domingo, 3 de agosto de 2025

Festival de los Castillos, año 2025. Valderrobres-

 



1 y 2 de Agosto de 2025

   FIESTAS

RELACIÓN DE VIDEOS DEL FESTIVAL DE LOS CASTILLOS.

VER A CONTINUACION.

Espectáculo en el patio de armas
Canta Beatriz Bernad y Nacho del Río.
LA JOTA FUE LO PRIMERO.

      

Canta Beatriz y Nacho
TE LEVANTEN....te levanten.

     

canta Nacho del Río
CHARRAN.


 Actuación MUSICADA
a cargo de la orquesta.


                                                          COPLAS DE OTROS LARES
                                                             El cantar de otras regiones


LAS BARANDILLAS
canción peruana
canta Beatriz


FADO canta NACHO del RÍO y 
después BEATRIZ BERNAD


QUE SE MUERE 
jota a dúo


NO LEVANTES TANTO EL VUELO
Palomita


Fue una noche mágica, llena de emoción y de arte, una experiencia escuchada a la luz de la luna.

En una noche  inolvidable de Valderrobrense.


 


                                                         






miércoles, 30 de julio de 2025

Si no fuera por esto, o por lo demás.

 





Aquella vivienda molona, había quedado maqueada, después de las profundas reformas que le hicieron aquellos abuelitos, en su tiempo. Lola y Chus.  Fueron transformándola a medida que iban acopiando recursos de lo sobrante de sus mensualidades.

Ya estaban a punto de disfrutarla al cien por ciento. Se habían jubilado hacía tan solo tres meses y esperaban por parte del Ayuntamiento, los permisos de residencia para ocupar aquel esfuerzo trasformado en vivienda, que ya iban a inaugurar, ocupándola como residencia habitual.

 

La pareja se había conocido hacía más de veinte años. En uno de los viajes que hacían con el Imserso, siendo además casi vecinos del barrio. Por ser Chus el tendero de la tienda de ultramarinos donde Lola compraba a diario.

En aquel tiempo, ambos separados en trámite de divorcio, y los niños habidos eran de Lola, todos ellos jovencitos.

Chus había estado en pareja con una americana no hacía demasiado. No cuajando la cosa y sin el menor de los compromisos, dejó de asistirla por motivos que se buscó ella misma.

Libres como el aire, Lola y Chus, se entendieron en principio y se unieron en pareja. Esperando ver cómo les iba, hasta que el tiempo el cariño y la razón les puso en marcha.

Se enamoraron y se unieron.

No sin el compromiso de la crianza por parte de Lola de sus dos niñas, que llegaron a querer a Chus, como si hubiese sido su padre fisiológico.

Vivían sus vidas de la forma más agradable que les permitía su naturaleza.

Lo que significaba que estaban jóvenes y podían soportar aquellos altibajos que el destino propina.

Entre los dos compraron aquella casa en el pueblo de sus sueños. A pesar de rechazos y contratiempos naturales, que sufrieron por parte de la familia.

En principio por unirse en la compra y escriturarla a nombre de los dos y después por aquello de y si…

 

—<<Y si os separáis. Se preguntaban en secreto los amigos>>. 

—<<Qué pasará con la casa, quien se la quedará. Aducían los más egoístas>>. 

—<<Alguien exigirá, para acaparar y disfrutar de la misma… Invocaban los envidiosos. 

 —<<Seguro que tendréis peleas. Decían la familia y amigos de Lola y los sobrinos de Chus, que jamás habían visto bien que el soltero del tío, se uniera con Lola>>. 

Como siempre opinaban todos. De forma gratuita, los conocidos, y no digamos los allegados, que siempre están para un apuro.

Aquello era una odisea. Una especie de chiste.

Alguno de los opinantes gratuitos, ya pensaba en el futuro. Haciendo sus quinielas y apuestas. En quien estaría en mejor posición, quien sería el más beneficiado. Todas las cábalas imaginadas.

