El reloj sobrepasaba las
once de aquella noche. Llovía a raudales, con exuberancia de aparato eléctrico,
que hacía temblar a cualquiera por lo inclemente de la borrasca. La visibilidad
no era ni de lejos todo lo diáfana que se necesitaba, para conducir recorriendo
con seguridad aquella calzada. Sin embargo no le quedaba otra dirección.
Ninguna, a tenor de su suerte.
Logan no estaba precisamente equilibrado ni alegre en aquellos instantes. Ni tampoco se sentía demasiado desgraciado por lo sucedido. Tenía una sensación encontrada entre liberación y desencanto. Después de la pugna prevista con su pareja que tuvo que librar, sin acritud. Dejando las cosas claras en su sitio y desenredando una trama criminal, que estaba destinada al fracaso desde que Kazherine volvió a pisar nuevamente Gran Bretaña.
Olvidando los malos momentos
que pasó, hasta que Logan acudió a protegerla y salvarla de una muerte segura.
El único que concurrió. El que la amaba sin que ella le retornase aquel amor,
porque jamás lo quiso. Ni recordó los favores y aquella forma natural, del hombre
que le brindó cobijo, cariño y amor. Poniéndola en un pedestal.
Precisó entonces, volviendo
al mundo real, que viajaba por una escarpada vía. La comarcal del condado. La resbaladiza
y cruel senda del abandono. Sin saber muy bien que camino tomar. Si dirigirse hacia
el poblado de Fítol, o ir en sentido contrario en dirección a la ciudad de Bath.
Camino donde tantas y
tantas veces, se había jugado el físico salvando sus curvas y los comprometidos
cambios de rasante, tan solo por ver aquella mujer, que en realidad lo
detestaba.
Después de la ruptura,
Logan. Tuvo de nuevo que hacerse fuerte y preservar con pericia los muchos
badenes. Tanto los de la senda, como los de su vivencia.
Sin destino definido, no
porque no tuviera opciones de llegar a cualquier puerta, que sin duda se le
abriría. Si no porque prefería aclarar su cabeza y despreciar todos los amargos
instantes que había soportado por parte de Kazherine en el último tiempo.
Rememorar el cómo y el
por qué. Había llegado hasta el punto donde se encontraba y entre que preparaba
su memoria, le pasaron por su entelequia demasiadas emociones difíciles de
asimilar, por estar entrometido en aquel chorreo de ventisca tormentosa y su desesperanza.
Conducía sin la atención
necesaria, a riesgo de graves consecuencias por aquellos recovecos que ofrece
la ruta del “viniste y no volverás”. La regional que va desde Brístol
hasta Swindon. La famosa y conocida Gloucester Road, que atraviesa Horfield.
El aguacero dimitió por
unos momentos, poco antes de que a Logan se le escapara el llanto, por aquella
mujer que seguía amando. Ya sin posibilidad de enmienda. Kazherine le había
confesado los motivos por los cuales lo acompañó en su regreso al Reino Unido.
La venganza contra Evelyn su hermana, que pretendía hacerla efectiva y que le diera tanto padecimiento y dolor, como ella soportó al perder a su hijo. Sufriendo en aquella tierra inhóspita, donde Evelyn la desterró tan solo porque no tuviera relación con el hombre que la preñó.
Logan seguía recordando aquel
relato ocurrido. Aquella efeméride más o menos de unos quince años de
antigüedad. Después de aguantar lo indecible y ahora, de forma impensable, perder
a una mujer que jamás lo amó, ni supo valorarlo porque realmente lo usó para
cometer una nueva atrocidad.
La misma que con
ingratitud aprovechó el momento más crítico que cruzaba para pedirle ayuda y recibirla
a cambio de nada. Para poder seguir subsistiendo en un mundo tan aciago, como
es el de los bajos fondos.
Al encontrarse en
peligro. Cuando su existencia pendía de un hilo en los suburbios de aquel país
asiático. Pagando una severa factura extendida por su propia hermana, que la
desterró con o sin razón. De forma despreciable en un mundo infecto, carente y
desconocido, muy alejado de su tierra.
Los motivos de aquella
expatriación no fueron gratuitos. Obedecían a una promiscuidad. Un engaño que
se cobraba la hermana, que además tuvo que soportar el perjuicio. Por lo que
fue exiliada, y apartada de la familia por un delito de infidelidad, grave y
repetido. Después de cometer adulterio con Dylan,
que era su cuñado. El marido de Evelyn, la que despreciándola por adulterina la
mandó con ayuda de los gánsteres y maleantes que tenía en nómina, al lugar más
alejado que se le ocurrió.
Todo lo más lejos que
pudo. Donde creyó que jamás volvería a saber nada de ella y con un deseo. Que
encontrara la muerte por inmolación.
