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domingo, 14 de septiembre de 2025

Transportistas de cadáveres.

El control de carreteras se había dispues


to en el kilómetro 773, de la nacional N-420, calzada de unos ochocientos kilómetros, que prácticamente atraviesa la península ibérica y une las ciudades de Córdoba con Tarragona, pasando por Cuenca. Conectando el viaje, una vez en Cataluña, con un nuevo itinerario. Con el disimulo necesario, siendo otros arrieros los acarreadores, hasta llegar a la frontera francesa.

Era la ruta establecida y la preferida por aquella trama de delincuentes.

Al cruzar media España, y recoger en todos los puntos marcados, ciudades o pueblos, la esencia de la exportación, sin levantar la mínima sospecha.

El itinerario usado en los últimos tres años, era el más idóneo para la mafia ilegal que trabajaba a las órdenes de los gánsteres instalados con disimulo en Belgrado. Que era el punto de procedencia de las órdenes a cumplir y recepción formal de lo que llegaba.

Maniobra e intercambio hecho con aquella diplomacia profesional que usan los forajidos. Posterior a la recepción, hechas las modificaciones diplomáticas para evitar imponderables, todo quedaba dispuesto para proseguir con nuevo destino incierto. Decidido por los jerarcas de las varias empresas clandestinas que pululan sin respetar las leyes, en países de Asia. Zona de la central de operaciones y adaptación del producto para volver a ser comercializado en otros lugares.

Hasta que se rompió la cadena ejecutoria por unos intereses penitenciarios, de uno de los arrepentidos del consorcio, que con la medida tomada de aquella delación, rebajaría la condena. Al haber llegado a un acuerdo con la Fiscalía, en el inminente juicio que se celebraría en Madrid, en dos meses y medio.

Todo estaba dispuesto aquel domingo, y con la inmediatez oportuna, ya que hasta el último instante, las carreteras nacionales permanecieron abiertas libremente al tráfico, sin interrupciones policiales, hasta que la luz verde de la operación se encendió.

Se había montado un registro vial en Calaceite, a cargo de la Guardia Civil. En el punto exacto de esa calzada. En la intersección del cruce de la mencionada vía estatal con la comarcal aragonesa. A-1413, que conecta con la población de Cretas.

Punto concreto de parada obligada por los agentes de la Fiscalía Nacional, a según que vehículos, para la comprobación y revisión de mercancías transportadas por camiones, furgonetas y automóviles, en aquella fecha señalada del domingo siete de septiembre.

El cribaje y escrutinio situado en aquel paraje del trayecto, era debido a un chivatazo dado por alguien interesado. Posiblemente cómplice arrepentido del correo prohibido de componentes clandestinos e ilícitos.

Sin saber aún cual era el vehículo que acarreaba el cuerpo del quebranto, ni la clase del material escondido. Debido a la amplia gama y diversa variedad trasladada en el comercio ilegal que se perseguía.

 

Eran las cuatro de la tarde, de aquel domingo. Cuando los agentes de tráfico de la comandancia de Alcañiz, recibieron la alerta de aproximación de los sospechosos. En la esquina de aquella bifurcación el jefe del operativo recibió vía interna, una orden de máxima prioridad, exigiendo precaución en la detención del par de camiones ya identificados desde hacía unos kilómetros.

Vigilados muy discretamente, desde el origen de partida, con paradas para carga en Puerto Llano, Ciudad Real y Daimiel, hasta llegar al área de Alcázar de San Juan, en el que recogieron bultos y ya no se detuvieron hasta Cuenca. Donde también acumularon equipaje. Bultos y demás enseres que esperaban dentro de unos hangares inmensos con un cargamento frágil, que hacía antesala desde hacía horas. Dotación que ensamblaron en el interior de los contenedores iniciales. Todos ellos fletados por aquellos proveedores anónimos desde Montoro en la provincia de Córdoba.

Hasta llegar al punto que esperaba aquella inspección. En la intersección de la Nacional N-420 y la comarcal, hacia la villa de Cretas.

