James se dirigía al club a verse como cada tarde
con su reducido grupo de colegas. Todos ellos inseparables, a pesar de sus discusiones,
opiniones y sus malditas diferencias. Conocidos, amigos y compañeros desde la
primaria. Incluso con Noah y Liam, camaradas en la guerra. De los veintitantos
que se criaron juntos, falta un gran porcentaje. Unos porque viven en otros
lugares, otros porque están impedidos por enfermedades, y el resto porque se
marcharon de este valle sin ganas. Todos ellos difuntos, y del todo pacientes.
Quien sabe dónde. Nadie lo sabe, pero sin duda haciendo antesala sosegados, esperan
con la seguridad que tarde o temprano, volverán a saludarse.
Significa que todos ellos pasan de setenta años.
Ahora suelen reunirse en su pub de referencia. Oliver, Bruce y Gary, además del
ínclito James. Que sin dudar es el que suele mover la cazuela para que nadie
pierda el hervor y sigan desafiándose.
Noah y Liam, sin ser por costumbre tan asiduos, suelen
frecuentar la tertulia con repetición. Noah por ser una víctima. Un ex
alcohólico y pendenciero. Recién salido del “<Institute for the
Deranged Mentally”>, que significa y se le conoce en latitudes
hispanas como el manicomio militar. Instituto de Trastornados Mentales. También
se esfuerza por no perder la última relación de afecto que le queda.
Liam Blaine ordenado sacerdote, desde la
licenciatura en el ejército. Acabando la última cruzada en Vietnam colgó en un
gancho su vida mundana. Es el clérigo de la comunidad. El que imparte la
palabra divina en el contorno.
Oliver Rouson cuando está libre de sus ocupaciones
de "sheriff", aparece para recordarles que la ley es la que mantiene
el estado de derecho, que no sean ociosos y que deberían dejar de conducir, al no
tener edad para circular con garantías.
De las chicas con las que solían tratarse en sus
años verdes, quedan con ganas de presumir cuatro o cinco. Todas ellas abuelas.
Dedicadas a repetir sus dolencias a conocidos y presumir de los nietos. No suelen
asistir a la partida de dominó, ni a degustar el americano de las cuatro de la
tarde. Siempre en el Nutella Café Chicago. Su particular
garito que sigue estando en el 189 de la Avenida de Míchigan.
Ava es la esposa de James. Aquellos jovencitos se
hablaban desde los doce años. Fue uno de los que tuvo que marcharse obligado
con las levas de las milicias a la guerra en el año 1966. Junto a Noah y Liam.
Tras un sorteo nacional, que afectaba a la juventud
del país. Aquella que debía cubrir con soldados a las tropas.
Destinados los tres amigos al Valle del Drang,
donde participaron en cruentas batallas.
A James lo repatriaron tras ser herido de gravedad,
en combates espeluznantes, regresando a Chicago con todas las consecuencias que
dejan semejantes vivencias. Gracias al amor de su vida, pudo ir recuperándose
de las heridas y de las derivaciones. Se casaron tras un tiempo de paciencia y
recuperación. Ava, pronto le quitó las nefastas memorias y pudo hacerle redimir
el sentido normalizado. Después de recordar las peripecias amargas subsistiendo
en la selva, aterrorizado por las guerrillas del Vietcong. Las escaramuzas
mortales a las que se tuvieron que enfrentar y al designio de su destino. Una
vez regresado a casa, James, fue sometido a sesiones de los sociólogos y
gracias al cielo, a la suerte y a su esposa, comenzaron a edificar su familia.
Noah no corrió la misma suerte que su colega James.
Fue apresado por las guerrillas y estuvo en un campo de concentración hasta que
acabaron las hostilidades. Cuando regresó a Chicago, no era persona. Las drogas,
el consumo de alcohol y la podredumbre de su carácter, le hicieron ser durante
un tiempo una bestia. Herido de gravedad en campaña, sufrió amputaciones en las
manos, además de las vejaciones de la conflagración, retornando desquiciado y
perdido por los años de angustia y miedo.
No pudo casarse, con su novia de toda la vida.
Margaret. La que también lo esperaba, y resignada tuvo que mirar hacia otra
parte y olvidarlo. Al haberse convertido en un desequilibrado y alcohólico
personaje. La que en un tiempo fue su
chica, aquella preciosa pelirroja inteligente profesora, no pudo apenarse de
Noah demasiado. Al morir muy joven tras una enfermedad cruel. Que le evitó
sufrir en demasía por su cáncer y por sus anhelos. Agravada quizás por las torturas
y padecimientos, que posiblemente dimanaran de las consecuencias del estado
físico y psíquico, con que se encontraba aquel joven rubio, que en un tiempo le
robó el sueño a Margaret, y que a la postre enferma, se la llevó. Abandonando
esta vida después de sufrimientos y malos augurios.
