recogiendo su púa del cabello y borrando toda huella. Para que la investigación del evento lo sobreseyera por falta de indicios,

Desde ese instante, comprendió que toda su belleza corporal, toda su educación académica y toda preparación religiosa, no servía para frenar a tanto desgraciado acosador, que se creía ser dueño de cualquiera de las mujeres que se le antojara y apeteciera. Tomando cartas en el asunto como defensora de tantas desvalidas, que lloran sus desgarros y sus penas. 

Desconociendo Deisy, el procedimiento y el modo, con el que se ponían en contacto con ella. Ni el lugar de donde le venían aquellas peticiones para que entrara en acción. Recibiendo el nombre del escogido y el sobre del pago, en el lugar y en la forma más inverosímil.

Surgiéndole suficientes trabajos inconfesables para exterminar a cuantos indecentes existían.

Nadie pudo relacionarla con los dos actos tan cacareados, en los que protagonizó, por no existir equivalencia ni pruebas fehacientes de los hechos, pero quizás los antiguos potentados y forajidos de la empresa donde trabajó, le vieron madera de Sicaria y eran los que le suministraban la lista con los candidatos a extinguir y los incentivos tras la ejecución.

Se convirtió sin parangón en una exterminadora, escurridiza y dilecta. Una resbalosa y pendenciera asesina de mucho prestigio, que se ganaba la vida aniquilando a gentuza maligna por conveniencia de terceros.

La airosa Sicaria, parecía afable y minuciosa, y asolaba suavemente sin escandalizar a nadie. Con un impecable resultado. Sin imaginarse que le seguían los pasos más cerca de lo que preveía. Dada su excesiva confianza cometió un par de errores que la llevaron a un callejón sin salida. Hasta que la detuvieron y ajusticiaron.

Cayéndole una condena de veinticinco años de prisión permanente y revisable.

Los periódicos y revistas del corazón se hicieron eco de la noticia y del secreto severo que las autoridades llevaban oculto, para no levantar suspicacias entre el pueblo.

Sin embargo al entrar en presidio, la matona Deisy, levantó la curiosidad de los agentes de noticias comarcales y de los muchos periodistas de investigación de sucesos, que trataron de contactar con la acusada Leidy Destroys. Consiguiendo bajo precio acordado, describir detalladamente sus delitos y antecedentes.

Compendiando de todo aquel hervor, sucesos espeluznantes y publicar unas crónicas pretéritas para dar a conocer al gran público sus desmanes desconocidos. Detalles tan anónimos hasta entonces, que sin duda serían del interés morboso de la mayoría de los ciudadanos. Dadas las circunstancias del desconocimiento de semejante protagonista, se desató una vorágine inaudita por saber noticias de las que algunos consideraban como “La vengadora de los impotentes. Personaje que pasó durante años desapercibido y sin la popularidad que se le brindaba ahora, por sus actos cometidos.

 

Nadie tenía fotos, reseñas ni detalles de Deisy la Sicaria femenina, y todos se preguntaban como había podido delinquir tan a su gusto.

El rotativo Galés, The Criminal Events, capitaneado por Zacarias Stout, se hizo con la exclusiva de la historia y pudo entrevistar a la Sicaria Femenina en la sala de visitas del presidio. La que explicó su historia, a cambio de una representación de los mejores abogados. Para que la defendieran en su causa, a cambio, de la confesión de alguno de los hechos contados y confirmados.









autor: Emilio Moreno
16 de mayo de 2025