El control de carreteras se había dispues
to en el kilómetro 773, de la nacional N-420, calzada
de unos ochocientos kilómetros, que prácticamente atraviesa la península
ibérica y une las ciudades de Córdoba con Tarragona, pasando por Cuenca. Conectando
el viaje, una vez en Cataluña, con un nuevo itinerario. Con el disimulo
necesario, siendo otros arrieros los acarreadores, hasta llegar a la frontera
francesa.
Era la ruta
establecida y la preferida por aquella trama de delincuentes.
Al cruzar
media España, y recoger en todos los puntos marcados, ciudades o pueblos, la
esencia de la exportación, sin levantar la mínima sospecha.
El
itinerario usado en los últimos tres años, era el más idóneo para la mafia
ilegal que trabajaba a las órdenes de los gánsteres instalados con disimulo en Belgrado.
Que era el punto de procedencia de las órdenes a cumplir y recepción formal de
lo que llegaba.
Maniobra e
intercambio hecho con aquella diplomacia profesional que usan los forajidos. Posterior
a la recepción, hechas las modificaciones diplomáticas para evitar
imponderables, todo quedaba dispuesto para proseguir con nuevo destino
incierto. Decidido por los jerarcas de las varias empresas clandestinas que
pululan sin respetar las leyes, en países de Asia. Zona de la central de
operaciones y adaptación del producto para volver a ser comercializado en otros
lugares.
Hasta que
se rompió la cadena ejecutoria por unos intereses penitenciarios, de uno de los
arrepentidos del consorcio, que con la medida tomada de aquella delación,
rebajaría la condena. Al haber llegado a un acuerdo con la Fiscalía, en el
inminente juicio que se celebraría en Madrid, en dos meses y medio.
Todo estaba
dispuesto aquel domingo, y con la inmediatez oportuna, ya que hasta el último
instante, las carreteras nacionales permanecieron abiertas libremente al
tráfico, sin interrupciones policiales, hasta que la luz verde de la operación
se encendió.
Se había montado
un registro vial en Calaceite, a cargo de la Guardia Civil. En el punto exacto de
esa calzada. En la intersección del cruce de la mencionada vía estatal con la comarcal
aragonesa. A-1413, que conecta con la población de Cretas.
Punto concreto
de parada obligada por los agentes de la Fiscalía Nacional, a según que
vehículos, para la comprobación y revisión de mercancías transportadas por
camiones, furgonetas y automóviles, en aquella fecha señalada del domingo siete
de septiembre.
El cribaje
y escrutinio situado en aquel paraje del trayecto, era debido a un chivatazo
dado por alguien interesado. Posiblemente cómplice arrepentido del correo
prohibido de componentes clandestinos e ilícitos.
Sin saber
aún cual era el vehículo que acarreaba el cuerpo del quebranto, ni la clase del
material escondido. Debido a la amplia gama y diversa variedad trasladada en el
comercio ilegal que se perseguía.
Eran las
cuatro de la tarde, de aquel domingo. Cuando los agentes de tráfico de la comandancia
de Alcañiz, recibieron la alerta de aproximación de los sospechosos. En la esquina
de aquella bifurcación el jefe del operativo recibió vía interna, una orden de máxima
prioridad, exigiendo precaución en la detención del par de camiones ya
identificados desde hacía unos kilómetros.
Vigilados muy
discretamente, desde el origen de partida, con paradas para carga en Puerto
Llano, Ciudad Real y Daimiel, hasta llegar al área de Alcázar de San Juan, en
el que recogieron bultos y ya no se detuvieron hasta Cuenca. Donde también acumularon
equipaje. Bultos y demás enseres que esperaban dentro de unos hangares inmensos
con un cargamento frágil, que hacía antesala desde hacía horas. Dotación que
ensamblaron en el interior de los contenedores iniciales. Todos ellos fletados
por aquellos proveedores anónimos desde Montoro en la provincia de Córdoba.
Hasta
llegar al punto que esperaba aquella inspección. En la intersección de la
Nacional N-420 y la comarcal, hacia la villa de Cretas.
