miércoles, 6 de agosto de 2025

La sirena de mi playa.

 

 —No te bañes ahora amigo Brian, le propuso una sugestiva apariencia hecha ninfa de mar, lo que se conoce como el ente acuático denominado “Sirena”.

La que se había posado junto a él sobre la arena de aquella larga playa de sílices albas. De modo virtual, permitiendo se le viera poco y escuchara con claridad.

Mientras aquel irritado inculpado, se despojaba del traje azul marino. La ropa que habitualmente vestía a diario, la que iba guardando sin doblar dentro de una bolsa de desecho muy gastada, sin detalles, sin descripciones, sin nombres ni direcciones que tenía previsto depositar junto a su teléfono móvil, dentro del contenedor de basuras de aquel litoral.

Desde donde pudieran recogerlas al cabo de unos días, los servicios de limpieza y a la vez pasar sin el control debido aquella desaparición que preveía se produjera al suicidarse.

Pretendiendo quedara como una noticia simple. La de un ahogamiento habitual.

Instante en el que aquel ser imaginario y marino prosiguió dándole razones detalladas para conseguir que desistiera de su propósito.

Dirigiéndole la palabra súbitamente. 

—También vas a esconder tu muerte, como si fuera un ¿accidente? No te confundas, te han utilizado y lo has permitido. No les sigas el juego. La sirena, esperó la respuesta aireada de Brian, que no tardó en reaccionar.

Quien eres. ¿Por qué me has perseguido sin esconderte…?  En cuanto he llegado a la costa noté que me acosabas.

—Llámame, Celeste de la Orilla, Orla Marina, Sirena Femenina. Como quieras. Aunque te será más fácil citarme como Celeste. Así me daré por aludida y te atenderé con todo mi afecto, y no entorpecerá tu descabellado veredicto.

Aquella irradiación oceánica, después de contestar al asustado y febril Brian, siguió dando información precisa de lo que le podía ocurrir, si se adentraba en el mar.

Que por lo menos supiera, antes de perder la vida, que lo hacía por no tener la suficiente valentía para afrontar lo sucedido.

Yéndose de este mundo sin conocer todos los entresijos de la trampa que le habían preparado los llamados colegas profesionales y amigos del alma, para que acarreara con todos los sinsabores de una corrupción desmedida. 

—Creo que no es el momento, de quitarte la vida. —pronosticó Celeste, de forma contundente y prosiguió sin censura.

—Has premeditado en que posición te deja tu ¿mal considerada decisión? Acabó la locución y aquel matiz iluminado, quedó mudo con su pronóstico y dejó que Brian se la mirara para que le tomara confianza y permitir seguir con los consejos.

—Todos saben; porque lo has demostrado, que eres un tipo cobarde y miedoso, pero también reconocerán llegado el momento—se detuvo reafirmando y haciendo un inciso. —¡Que llegará en cuanto estéis frente al juez…! que eres completamente ajeno, al delito que han cometido tus colegas. No eres tú el que debes pagar con la cárcel. Aquella luz deslumbrante siguió aduciendo.

—Han falseado y modificado asientos contables, hinchando gastos falsos e irreales en la teneduría y contabilidad. Pagando regalías y mordidas a intermediarios. En los que te reflejan a ti como único responsable. Siguió con la retahíla de informaciones y añadió.

—Vas a ser tú; el más culpable de todos y el protagonista invitado, de un falso delito que quieren achacarte. Culpas que van cargando sobre tus espaldas y dejarte con el culo al aire. Sin más, con la falsa conducta de todos ellos, intacta y por eso te quitas la vida. Tirándote al mar….

Dejándoles vía libre en su delito. Consiguiendo que ellos queden como ejemplo frente al Consejo de Administración, con la Sociedad y con la Justicia.

Aquella presencia de la orilla, se frenó en su exposición y formuló otra duda. 

—Has recapacitado suficiente. Ya no musitó ni siquiera con un gesto. 

Sonidos que hicieron temblar a Brian, ya completamente desnudo y decidido a llegar a la orilla de la playa.

El recorrido que tenía hasta mojarse con las olas era mínimo, sin embargo, deambulaba con calma, y sin la decisión tan clara, después del aviso que Celeste de la Orilla, le había proporcionado.