Excepto, pensar en la felicidad de aquellos tortolitos, que parecía disfrutaban, viendo cómo familia, conocidos, amigos trataban de solucionarles la vida mientras la tuvieran y después la muerte cuando llegara.

 

Comentado por todos, la decisión de ir a vivir al pueblo, estaba en boca de sus conocidos, como si hubiesen de pedir permiso para disfrutar la disposición que tomaron. Tan solo por el placer de hurgar en los sentimientos ajenos. Sin que además viniera a cuento.

 

—<<Mira que tú; Lola. Tienes hijos de otro matrimonio>>. Opinaban los íntimos. 

—<<Lo habéis considerado. Porque será un lío en el momento que faltéis>>. Juzgaban los enterados. 

—<<Y más si no está escriturado en el testamento. No me veas>>. Atribuían los poco informados muy escandalizados. 

—<<Las cosas han de estar muy claras… Aún y así, siempre hay líos>>. Discutían los hermanos y sobrinos de Chus a espaldas de cuantos beneficiarios hubiera>>.

 

Consejos vendo, que para mí no tengo. Que la gente suele dar sin más, aunque no a menester ni los pidas.

 

Aquella compra fue una oportunidad que se les dio años atrás. Que se presentó sin más, después de un paseo por la parte más antigua de la villa, donde había nacido Lola Zarasmendi. Una mujer que vivió prácticamente su vida entera en la ciudad. Alejada de la villa que la vio nacer.

Trabajando como enfermera en el Hospital de Infecciosos, y que el destino, la casualidad, la frecuencia en visitar aquella tiendecita del distrito, la fue a llevar a los brazos de Chus Iturbe. Tendero del establecimiento de coloniales de su vecindad.

El que en su momento la ayudó, fiándole las compras hasta que la buena mujer podía abonarlas. Tanto fue la complicidad entre ellos, que acabaron siendo pareja.

Criando aquellas dos niñas de Lola, que llamaban a Chus, papá, y que él las quería como propias.

A los dos veteranos, le llegó la edad del “Si no fuera por esto.” y “si no fuera por lo demás”. Ambos disfrutaron con mesura lo que la vida y las circunstancias le deparaban. Lolita y Cecilia, las hijas de Lola y de Chus hicieron sus vidas y visitaban a sus viejos cuando se acordaban.

Ellos, la pareja que habían reformado la casita, fueron felices y se lo trasmitieron a sus nenas. Disfrutaron la vida juntos mucho mejor que pudieron hacerlo en sus matrimonios iniciales.

Lola se había divorciado después de una vida de penas y apuros dinerarios. De malos tratos y de desprecios. Hasta que llegó la democracia, que envió a su agresor donde no pudiera molestarla.

Chus fue objeto de un engaño matrimonial. Había sido un soltero empedernido hasta los cuarenta años, y se fue a casar en primeras nupcias con una señorita cubana, muy atractiva, muy bailadora, muy de cubatas, de traguitos y de caricias. Tanto mimo daba, que se olvidó de dárselas a quien era su esposo.

Hasta que éste tropezó una noche, sin esperarlo, con una situación de adulterio. La esposa ya tenía los documentos de residencia y no le dolió dejar al minorista en su tiendecita. Desapareció y punto.

 

Pasaron los años y nadie esperaba que el llamado cambio climático fuera tan irreversible, que se llevara además de viviendas, calles enteras y jardines completos. Las vidas de cuantos esperaban tener una vejez feliz en compañía de Lolita y Cecilia.

Un veintinueve de octubre de un año infeliz, llegó a la zona una tormenta grandiosa, tan grande era que por no saber como llamarla la denominaron DANA.

La que sesgó de cuajo las vidas de tantas y tantas personas, llenas de ilusión y de futuro. De entre las que se encontraban Lola y Chus, que fueron arrastrados por la fuerza de las aguas turbulentas, arrasando la casa, que no pudieron estrenar.










autor: E. Moreno
fin de julio 2025

lunes, 28 de julio de 2025

Curso de Canto Elvira de Hidalgo.