Liam, es el predicador de la comunidad. También
tuvo que participar de toda aquella vorágine en los combates y escaramuzas.
Llegó por méritos propios al grado de Mayor de Infantería. Responsable de una
compañía de jóvenes soldados.
Condecorado por su valor en el campo de batalla.
Liam jamás ha explicado detalle alguno de los sufrimientos acaecidos y
soportados. Cuando regresó a su patria, no tuvo dificultades en adaptarse a la
vida normalizada. Sin embargo rompió con Adelaida, joven y guapa prometida, que
lo esperaba para crear una felicidad compartida. No fue posible. Las causas las
deben saber Liam y Adelaida, pero jamás han sido declaradas.
No tardó en dedicar su vida terrena al prójimo,
ordenándose sacerdote y dando servicio en su feligresía desde entonces. La que
en un tiempo fue su prometida, emigró de Chicago sin hacer el menor ruido. Sin
despedirse de nadie, y defraudada creyendo que jamás reanudaría su existencia.
En Lisboa la capital de Portugal, se afincó al
enamorarse de Filipo, un comerciante de tejidos. Es ahora, una abuela de cinco
nietos, con apariencias de haber sido feliz.
Emma está junta con Gary tras haber estado ligada y
divorciada tres veces. De sus varios matrimonios contraídos sin tener la
convicción de ser un ama de casa convencional, ni vocación por ser madre.
Es una de las que no finalizó los estudios medios y
trabajó durante toda su juventud en la cafetería de la zona más chic de la
ciudad. Su primer matrimonio fue con Hermenegildo, un guatemalteco que
trabajaba en la estación de servicio. Un sin papeles guapo, complaciente y bien
dotado, que tras de la celebración de una bacanal loca de anfetaminas y sexo,
hubo fiesta. Creyendo al existir un retraso de semanas en su menstruación, que
estaba en cinta preparó los documentos y se juntaron como pareja de hecho. Hasta
conocer que había sido una falsa alarma, que la dejaba libre. Aquella aventura
duró dos años y volvió a notarse desocupada, como el taxi de su segundo esposo,
al que conoció, en uno de los trayectos que solía hacer los jueves. Que visitaba
a su madre, en la Residencia Popular de Ancianos. Tampoco cuajó, aquella
relación, con duración menor a un trienio. Quedando como amigos, y antes de
consumarse su divorcio, llegó la tragedia.
Rony, el taxista tuvo un accidente mortal camino de
su casa. Una madrugada a la vuelta de una fiesta de disfraces de alcohol drogas
y rameras.
Emma, sin remordimientos por nada ni por nadie y como
último extremo, cazó a Gary, el ahora Juez de Paz de la zona. Un apocado
caballero que en silencio siempre bebió los aires por la esbelta y descarada
Emma, que lo llevaba a traer, babeando. Hasta que un buen día de contrición que
Gary cenaba solo en la cafetería donde ella cumplía con su oficio, le ofreció
su amparo y compañía. Ella no era mujer de vivir sola, sin hombre obediente y esclavo
al uso, accediendo a iniciar otra relación. Los casó Liam en el único
matrimonio eclesiástico de Emma. Ahora hace ocho años, que comparten toses, dolores
y vejez.
Mia es ahora, novia de Bruce, que habían conseguido
estar solteros hasta que el reumatismo les avisó que les quedaba la cuerda
justa para hacerse compañía mientras durara el vals. Ambos se gustaban desde
niños, sin embargo jamás pudieron enredarse emocionalmente por culpa de sus
familias que no se trataban por diferencias insalvables. Bruce emigró a Europa
y jamás la olvidó. Mia, le consagró con resignación su juventud, la virginidad
y la paciencia desde la distancia, hasta que desquiciado Bruce, después de
cumplir una condena injusta en un presidio de Montpellier, regresó a Chicago.
Reanudando su relación con Mía que aún lo estaba
esperando en el quicio de su puerta. Son felices sin grandezas, comparten sus
días cuidando las plantas de su jardín y los dos caniches que mantienen.
Todos sin excepción y cuando pueden, se siguen
viendo. Tratándose como siempre, con familiaridad, discutiendo, llorando a
veces por sus cosas, hablando y desdiciendo de momentos nada normales de sus
vidas. Son amigos, inseparables y según ellos, más que familia. Siempre desde el
particular boliche que sigue clavado en aquella Avenida de Míchigan y se sigue nombrando
Nutella Café.
Emilio Moreno
Mayo, 20 de 2025