—No sigas. Desiste de pretender siempre ser un desgraciado. Esa decisión qué has tomado no es para nada la más justa. Ni para ti, ni para todos los tipos honrados de la empresa.

A la que con ese fin que pretendes llevar a cabo. Los dejas en banca rota. Haciendo poderosos a los defraudadores que han cometido semejante desfalco. ¡Piénsalo!

¡Ten valor por una vez!

Reacciona como un ganador y no te dejes llevar por tus miedos. 

—Esperaré un poco. Le dijo el aturdido Brian, a la aparición Celeste de la Orilla, que le atosigaba para impedir tomara una medida tan injusta.

—Antes de ahogarme en esta playa, —comentó el asustado suicida— pensaré en lo que me has dicho, sobre mi cobardía y mi falta de personalidad, y en lo poco que me valoro, por el miedo que siempre llevo.

Creerás que te engaño, y quizás ni me entenderás. Y aunque no sé ni quién eres, igual me has salvado la vida.

Le anunció Brian agradecido a Celeste y sin cortarse un pelo siguió. 

—Me he quedado pensativo sin haberlo valorado. De verdad, no sé ni cómo lo había dado por normal, siendo causas revisables. Detalles que no había tenido en cuenta y los he de evaluar.

Acabó el mensaje que decretaba como respuesta a la Alucinación Celeste.

—Eso es lo que procede, le encomendó la aparición de la Orilla en pro de ayudarlo, invitándole a que resumiera su historia.

—Comienza desde el principio. Analiza el punto de partida de todo. El motivo, las causas, las ventajas y prohibiciones. El indicio de cuanto sucedió y su instante. La primicia del engaño. Sin olvidar que tu propia mujer, aunque la defiendas. Está cometiendo adulterio, con tu anuencia.

Te está vendiendo por su interés y porque jamás te quiso. Tan solo buscaba la posición, el dinero y el prestigio. Pretendía conseguir dejarte sin nada. En bancarrota, y meterte en presidio, acusado de todo cuanto pueda, para encubrir su traición.

Ahora que sabe a ciencia cierta, que vas a tirar tu vida por la borda, se frota las manos, y de qué manera…. Se restriega. ¡Estás ciego!

Brian se frenó en su acercamiento al agua, y se sentó en la arena, desnudo, desvalido y en condiciones de sopesar su trayectoria. 

Conocí a Brenda, en aquella Convención de la industria ferroviaria. Era delegada del Partido Costumbrista Tradicional, institución encargada del bienestar de los poderosos. Una abogada sin escrúpulos ni decencia, me dijeron sus colegas. Detalles que no creí, achacándolo a envidias contraídas por su valía.

Dándolo por falso, sin detenerme a comprobarlo. También me anunciaron que se lo jugaba todo a cambio de prestigio y fama. Sin dejar de lado el dinero, pero que de entrada no le importaba ya que lo uno lleva a lo otro.

Pronto me encandiló y me hizo creer que se había enamorado de mí. Cosa que me creí sin más, porque toda mi vida he sido un engreído y un desgraciado. Que me criaron sin principios, y gracias.

Mis predecesores bastante tenían con ir acrecentando la fortuna familiar, que eso del cariño a los hijos, la educación y el decoro, siempre estuvo en manos de terceras personas.

Yo; Brian Arriow, gozaba de todo lo que ansía un maduro experimentado, menos de mundología, y me dejé engatusar por el cuerpo desnudo de la abogada, que bien supo preparar una situación enojosa de celos y adulterio, con la que entonces era mi pareja para alejarla de mí y que me olvidara.

En aquel tiempo yo representaba a la dirección general de la empresa, y al permitir que Brenda fuera otra numeraria más del Consejo de Administración, se hizo con los detalles financieros hasta el fondo de las consecuencias. Sin que yo participara en ellos por la confianza que le dispensaba.

Con el contacto de alguno de los ejecutivos de la empresa urdieron un ambicioso plan de corrupción. Donde el dinero que les llegaba no pasaba por contabilidad alguna, yendo directamente a una cuenta en Borneo, a nombre de un patronato inexistente, que regía Brenda de Pardina.