Allí debían
ser inspeccionados con hondura los camiones que se acercaban, en aquel punto establecido
de la calzada. Preparada por los servicios de la Jefatura de Tráfico. Que
establecieron un punto físico de investigación con dotación de agentes de la
Benemérita. Los que con antelación dispusieron la parafernalia de precaución
para evitar fugas. Ganchos de artificio puntiagudos de metal, aserrados y
dentados para destruir neumáticos y las clásicas vallas metálicas y conos
alrededor del perímetro de la calzada.
De momento
recogidos sin desplegar, hasta llegado el instante de dar el Stop. Dispuestos por
si hubiera intento de fuga. Añadiendo como no, la presencia de los varios
agentes debidamente armados, esperando cualquier imponderable.
A lo lejos,
no a menos de cien metros, los agentes dieron el alto al primero de los dos
camiones de gran tonelaje. Por el margen derecho de la vía al Volvo negro, y al
segundo convoy, el más claro fabricado por Scania, fue avisado desde la misma
distancia desde la parte opuesta, la izquierda de aquella calzada, para que
ambos se dieran por avisados y redujeran la velocidad.
Ambos eran
coches articulados, con una masa máxima autorizada de doce toneladas. El ruido
de frenado se hizo sonoro en aquel asfalto, y la marca de los neumáticos en el
suelo se fijó como la tinta al trapo.
El resto de
agentes que disimulados esperaban en el arcén, se acercaron a la altura de los
dos convoyes, unos por la derecha y otros a la izquierda.
El que
circulaba delante. El primero que detuvieron era un Volvo, de categoría N3, y
el segundo, el que hacía las veces de seguidor, circulaba unos doscientos
metros más atrás. También detenido.
Siendo este
articulado en color blanco y de la marca Scania. Exactamente de la misma gama y
condición.
El sargento se acercó a la cabina del conductor y lo invitó a que descendiera del vehículo, con suavidad, pero mostrando el cañón de su fusil desde la ventanilla.
—Buenas
tardes. Por favor detenga el motor y baje del camión con los documentos del
seguro, y de las materias que transporta, que vamos a comprobar la legalidad de
lo emplazado, en las condiciones que va ordenado y si mantiene la temperatura
aconsejada.
El chófer,
un europeo con idioma español suficiente. De complexión pesada, preguntó
extrañado.
—Que es lo
que pasa agente. No hemos infringido la velocidad, compruebe mi tacógrafo y
verá que digo la verdad.
—Lo sé, que
llevas velocidad controlada desde que saliste de Montoro, pero buscamos otras
cosillas. Replicó el sargento, invitándolo a descender.
—Tenga usted
la bondad de bajar y mostrarme los documentos del transporte que acarrea, y
abra el compartimento de carga que hemos de verificar ciertos detalles.
—A qué se
debe este atropello. Podría informarme, llevo el tiempo justo para llegar a la
frontera. Pretendo conservar la mercancía, que es perecedera y si usted me lo
permite, debería llegar a destino antes de cinco horas.
—Sí … ¡Está
claro…! comunicó el guardia.
Haciendo un gesto de …date prisa, que vienen curvas.
—Te permito
los comentarios. ¡cómo no! …Lo entiendo casi todo, pero baja y haz lo que te he
ordenado.
Al
conductor del Scania, lo tenían ya a la altura del sargento, con los documentos
de la carga y todos los acreditativos de los permisos y seguros. Aquellos muleros
estaban juntos, y los dos eran nacidos en la misma zona europea.
—A ver,
iremos por partes. Dijo el sargento. Dirigiéndose al conductor del primer
vehículo. Mientras sus ayudantes ya buscaban por línea interna los posibles
delitos de Florín y Alexandru. Recaderos de las existencias habidas en el
cargamento.
—Que es lo
que lleváis en la carga. Indagó el suboficial.
Alexandru
el piloto del segundo vehículo, el menos forzudo apostó gracioso disimulando,
mientras Florín se lo miraba aterrorizado con cara de pocos amigos.