 

En el

Se publicaba la noticia que adjunto en este bloguer.

Publicada por Miguel Ángel Artigas
el día 14 de julio de 2025

El Castillo de Valderrobres se prepara para acoger al novena edición del Curso de Canto Elvira de Hidalgo dirigido por la soprano catalana Anna Feu que tendrá lugar entre el 18 y el 27 de julio. La propia Feu, junto con el director de escena Jesús Fernández y las pianistas Akiko Nomoto y Viviana Salisi serán los encargados de dirigir unas clases diseñadas tanto para jóvenes cantantes profesionales como para veteranos en el mundo de la lírica o aficionados autodidactas que desean aprender a sacar el mejor provecho a sus instrumentos.

Como cada año el Curso de Canto de Valderrobres se convertirá en un pequeño ciclo de música vocal, gracias al concierto inaugural que ofrecerán los profesores, el 18 de julio (20.30 horas), y al espectáculo de clausura que protagonizarán los alumnos. 

Este último se desarrollará en dos días, 25 y 27 de julio (20.30 horas). En los tres casos la entrada será gratuita, aunque es necesario reservar plaza en la Oficina de Turismo de Valderrobres para controlar aforos. Los tres espectáculos se desarrollarán en el Salón de las Chimeneas del castillo.

Alba Martínez Nieto abrirá el Curso de Canto Elvira de Hidalgo en Valderrobres 


Anna Feu volverá a dirigir la cita que se celebra anualmente en el castillo. Pulsar para ver el video de Alba Martinez     
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(1) Actuación de Alba Martinez en el Castillo Valderrobres 20250718 - YouTube
PULSAR  enlace.


Pulsar para ver video de Cierre, donde cantan los alumnos y participa el respetable



(1) Clausura de la Novena edición, Evento de Canto Elvira de Hidalgo, 20250727 224535 - YouTube                                                                                                                                                                 Pulsar para ver   







                                                           
Divulgador del Evento, sin ánimo de lucro
Concurso de Canto Elvira de Hidalgo.
novena edición en el Castillo de Valderrobres











viernes, 25 de julio de 2025

La estrella y la suerte.

 









La necesidad obliga. Dice el refrán.

¿Y cómo se remedia?

—Se preguntaba Tino, y le respondía su ilusión sin que él; pudiera percatarse. O sea que se rebatía así mismo. Sin hacerle caso a su delirio.

Emprendió la marcha hacia su destino inmediato. Encaminándose a validar los boletos de aquella semana y a la vez comprobar si la deidad Fortuna, le había acariciado por mera casualidad, en lo jugado con fecha de la semana pasada.

Bajaba la Avenida, y seguía en su mundo, a la vez que se saludaba con los que se tropezaba sin percatarse tan siquiera de ello. El hola y adiós que no falte. Cumplía con la cortesía y su educación miméticamente y seguía elucubrando refranes.

El que juega por necesidad, pierde por obligación. Y por ser una máxima siempre se cumple. Aquí sí que no hay “tú tía”.

Sin embargo, el propio Tino no hacía caso a las pocas posibilidades de conseguir un premio extraordinario, y cada lunes desde hacía años, iba a cambiar aquellos boletos con los números exactos por si sonaba la flauta.

Pretendiendo acertar, con la misma combinación. Que jamás cambiaba, con guarismos que conocía de memoria, y que la suerte nunca los disponía como él los situaba en su pronóstico de juego, ni aparecían en el mismo orden.

Juntos y unidos por la gracia de Dios. Hermanados como confidentes y vecinos, en buena compaña.

En el caso que alguno de los dígitos escogidos apareciera, siempre faltaba el resto. Y pensaba, para no desanimarse. A la próxima va la vencida. 

Imaginando en su alveolo mental. “Qué haría” … ¡Sí de verdad tuviera en su papeleta, el pleno de aciertos!  