De la misma traza las mordidas a los empresarios a cambio de favores políticos y de momios cuantiosos de dinero se ingresaban en la cuenta de Borneo.

Con la confianza que otorga ella a los tontos faltos de conducta y cordura sexual, y ayudada por su encanto erótico. Cuando se bajaba sin problemas la tira de sujeción de los sostenes y provocar al más pintado, diciéndoles cualquier cochinada, para que la tocaran una vez tenían sus tetas en la cara. Ya tenía coartada.

Se iba enredando con cada uno de los funcionarios hasta tenerlos pillados y hacer con ellos lo que le viniera en gana, para después llegar la noche y venir a buscarme con la falsedad de ser su amor, y que la hiciera suya.

Incluso llegó al punto de manipular a mis espaldas citas sensuales que no existieron entre nosotros, con actrices porno y tipos que se parecían a mí, caracterizándolos para que colara y poder hacer la película de su conveniencia.

La que usaba en su favor para romper matrimonios. Hasta que encabronó a mi pareja y me abandonó. Sin querer saber los motivos que causaban aquel abandono, dejé se escapara aquella mujer que en verdad me comprendía y que ahora puedo imaginarme los motivos por los que me repudió.

Así de criminal fue, siendo la promotora oficial del suicidio que tuvo míster Dominique de Charles, el gerente de asuntos documentales. Persona contratada por la firma hacía más de veinte años, para velar por la decencia de los componentes de la misma.

El que amenazó a Brenda una vez descubrió sus andanzas. Al sacar a relucir los chanchullos que mantenía con todo el que se le ponía por delante.

De Charles preparó cansado de tanta maldad una rueda de prensa para airear pruebas de los escándalos de la citada abogada. Pliegos, fotos y grabaciones que iba a presentar el ahora difunto, que fueron ocultados por Brenda, donde se le veía en bolas dejándose tocar, menear y follar, con el propio De Charles. Montaje falso siempre con testigos sobornados, que pudiesen acusarle de los hechos referidos.

Sin venir a cuento un buen día me entero de su accidente. Se quitó la vida despeñándose desde una de las torres de Manhattan. Un fin de semana que las visitaba acompañado de su esposa.

Con estas artimañas Brenda, tenía más callado que una reverenda muda, a cualesquiera de los hombres o mujeres que se tiraba y de una manera u otra le acariciaban sus nalgas.

Después a placer y con recochineo se lo montaba para hacerles el chantaje emocional. Coacción a la que estaba acostumbrada para someter a sus víctimas.

Finalizó su comentario y miró de nuevo al deslumbre que provocaba la presencia invisible de Celeste de la Orilla. Que le comentó tan solo lo preciso. 

—Vuelve. Vive, y jamás confíes en quien no merece. 

Quedó encaminado para volver a su despacho, con su propio análisis, certero y directo, sin necesidad que nadie pudiese inducir a engaño sobre los hechos acaecidos.

Las pruebas las tenía en su propio despacho. Las mismas que iba a utilizar Brenda, en su contra. Por el asesinato que estaba a punto de cometer en el mismísimo pupitre donde trabajaba a diario Brian. Ya que la abogada conocía que él, desesperado estaba en la playa quitándose la vida.  

Con ello, Brenda Pardina. Una vez diera muerte a Roger Arriow, padre del mismísimo Brian, y el hijo y dueño del negocio, suicidado el mismo día. Despejaba la ecuación con un solo movimiento.

Quedaba como presidenta de todos los accionistas de la empresa. Lo que pretendía y por lo que trabajó en los últimos dos años.

Brian volvió a recoger la ropa arrugada que había envuelto en aquella bolsa de deporte, vistiéndose y con la ayuda de su móvil puso al corriente a los gendarmes, mientras él se personaba en las dependencias del negocio.

Al cabo de dos semanas, se sentó Brian con sus pensamientos, y recordó aquella luz, que en un momento le permitió la llamara Celeste.

La autora, de acceder que tanto su padre como él, pudieran respirar hasta que la providencia los llamara, sin necesidad de prisas por dejar este valle.








Autor; Emilio Moreno.
fecha; 6-8-2025

martes, 5 de agosto de 2025

La sonrisa del aire.