Allí debían ser inspeccionados con hondura los camiones que se acercaban, en aquel punto establecido de la calzada. Preparada por los servicios de la Jefatura de Tráfico. Que establecieron un punto físico de investigación con dotación de agentes de la Benemérita. Los que con antelación dispusieron la parafernalia de precaución para evitar fugas. Ganchos de artificio puntiagudos de metal, aserrados y dentados para destruir neumáticos y las clásicas vallas metálicas y conos alrededor del perímetro de la calzada.

De momento recogidos sin desplegar, hasta llegado el instante de dar el Stop. Dispuestos por si hubiera intento de fuga. Añadiendo como no, la presencia de los varios agentes debidamente armados, esperando cualquier imponderable.

A lo lejos, no a menos de cien metros, los agentes dieron el alto al primero de los dos camiones de gran tonelaje. Por el margen derecho de la vía al Volvo negro, y al segundo convoy, el más claro fabricado por Scania, fue avisado desde la misma distancia desde la parte opuesta, la izquierda de aquella calzada, para que ambos se dieran por avisados y redujeran la velocidad.

 

Ambos eran coches articulados, con una masa máxima autorizada de doce toneladas. El ruido de frenado se hizo sonoro en aquel asfalto, y la marca de los neumáticos en el suelo se fijó como la tinta al trapo.

El resto de agentes que disimulados esperaban en el arcén, se acercaron a la altura de los dos convoyes, unos por la derecha y otros a la izquierda.

El que circulaba delante. El primero que detuvieron era un Volvo, de categoría N3, y el segundo, el que hacía las veces de seguidor, circulaba unos doscientos metros más atrás. También detenido.

Siendo este articulado en color blanco y de la marca Scania. Exactamente de la misma gama y condición.

El sargento se acercó a la cabina del conductor y lo invitó a que descendiera del vehículo, con suavidad, pero mostrando el cañón de su fusil desde la ventanilla. 

—Buenas tardes. Por favor detenga el motor y baje del camión con los documentos del seguro, y de las materias que transporta, que vamos a comprobar la legalidad de lo emplazado, en las condiciones que va ordenado y si mantiene la temperatura aconsejada.

El chófer, un europeo con idioma español suficiente. De complexión pesada, preguntó extrañado.

—Que es lo que pasa agente. No hemos infringido la velocidad, compruebe mi tacógrafo y verá que digo la verdad.

—Lo sé, que llevas velocidad controlada desde que saliste de Montoro, pero buscamos otras cosillas. Replicó el sargento, invitándolo a descender.

—Tenga usted la bondad de bajar y mostrarme los documentos del transporte que acarrea, y abra el compartimento de carga que hemos de verificar ciertos detalles.

—A qué se debe este atropello. Podría informarme, llevo el tiempo justo para llegar a la frontera. Pretendo conservar la mercancía, que es perecedera y si usted me lo permite, debería llegar a destino antes de cinco horas.

—Sí … ¡Está claro…!  comunicó el guardia. Haciendo un gesto de …date prisa, que vienen curvas.

—Te permito los comentarios. ¡cómo no! …Lo entiendo casi todo, pero baja y haz lo que te he ordenado.

Al conductor del Scania, lo tenían ya a la altura del sargento, con los documentos de la carga y todos los acreditativos de los permisos y seguros. Aquellos muleros estaban juntos, y los dos eran nacidos en la misma zona europea.

—A ver, iremos por partes. Dijo el sargento. Dirigiéndose al conductor del primer vehículo. Mientras sus ayudantes ya buscaban por línea interna los posibles delitos de Florín y Alexandru. Recaderos de las existencias habidas en el cargamento.

—Que es lo que lleváis en la carga. Indagó el suboficial.

Alexandru el piloto del segundo vehículo, el menos forzudo apostó gracioso disimulando, mientras Florín se lo miraba aterrorizado con cara de pocos amigos.