Si por aquellas casualidades… Algún día “Se despertaba con la tonadilla de las Mañanitas” y pudiera disfrutar de una de las situaciones más improbables de la existencia de los humanos.

—Se contestaba solo y nervioso, y sin hallarse se decía repantingándose burlón.

—Para mí no quiero nada.

¡Mentira! …lo decía con la boca pequeña.

 ¡Bien lo sabe Dios!! Pero …se lamía los labios con fruición y volvía a soñar con los ojos abiertos. Fantaseando en nada y con todo.

Imposible no era. Difícil sin dudarlo. Darse en el cálculo de probabilidades se presentaba arduo. Aunque y si el milagro proveyera, sería bienvenido.

De repente quedó inerte. Sin el alucino necesario y el encandilo que imaginaba.

Ya estaba frente a la tiendecita de Matilde, la que regentaba aquel almacén de víveres.

El negocio de ultramarinos heredado de sus abuelos, y ahora con la modernidad transformado. Además del negocio de toda la vida, Matilde era la que suministraba la felicidad en el barrio. Regentaba en el mismo local, la nueva administración de Loterías.

En el colmado había otros clientes antes que él, con lo que tuvo que pedir tanda y esperar, como es natural.

<Pensaba en la situación, en el tiempo, en el dolor de piernas y en su caminata diaria. Para nada en temas políticos, ni en algo que tuviera que ver con ellos.

Porque de verdad, esos personajes sí que no han de jugar en ningún tipo de tómbola, ya que por lo que sea. Están bendecidos.

Alguno de los denominados vulgarmente como “¡Redentores del pueblo!” No necesitan de rifa alguna, ni de esa puñetera suerte.

Esa bicoca de vivir medrando, la encontraron en las urnas de su camino y ninguno la suelta.> 

Volvió al mundo real, para hacerse comprobar aquellos boletos pertenecientes a la semana anterior. Esperando como siempre todo lo más, alguna terminación con una mínima devolución de lo gastado y punto.

Tenía asumida que con los sorteos no levantaría cabeza, ni podía afrontar la vejez, que se le iba acercando inexorablemente y sin demoras.

Le llegó el turno, y Matías que iba delante de él, salía jurando en hebreo.

Ni siquiera el reintegro. ¡Mala leche! Decía el amigo, mientras desaparecía por la esquina.

Ya frente al despacho blindado por aquellos cristales antibalas y anti todo, le saludaba Matilde.

—Hola Tino, que tal. Preguntó la dependienta con el agrado y simpatía acostumbrado.

—Ya ves Mati. De nuevo por aquí. A repetir la combinación y esperar a ser tocado por la varita de la dama de la suerte.

—Vamos a ver que nos dice el lector de premios. Los voy pasando uno a uno y lo vemos. Los tres primeros tickets pasaron y aquella información repetía incansable NO PREMIADO.

Siguió leyendo los resguardos por el lector, y en la cuarta papeleta de apuestas del señor Constantino la guapa Mati. Sonreía viéndole la cara al cliente.

Aquel señor también leía en la pantalla, el anuncio de NO PREMIADO, y seguía siendo lo acostumbrado. De pronto de buenas a primeras.

Aquella pantalla comenzó a parpadear indicando la información explícita de Combinación Premiada. Boleto agraciado de primera categoría. Sin indicar la cantidad recompensada. Que podía estar entre los dos mil euros hasta quien sabe cuánto.

—Caramba Tino, le dijo Matilde en voz baja. Sin que los que esperaban ser atendidos escucharan el mensaje.

—Puede haberte tocado un buen pellizco, Fíjate que pasa de los dos mil euros y así no te lo puedo abonar aquí. Has de ir al banco y que ellos lo tramiten, y lo puedas cobrar, o te lo ingresen en tu cuenta.

Acto seguido y con disimulo le hizo a Tino un mohín gestual de silencio absoluto para que ninguno de los que esperaban tras de él, conocieran el detalle.