 

Soñó con ella durante toda la noche. No podía quitársela de su memoria. Se había impregnado de ella, y la necesitaba para sosegar su necesidad varonil.

Cuando tuvo que decirle lo que sentía, asumió unos reparos absurdos, con sus dudas y se asustó. No lo hizo. Después vinieron los pesares y la rabia de no ser más directo.

La voz de su propia censura que no le permitía pensar cómo debía, le frenó el declararle o por lo menos darle señales de interés. Ahora era una batalla, una quimera o simplemente una irremediable alucinación y el desvelo que le producía en aquel instante.

Se encorajinaba de su falta de valentía. La que ha de tener un hombre.

Aunque esa bravura y ese arrojo, en ocasiones no dieran fruto. Ahora era una víctima de su propia soledad, por aquella vacilación habida. La que le impedía con seguridad, estar en la compañía de aquella mujer.

En la aureola de su propio limbo, distinguía y vivía dormido.

Acongojado con aquellas dudas propias del más ingenuo y espantadizo ser. Auspiciadas sin dudar, por la carga emocional que portaba. Su falta de genio, el dejarse convencer fácil por allegados, que jamás dan un amparo cuando más se necesita. El miedo de repetir con el desencanto de otra relación fallida, ya experimentada y que sufrió alguna vez.

La poca decisión, evitó que no le dijera.

—Me gustas. Siguió absorbiendo de su recuerdo. Pensando en lo que le diría de tenerla delante. Lo feliz que se encontraba a su lado. A pesar de no conocerla. Que se embelesó por ella, en cuanto la conoció. Que su figura le atraía, y que el hecho de mirarla, le aportaba una dicha inmediata.

Pensó frase a frase, aquello que debió declararle. 

Las horas de aquella noche iban atravesando sus antojos, entre sus fantasías, ensoñaciones y añoranzas. Todas ellas en secuencia una tras otra, hasta que sumido en aquella quimera, volvió a disfrutar del instante al recordar de nuevo, el pasaje de bienestar vivido, que notó al conocerla.

Es una mujer sencilla y llamativa. Quizás por el rasgo asiático de sus ojos, y el color cetrino de su larga cabellera.

Sus dimensiones no eran demasiado prominentes, pero en ella había algo intangible, que le hacía ser un punto certero de atracción. Aunque procuraba con reserva no levantar señales con su presencia e intentar pasar desapercibida.

Venía a participar de la reunión junto a la presidenta de aquel patronato, la que en cuanto podía la exhibía, presumiendo de sus logros humanitarios con todos y cada uno de los vocales de la mesa de juntas. Sin olvidarse de hacer lo propio con los amigos, compañeros y conocidos con que se cruzaba. Y entre ellos estuvo Gregory.

Que lo rememoró en su dormitar, volviendo a propósito en perpetuar paso a paso, aquellos instantes desde el quicio de su cama, completamente invadido por la desdicha.

Viendo aquellas imágenes como si se estuvieran dando entonces….

 

Aquella joven iba acompañando a la lideresa del grupo, la señora Santurce. Mostrando a bote pronto hasta donde llegaba su grado de reserva, y de prudencia.

Mas que eso inducía a creer que estaba acomplejada y se mostraba deslucida. Proponiéndose sin dudar pasar aquel trance, sin llamar la atención de nadie.

Sus ojos redondos y cerúleos relucían por lo magnos y relucientes. Vislumbrando bajo la luz de aquellos focos macilentos, su tez ambarina, permitiendo disimular en cierto modo la edad que ostentaba.

Algo escrupulosa en presencia de cuantos desconocidos la rodeaban, trataba de disimular y conseguía aquella agitación que podía llegar a tener por lo que le interesaba y que resguardaba sin airearlo.

Mostraba con sus ademanes, ser una fémina apasionada en las distancias cortas, una vez había adquirido la confianza que necesitaba.

Una amante de espléndida envergadura y deseo incontrito. Pudiendo hacer feliz a quien se propusiera. No era un pibón de hembra, pero sí tenía una enjundia apreciable, cuando se movía, cuando danzaba impoluta levitando sobre un espacio inimaginable, simulando bailar sobre las baldosas de aquel salón.

Se dejaba mirar y necesitaba calor, apego y cariño. 