—Llevamos carne de cerdo y cajas con vinos tintos de origen de la Mancha, aceitunas y botellas de aceite de las almazaras y molinos de Jaén y Córdoba. Nada más. Va todo indicado en los protocolos de embarque. Pueden verlo pero, si es posible, eviten por favor la demora. El tiempo es vital para que llegue en condiciones y esta detención, nos complica el tiempo de la entrega.

La carne ha de llegar en un tiempo marcado. Si nos excedemos y hay retraso perdemos el embarque, se pudre la chicha y no cobramos.

—¡Anda, que pena! ¡Y dices que no os comprobemos la carga! ... Y me lo pides tan serio. Comentó jocoso y en tono de, “átate los machos”. Aquel agente con galones de suboficial siguió el protocolo al pie de la letra. Prosiguiendo con su relato y mirándolo a los ojos.

— ¡No me digas!... Quizás lleváis prisa. ¡No lo creo!... Verdad Don Florín. Veo que vas entendiendo este chocho. Sonrió por la impronta de los dos porteadores y preguntó, al primero que tenía más cerca.

¡A ver, muchacho! … ¡Que me estás pidiendo…!, …Que haga la vista gorda y os deje marchar sin más. ¡Sabes que eso es imposible! Estad tranquilos y facilitarnos la comprobación. Comprended qué os hemos detenido por alguna causa. Y aunque queráis disimular, estoy seguro que sabéis que mercancía lleváis en el furgón.

Apresuraos y ¡Abrir las compuertas inmediatamente!

Aquellos transportistas, se vieron atados de pies y de manos y sabían que no los libraba del registro ni el “Huracán Sandrina”

 

La primera imagen que se divisaba y se percibía por el sentido del olfato, al abrir las compuertas traseras del container, que portaban aquellos camiones articulados, fue un olor fétido a muerte.

Combinado con el aroma de unas verduras que se mantenían gracias a la baja temperatura de aquel recinto metálico.

Entre frutas apiladas en cajas de plástico, sobresalían las melenas y las miradas de terror de las muchachas que iban disimuladas en el compartimento, mezcladas y semi arrodilladas, entre los enganches de la cabeza y el tronco de los cerdos ya sacrificados. Que pendían de unos ganchos desde el techo del compartimento metálico. Aguantando aquellas jóvenes la fetidez de los gorrinos sacrificados. Otros, lechones vivos, metidos en sus jaulas de arrastre y mezclados con las chiquillas marroquíes, y las mocitas andaluzas que trataban de sacar del país de forma ilegal y camufladas. Con destino a la prostitución y a los servicios que ofrecen las meretrices.

Una vez realizada la gestión con el éxito esperado, los gendarmes dieron parte por radio frecuencia a sus superiores y comenzaron por atender a las muchachas esclavizadas, hallando a dos de ellas sin vida. Con lo que detuvieron al par de camioneros que juraban no saber cual era la carga que arrastraban. 

Comunicando que ellos tenían la tarea de cruzar la frontera por La Junquera, llegando a Perpiñán y proseguir por carretera atravesando sin detenerse en la ciudad de Narbona. Hasta llegar a Bézier.

Buscar un área de servicio de esa población francesa que está ubicada en la proximidad de la autopista A9.

La conocida y afamada Truck Etape, que es el área de servicios para camiones esencial de la zona.

Esperar la llegada de la oscuridad de la noche. Descolgar los contenedores del camión de arrastre, y sin más engancharlos y acoplarlos a otros vehículos de tracción articulada, conducidos por otros transportistas que esperaban, para seguir camino hacia quien sabe dónde.

 

Al cabo de unos días en los periódicos nacionales, salía a toda página una noticia escandalosa. El mundo no comprendió ni celebró.

Sin saber a santo de qué, ni entender el motivo de la exención de condena a un exbanquero, que estaba a punto de celebrar un juicio muy sonado. Acusado de indicios de malversación de fondos, tráfico de influencias y obviando la razón mollar, por motivos políticos.





Emilio Moreno, 
autor: fecha 14 de Septiembre 2025