—Pero que me estás diciendo. Respondió el agraciado, completamente nervioso mirando a su alrededor por si había alguien que lo pudiera escuchar. Y siguió preguntando a Mati, con el tono más bajo de lo habitual.

—¿Sabes cuanto me ha tocado nena…? Puedes decírmelo. ¿Es muy gordo?

—Eso no lo sé. Tino. Mejor calla, y no preguntes dijo Mati.

A nadie le importa ese dato. No lo divulgues por si las moscas. Con la de cosas que están pasando, mejor contén tu alegría y ve para casa, sin mostrar este boleto a nadie.

En un par de días lo llevas a la sucursal bancaria y allí te lo facilitarán todo.

Aunque igual tan solo son dos mil euros, pero eso ya lo sabrás en su momento.

Tino enganchó el sobre, donde la señorita Matilde había introducido el resguardo de su apuesta y se fue directo para su casa, más contento que un tonto con un lápiz. 

Al día siguiente en la programación de las loterías del primer canal de la televisión estatal, la presentadora decía que había habido un solo acertante al pleno de la lotería Primitiva, en Santa Isabel de Pertrechife, con un premio que ascendía a treinta y tres millones de euros, para un único acertante. No daba más referencias.

Nadie ha vuelto a ver a Constantino Sorbellano Expósito, ni a su hija María, que es con la que vivía desde la muerte de su esposa.

Ni Matilde la empleada de la Administración de Loterías de aquella localidad, haya comentado en modo alguno la suerte que tienen algunos y la alegría que sufren cuando no la esperan.

En el puesto de loterías han colgado un cartel que dice: El premio de la lotería Primitiva de la semana pasada, fue expedido aquí. ¡Dimos 33 millones de euros!













Autor: Emilio Moreno
25 de julio de 2025

miércoles, 23 de julio de 2025

La descomedida suegra.

 







—No quería ir a denunciar mi propio delito. Le comentó al comisario de Bruselas.

—Me costaba reconocer la verdad del porqué he cometido semejante barbarie.

Jamás había actuado así, y me imagino que he ido en este desequilibrio a buscar a la mujer que más daño me ha hecho, desde que la conocí.

A pesar de haber pasado momentos inigualables con ella.

Era la madre de Berry La Fontaine. Mi ex pareja.

Con ellas, pasé numerosos instantes deleitables. Con las dos. Primero al conocer a la madre por casualidad, y después en mi relación con su hija.

Siempre fue por separado, y cada cita se dio en su momento. La verdad es que se hubieran complementado magistralmente, lo que adolecía una, le sobraba a la otra. Las casualidades de la vida.

La madre, era una mujer atractiva, adúltera y avispada. Bastante indecente, por ello los descalabros que recibí de su parte, eran merecidos y quizás hasta esperados.

Los fue acopiando por celos, hasta que encontró el momento de airearlos, para que causaran mucho dolor.

Su hija la señorita de la Fontaine, como le gustaba que la nombraran, era de la misma pasta que la madre, pero algo más vergonzosa, con lo cual a momentos sentía rubor por las cosas que pretendía hacer.

Ambas eran una piña, pero jamás creí fueran familia. Llegué a pensar que no eran madre e hija. Buscaban diferentes ansiedades. Sin embargo, pude concretarlo de forma fehaciente. Hizo una pausa y prosiguió hablando el amigo Guorry.

—A la primera que conocí, fue a Madeleine Steve, en la “boulangeríe”. O sea, la panadería del barrio. Una mujer atractiva, que se dejaba mirar sin poner cortapisas. De las que daba motivos para que babearas si persistías en su foco.

No tardó en invitarme a tomar un refresco en la cafetería de Moulin Rouge, que quedaba a tiro entre mi casa y la suya. Pronto noté su ambición. Acepté la colación creyendo que sería cosa de un tropezón y punto. Mas que nada por la edad.