Gregory seguía soñando sobre las sábanas de su camastro…

Gustándose él mismo, de lo que su psiquis le enviaba. Sin pretender despertar por la bonhomía de aquella imaginación, que estaba saboreando aquella madrugada.

Volvió a especular, notando que aquella noche se gustaba ella misma por la impresión que había calado en el ambiente con su estatus. Nada fingido y falso. Era nívea como el algodón.

Presumía de unos atisbos escondidos, los cuales pudieran suponerse, por las medidas que arrojaba de entre aquel ceñido vestido azul y rosa. De donde emergían dos senos no demasiado inmensos ni excesivos, pero sí; situados en un cuerpo estilizado para poder ser admirados.

Tampoco era alta en exceso, ni vulgarmente arrogante, que resurgiera como una “Rara Avis”, de entre sus acólitas compañeras femeninas. Sin embargo, la cercaba una corona imaginaria de sensualidad que no pasaba desapercibida. Influencia que los varones presentes denotaban.

Venía huyendo de la miseria, por mantener a la hija de corta edad que había parido años antes. Fruto de una relación no deseada, con el dueño de su cuerpo hasta entonces.

El padrino de su tribu. El llamado Yakitory, el que había llegado a la américa central, en su momento, como señor y dueño de todo lo palpable, procedente de Nagasaki.

Por ello, migró con la niña y con su miedo terrorífico. Aquella noche cerrada del mes de febrero, bajo una tiniebla opaca, desde su Nicoya natal.

Evitando así ser detectada por el llamado patrón de aquella familia, ni tener que enfrentarse a cualesquiera de los impedimentos casuales que pudieran surgir.

Gregory la había conocido en aquel mismo Foro de Extranjería, celebrado aquella tarde, por aquella Fundación que protegía a recién llegados de otros países. Donde pretendía refugiarse con su hija Noniko.

Recaló en la tierra del “porvenir” sin papeles y con las manos vacías, sin apoyos, sin cariño y sin futuro. Intentando permanecer en el país y hacerse de un trabajo y una educación que darle a su hijita de ocho años.

Aquella institución amparaba y procuraba resolver los problemas que se suscitan entre los inmigrados al llegar donde ellos pretenden establecerse.

Por ello doña Milagros Santurce la directora de aquella asociación, se hizo acompañar de Kozue, primero para darse pisto, y para demostrar que, desde la directiva, se instaba al amparo de personas desorientadas recién aterrizadas.

Sin olvidar que la buena de Doña Milagros necesitaba votos para salir reelegida en las elecciones que se celebrarían de inmediato. Encontrándole si podía, una solución rápida y efectiva a las que desde hacía unas semanas constaba y eran sus protegidas.

La diferencia de edad entre Kozue Niyoyne y Gregory Lasarte era notable.

Sin embargo, desde el primer momento en que se miraron tuvieron un latigazo electrizante de seducción que fue imposible detenerlo mientras duró aquella reunión de expatriados.

Gregory sin poder evitarlo desde un buen principio le entró aquella figura de mujer, por los sentidos y el interés que mostró por ella, fue notorio. Hasta el punto que Kozue, llegó a inquietarse por las miradas furtivas de Gregory. Que callado y sin hacer ruido se la comía con los ojos.

La presidenta de la asociación. Milagros, los había presentado en aquella ocasión y se saludaron efusivamente, quedando en verse si se daban las circunstancias de encontrarle una ocupación que la pusiera de inmediato en marcha. 

Despertó de aquel bendito sueño, y una vez comenzó su día natural seguía intentando montar aquel puzle para poder ver a Kozue.

Sin falta aquella misma semana y poder exponerle sus intenciones.

No tuvo tiempo de montar una mínima estrategia. Estaba inmerso en sus ocupaciones y le sonó el teléfono con una numeración desconocida y que no tenía reflejada en sus contactos.

—Hable, quien es. Preguntó Gregory al descolgar la llamada.

—Es usted, el señor Lasarte, don Gregory.

—Quien me habla, que no conozco. Alterado habló queriendo cortar de inmediato aquella comunicación.

—Soy Kozue Niyoyne, igual no me recuerda.