—Llevamos
carne de cerdo y cajas con vinos tintos de origen de la Mancha, aceitunas y
botellas de aceite de las almazaras y molinos de Jaén y Córdoba. Nada más. Va
todo indicado en los protocolos de embarque. Pueden verlo pero, si es posible, eviten
por favor la demora. El tiempo es vital para que llegue en condiciones y esta
detención, nos complica el tiempo de la entrega.
La carne ha
de llegar en un tiempo marcado. Si nos excedemos y hay retraso perdemos el
embarque, se pudre la chicha y no cobramos.
—¡Anda, que
pena! ¡Y dices que no os comprobemos la carga! ... Y me lo pides tan serio. Comentó
jocoso y en tono de, “átate los machos”. Aquel agente con galones de suboficial
siguió el protocolo al pie de la letra. Prosiguiendo con su relato y mirándolo
a los ojos.
— ¡No me
digas!... Quizás lleváis prisa. ¡No lo creo!... Verdad Don Florín. Veo que vas
entendiendo este chocho. Sonrió por la impronta de los dos porteadores y
preguntó, al primero que tenía más cerca.
¡A ver,
muchacho! … ¡Que me estás pidiendo…!, …Que haga la vista gorda y os deje
marchar sin más. ¡Sabes que eso es imposible! Estad tranquilos y facilitarnos
la comprobación. Comprended qué os hemos detenido por alguna causa. Y aunque
queráis disimular, estoy seguro que sabéis que mercancía lleváis en el furgón.
Apresuraos
y ¡Abrir las compuertas inmediatamente!
Aquellos
transportistas, se vieron atados de pies y de manos y sabían que no los libraba
del registro ni el “Huracán Sandrina”
La primera
imagen que se divisaba y se percibía por el sentido del olfato, al abrir las
compuertas traseras del container, que portaban aquellos camiones articulados,
fue un olor fétido a muerte.
Combinado
con el aroma de unas verduras que se mantenían gracias a la baja temperatura de
aquel recinto metálico.
Entre
frutas apiladas en cajas de plástico, sobresalían las melenas y las miradas de
terror de las muchachas que iban disimuladas en el compartimento, mezcladas y
semi arrodilladas, entre los enganches de la cabeza y el tronco de los cerdos
ya sacrificados. Que pendían de unos ganchos desde el techo del compartimento
metálico. Aguantando aquellas jóvenes la fetidez de los gorrinos sacrificados.
Otros, lechones vivos, metidos en sus jaulas de arrastre y mezclados con las chiquillas
marroquíes, y las mocitas andaluzas que trataban de sacar del país de forma
ilegal y camufladas. Con destino a la prostitución y a los servicios que
ofrecen las meretrices.
Una vez realizada la gestión con el éxito esperado, los gendarmes dieron parte por radio frecuencia a sus superiores y comenzaron por atender a las muchachas esclavizadas, hallando a dos de ellas sin vida. Con lo que detuvieron al par de camioneros que juraban no saber cual era la carga que arrastraban.
Comunicando
que ellos tenían la tarea de cruzar la frontera por La Junquera, llegando a
Perpiñán y proseguir por carretera atravesando sin detenerse en la ciudad de
Narbona. Hasta llegar a Bézier.
Buscar un
área de servicio de esa población francesa que está ubicada en la proximidad de
la autopista A9.
La conocida
y afamada Truck Etape, que es el área de servicios para camiones esencial de la
zona.
Esperar la llegada
de la oscuridad de la noche. Descolgar los contenedores del camión de arrastre,
y sin más engancharlos y acoplarlos a otros vehículos de tracción articulada, conducidos
por otros transportistas que esperaban, para seguir camino hacia quien sabe
dónde.
Al cabo de
unos días en los periódicos nacionales, salía a toda página una noticia
escandalosa. El mundo no comprendió ni celebró.
Sin saber a
santo de qué, ni entender el motivo de la exención de condena a un exbanquero,
que estaba a punto de celebrar un juicio muy sonado. Acusado de indicios de malversación
de fondos, tráfico de influencias y obviando la razón mollar, por motivos
políticos.