Aunque las disimulaba con talento, casi no se le notaban las arrugas, pero las tenía. Debía llevarme algo más de quince años, a pesar de la cirugía que resistía su cuerpo.

En la cama, era una especie de gacela instruida, pausada en el sexo, pero insaciable en su ingesta de vodka, que la mantenía a tono la primera media hora. Después era una especie de guiñapo pellejudo.

Sin imaginarlo y al cabo de un par de semanas, por aquellas eventualidades fui a tropezar con su hija, en una de las salas de baile del zoco. Pronto coincidimos en muchas cosas, tanto fue así que nos fuimos de jarana y acabamos en el catre.

Me dijo que era una niña medio desahuciada, que su papá las había abandonado a ella y a su madre y gracias al empleo en una farmacia, de su progenitora pudieron sacar la cabeza en una ciudad como aquella.

Mi relación con Berry fue creciendo y ya convivíamos en mi departamento hasta que un día quiso presentarme a su mamá. Aquello fue el temblor más grande que haya parido el universo.

En cuanto me vio, le dijo a su hija, que se había acostado conmigo. Que se buscara otro manso que yo le pertenecía. Algo inaudito.

Berry no la creyó y por ello estuvieron un tiempo enfadadas.

Nosotros seguimos con nuestra relación una temporada muy amplia. Hasta que volvimos de Nairobi. O sea, bastante más de dos años.

Nos separamos como pareja Berry y yo. Los alegatos por parte de ella fueron varios y ninguno aclaratorio. Sin embargo, la causa fue por influencias maternales sin lugar a dudas. Siendo el detonante que al final desequilibró la balanza el haber rehecho a mis espaldas su relación con Brian Swanson, un amigo cercano con el que en su día tuvieron una historia sexual. Anterior a mí relación con ella. Los pretextos aportados eran los que se suelen aplicar siempre… que la comprendía y mimaba mejor que yo.

Madeleine se dedicó a provocarme siempre, esperando sacar tajada de ello. No le importó mi relación con su Berry, y desde que su hija le dijo que no la creía por embaucadora, y alegó muy segura que en mí; había encontrado su media manzana. No dejaba de ofrecerse dulcemente. No podía ser de ningún modo, la relación con las dos mujeres y me negué.

Para poner tierra por medio, nos fuimos a Nairobi, aprovechando una oportunidad profesional que se me presentaba y debía aceptar. Berry vio una salida y un distanciamiento con Madeleine y me acompañó. Claro estaba. A la madre, no nos la llevábamos.

Primero porque queríamos sentirnos independientes y rescatados de aquella especie de control absoluto, que provocaba sobre su hija. Que sin quererlo revertía en mí.

En otro orden de cosas, para poder administrar la delegación de la firma de corsetería que representaba desde hacía años y donde era un destacado comercial.

Me ofrecían un contrato espectacular, vivienda, y transporte con un solo cometido. Reactivar en aquel país, Kenia y concretamente en Nairobi su capital. La marca “Pointreclaire” en una de sus boutiques.

En un continente donde entonces no existía la costumbre en las mujeres de modelar sus bustos y figuras.

Con ello nos alejábamos de Madeleine. Y a mí de verdad, me causaba una alegría manifiesta. 

Guorry estaba frente al comisario policial denunciando la tropelía que había hecho en la noche del 31 de diciembre del año 1999. Fecha en la que había perpetrado aquella tragedia.

Delito por lo visto tan bien llevado a cabo y tan exactamente cometido sin fallos, que incluso se les pasó por alto a todas las autoridades de Kenia. Navidades en las que habíamos invitado a Madeleine a pasar con nosotros.

Sin encontrar cadáver, ni móviles incriminatorios, ni ausencias de la tal Madeleine, y sin denuncias ni tan siquiera recabar posibles culpas o venganzas que hubieran sido vertidas sobre aquella mujer. Nadie me acusó ni detuvo por semejante homicidio.