Nos conocimos la otra tarde. En el Foro del Inmigrante. Nos presentó doña Milagros. ¿recuerdas ahora? Lo tuteó al seguir fraseando, para tantear en que se metía.

—¡Holaaa…! Claro que te recuerdo. Como no te iba a recordar. Faltaría más.

¡Ahora no sabía quién eras, al no tenerte agendada en mi teléfono! Le aclaró Gregory sin menoscabo, y sin detenerse siguió argumentando.

—Te iba a llamar. Precisamente hoy para quedar en vernos. He de decirte algo importante, que no te dije cuando nos conocimos. Si te va bien. Adujo Gregory.

Aquella mujer se detuvo en responder dos largos segundos, y antes de hablar pensó en lo que iba a decirle. Ya con el tuteo de persona a persona.

—Vaya hemos coincidido. —Replicó Kozue, y siguió hablando con un tono agradable y romántico.

—Fíjate Gregory, —le anunció Kozue con desenvoltura y muy directa.

—En mí es raro, pero anoche soñé contigo, un sueño anormal.

Cómo si nos conociéramos de toda la vida, y según mis creencias, estas situaciones tan solo se dan si la otra parte, también está presente en los mismos sueños. Con unos deseos irrefrenables, por lo que quería comentarte y preguntar, si tú, anoche me tuviste en tus pensamientos más íntimos.

Gregory quedó perplejo y de una manera impensable, ella le estaba facilitando las cosas.

—De eso quería hablarte, porque es verdad. Anoche soñé contigo y no quisiera decírtelo por teléfono, pero… quiero que…

Fue interrumpido por Kozue, que le dijo sin añagazas.

—Gregory. No digas nada más, todo lo que he de saber, me lo contaste ayer noche, con tu poder mental. Llegándome tu deseo claro. Iremos hablando.

¡Te espero! No tardes. Pásanos a recoger, aquí estamos Noniko y yo.

Creo que con lo que vivimos los dos en nuestros sueños. Poco hay que decir. No perdamos el tiempo.


domingo, 3 de agosto de 2025

Festival de los Castillos, año 2025. Valderrobres-

 



1 y 2 de Agosto de 2025

   FIESTAS

RELACIÓN DE VIDEOS DEL FESTIVAL DE LOS CASTILLOS.

VER A CONTINUACION.

Espectáculo en el patio de armas
Canta Beatriz Bernad y Nacho del Río.
LA JOTA FUE LO PRIMERO.

      

Canta Beatriz y Nacho
TE LEVANTEN....te levanten.

     

canta Nacho del Río
CHARRAN.


 Actuación MUSICADA
a cargo de la orquesta.


                                                          COPLAS DE OTROS LARES
                                                             El cantar de otras regiones


LAS BARANDILLAS
canción peruana
canta Beatriz


FADO canta NACHO del RÍO y 
después BEATRIZ BERNAD


QUE SE MUERE 
jota a dúo


NO LEVANTES TANTO EL VUELO
Palomita


Fue una noche mágica, llena de emoción y de arte, una experiencia escuchada a la luz de la luna.

En una noche  inolvidable de Valderrobrense.


 


                                                         






miércoles, 30 de julio de 2025

Si no fuera por esto, o por lo demás.

 





Aquella vivienda molona, había quedado maqueada, después de las profundas reformas que le hicieron aquellos abuelitos, en su tiempo. Lola y Chus.  Fueron transformándola a medida que iban acopiando recursos de lo sobrante de sus mensualidades.

Ya estaban a punto de disfrutarla al cien por ciento. Se habían jubilado hacía tan solo tres meses y esperaban por parte del Ayuntamiento, los permisos de residencia para ocupar aquel esfuerzo trasformado en vivienda, que ya iban a inaugurar, ocupándola como residencia habitual.

 

La pareja se había conocido hacía más de veinte años. En uno de los viajes que hacían con el Imserso, siendo además casi vecinos del barrio. Por ser Chus el tendero de la tienda de ultramarinos donde Lola compraba a diario.

En aquel tiempo, ambos separados en trámite de divorcio, y los niños habidos eran de Lola, todos ellos jovencitos.

Chus había estado en pareja con una americana no hacía demasiado. No cuajando la cosa y sin el menor de los compromisos, dejó de asistirla por motivos que se buscó ella misma.