Dejándola a su suerte en
las calles repletas de vicio, de mierda y de prostitución, para que encontrara
la horma de su pecado. Como si fuera una bestia y por haber dinamitado el maridaje
de la primogénita.
Con Dylan, la decisión
fue más expedita y grave. Además de ajustarle las cuentas, desapareció de
Brístol, para que nadie tuviera más noticias del adúltero, siendo su escamoteo
quizás más lúgubre y arduo, por el poco eco que Evelyn diera a la noticia.
En el momento de recalar
en la ciudad mesopotámica, Kazherine, iba preñada
de Dylan, uno de los ampones de los arrabales de Brístol. Que era el esposo
legítimo de Evelyn. Al llegar a la ciudad, aquellos repolludos delincuentes pagados
por la “Lideresa”, siguiendo las instrucciones al pie de la letra la abandonaron.
Sin contemplaciones, en uno de los distritos marginales. Quizás, el que más degeneración
tenía y el paupérrimo por excelencia. En el suburbio del barrio de Chiwaidy, quedando
indefensa, y a la suerte de los forajidos de la zona, que además de desvalijarla,
le propinaron una severísima paliza, después de violarla y ensañarse al ser
mujer europea.
Causa incurable, que le
hizo perder el hijo que engendraba. La llevaron a que muriera en uno de
los hospitales para extranjeros, sin certeza que pudiera recobrar la salud
después de las vejaciones que soportó.
Por la casualidad mas
inaudita del mundo, tropezó su expediente con Logan, un joven entonces
destinado como diplomático de carrera, en la embajada de su país en aquella
región.
Le llegó la noticia que
en el University Hospital estaba internada una residente y coetánea suya. En un
estado calamitoso, sin documentos, esperando la muerte de un momento a otro. Que
ingresaron los bereberes al encontrarla desvalida y desnuda en el zaguán de una
alcantarilla. Tras recibir una somanta de palos y detalles que conoció al
interesarse por el recurso que encontró sobre su mesa de trabajo. Abusos que le
hicieron perder el futuro que fecundaba. Sin familia, y sin detalles de como
había llegado a la ciudad más impensable de un país tan distante y feroz. Sin
cruzar por frontera alguna, sin documentos y desahuciada.
Aquel joven agregado de
la embajada, intentó informarse del hecho y al ser imposible resolver nada en
la distancia, acudió en su ayuda.
Los médicos ingleses
destinados en la delegación, le salvaron la vida, a pesar de no poder ser madre
en el futuro, debido a las magulladuras y los excesos que tuvo que soportar su
cuerpo. Logan siguió visitándola, hasta que recuperó la salud.
Kazherine era una guapa
mujer, esbelta, rubia, y con una educación esmerada, que supo granjearse la
amistad y el deseo del diplomático, y acabaron viviendo juntos. Enamorándose de
la fina mujer galesa. Con la que vivió en aquel inframundo, durante cinco años,
sin saber demasiado de sus cuitas y de su pasado. Gracias a los contactos y
favores que le debía gente de su propio país, Kazherine, supo enrolarse a
espaldas de Logan, con el aturdo y las mafias del tiempo, y del país. Consiguiendo
amparada por su compañero, por la labor de estado que hacía y por sus
propósitos, posición, capital y prestigio.
Supo esperar el momento y
cuando el destino del agregado de la embajada volvía y retornó a su país de
origen, iba acompañado de Kazherine.
Los que pudieron
establecerse, dentro de la holganza que producen las libras esterlinas. Favores
inconfesables de gente agradecida, que devolvía el tributo. Beneficios
políticos y lucros bajo cuerda de su bella y espigada compañera.
La realidad volvió a la
cabeza de Logan que respiró profundo, una vez había remitido el riguroso
temporal de lluvia y de viento.
Se aclaró un tanto y se reconoció
más fuerte y seguro en aquella negra noche, que comenzó muy nefasta por tener
su concepción en blanco. Con lo que pudo evadir aquella tempestad de agua,
rayos y truenos que amenazaban como remate.
Había recordado con
detalles significantes, la vida que llevó con su pareja en tierras orientales.
Felicidad. La suya propia. Kazherine, dichosa con él, jamás lo fue, y ahora
agradecía las consecuencias y su ruptura emocional, porque las intenciones de
aquella mujer tenían tan solo una meta. Vengarse de Evelyn por haber sido la
responsable de su destierro, sus daños y sobre todo, perder a su hijo, el
engendrado con Dylan.
Transcurrieron dos meses,
cuando Logan, leyendo el Brístol Post, en su nuevo destino de Puerto Príncipe,
conoció la noticia que iba en portada. El hijo de la afamada Evelyn Graves,
dueña de un imperio en Gales, había sido asesinado.
Autor: Emilio Moreno
25 de mayo de 2025.
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