Dado el tiempo que pasó, y el remordimiento que le causaba a Guorry quiso dar a conocer los hechos y pagar su falta.

Una vez habían retornado a su país de origen, y ya establecidos en la Europa central, que es la zona de donde la familia al completo procedía. Se deshizo el compromiso entre Guorry y Berry, distanciándose para siempre.

Los motivos por los cuales aquel hombre, sereno, cabal y justo asesinó a su suegra, jamás se esclarecieron. Como si no hubiese sucedido. Acabando con aquella mujer madura a espaldas de la propia hija. Que actuaba como si su madre estuviera viva, no queriendo ver la presión sexual, que su mamá le ofrecía a su esposo, cuando ella se encontraba alejada del marido.

Decidió a denunciarse a sí mismo. Por los motivos de remordimientos y de gestión de su tranquilidad personal, aun y en contra de la pérdida de su libertad. 

—Así que usted—le preguntó el comisario belga.

—Me dice y asegura que en la noche vieja del año noventa y nueve, acabó con la vida de Madeleine Steven, y según confirma que era madre de la que entonces era su esposa, la señora Berry. Esperando la respuesta de aquel hombre, el policía parecía no creerse la mitad de lo que le estaba confesando el que pretendía ser acusado. Que estaba decidido a cumplir con la pena que le otorgara el Tribunal de Justicia del país.

¿Asesinato dice sin más? Presionó de nuevo el agente.  

—Y que es lo que le llevó a semejante acto. Le recriminó aquel delegado después de haber escuchado toda su declaración. Que Guorry Patsow había manifestado con antelación en aquellas dependencias policiales.

—Después de lo averiguado una vez hecha su manifestación y tras haber recabado en la embajada de Nairobi, la capital de Kenia. No les consta muerte de nadie en tales fechas. Según detectan tras las averiguaciones realizadas. Nadie conoce a Madeleine Steven. Porque jamás pisó el suelo keniata.

Sí; les aparece deceso natural, tras una noche de abusos y de copas sin control de un agregado congoleño. Habiéndose cerrado el óbito como un fallecimiento natural.

Es más, su propia hija no denunció la muerte de su madre. Por otra parte, añadió el jurista presente.

—La voluntariedad de un hecho acaecido en otro país, sin que haya pruebas de lo sucedido y habiendo pasado muchos años de aquella fecha. Queda sobreseído.

—Tranquilo Guorry, no se volvió loco. Todo sería consecuencia del champán y perdió el mundo en una borrachera. Sin pensar en las consecuencias de sus actos. Quedándose con esa flema. Sufrida durante los veintiséis años que han pasado.

El comisario dudando de su relato, volvió a exigir.

—Está usted seguro que la mató, que era ella y que no fuera un engaño entre Madelaine y Berry.

—Ya no creo nada. Sin duda estoy loco. Porque mi forma de actuar según me contaron fue brutal. Es más, fue una elucubración paranoica de alguien que no rige con normalidad. Y yo siempre me he tenido como una persona equilibrada y cuerda.

 —Esa historia venida de un tipo sereno y criminal, como quiere usted aparentar, no se sostiene.

Guorry ya sereno y sosegado no sabía que alegar o añadir a lo confesado.

Cuando el policía volvió a detener el inicio de la manifestación mostrándole dos fotos, que Guorry reconoció al instante.

—Son Madeleine y Berry, algo retocadas por los botos, pero son ellas.

El comisario sonrió y le dijo con serenidad.

—No son madre e hija. Ni se llaman como le dijeron. Tranquilo amigo no se violente más con asesinato alguno cometido. Estas dos timadoras están presas en la penitenciaría de Lausana, por el mismo engaño al que le sometieron a usted. Con el agravante que esta vez se les fue la mano y cometieron un grave delito contra Brian Swanson, aquel amigo cercano con el que en su día tuvieron una historia sexual.

Se las conoce como las “Desabrigadas”. Purgan condena de diez años.










Autor Emilio Moreno
fecha 23 julio 2025