Libres como el aire, Lola y Chus, se entendieron en principio y se unieron en pareja. Esperando ver cómo les iba, hasta que el tiempo el cariño y la razón les puso en marcha.

Se enamoraron y se unieron.

No sin el compromiso de la crianza por parte de Lola de sus dos niñas, que llegaron a querer a Chus, como si hubiese sido su padre fisiológico.

Vivían sus vidas de la forma más agradable que les permitía su naturaleza.

Lo que significaba que estaban jóvenes y podían soportar aquellos altibajos que el destino propina.

Entre los dos compraron aquella casa en el pueblo de sus sueños. A pesar de rechazos y contratiempos naturales, que sufrieron por parte de la familia.

En principio por unirse en la compra y escriturarla a nombre de los dos y después por aquello de y si…

 

—<<Y si os separáis. Se preguntaban en secreto los amigos>>. 

—<<Qué pasará con la casa, quien se la quedará. Aducían los más egoístas>>. 

—<<Alguien exigirá, para acaparar y disfrutar de la misma… Invocaban los envidiosos. 

 —<<Seguro que tendréis peleas. Decían la familia y amigos de Lola y los sobrinos de Chus, que jamás habían visto bien que el soltero del tío, se uniera con Lola>>. 

Como siempre opinaban todos. De forma gratuita, los conocidos, y no digamos los allegados, que siempre están para un apuro.

Aquello era una odisea. Una especie de chiste.

Alguno de los opinantes gratuitos, ya pensaba en el futuro. Haciendo sus quinielas y apuestas. En quien estaría en mejor posición, quien sería el más beneficiado. Todas las cábalas imaginadas.

Excepto, pensar en la felicidad de aquellos tortolitos, que parecía disfrutaban, viendo cómo familia, conocidos, amigos trataban de solucionarles la vida mientras la tuvieran y después la muerte cuando llegara.

 

Comentado por todos, la decisión de ir a vivir al pueblo, estaba en boca de sus conocidos, como si hubiesen de pedir permiso para disfrutar la disposición que tomaron. Tan solo por el placer de hurgar en los sentimientos ajenos. Sin que además viniera a cuento.

 

—<<Mira que tú; Lola. Tienes hijos de otro matrimonio>>. Opinaban los íntimos. 

—<<Lo habéis considerado. Porque será un lío en el momento que faltéis>>. Juzgaban los enterados. 

—<<Y más si no está escriturado en el testamento. No me veas>>. Atribuían los poco informados muy escandalizados. 

—<<Las cosas han de estar muy claras… Aún y así, siempre hay líos>>. Discutían los hermanos y sobrinos de Chus a espaldas de cuantos beneficiarios hubiera>>.

 

Consejos vendo, que para mí no tengo. Que la gente suele dar sin más, aunque no a menester ni los pidas.

 

Aquella compra fue una oportunidad que se les dio años atrás. Que se presentó sin más, después de un paseo por la parte más antigua de la villa, donde había nacido Lola Zarasmendi. Una mujer que vivió prácticamente su vida entera en la ciudad. Alejada de la villa que la vio nacer.

Trabajando como enfermera en el Hospital de Infecciosos, y que el destino, la casualidad, la frecuencia en visitar aquella tiendecita del distrito, la fue a llevar a los brazos de Chus Iturbe. Tendero del establecimiento de coloniales de su vecindad.

El que en su momento la ayudó, fiándole las compras hasta que la buena mujer podía abonarlas. Tanto fue la complicidad entre ellos, que acabaron siendo pareja.

Criando aquellas dos niñas de Lola, que llamaban a Chus, papá, y que él las quería como propias.

A los dos veteranos, le llegó la edad del “Si no fuera por esto.” y “si no fuera por lo demás”. Ambos disfrutaron con mesura lo que la vida y las circunstancias le deparaban. Lolita y Cecilia, las hijas de Lola y de Chus hicieron sus vidas y visitaban a sus viejos cuando se acordaban.

Ellos, la pareja que habían reformado la casita, fueron felices y se lo trasmitieron a sus nenas. Disfrutaron la vida juntos mucho mejor que pudieron hacerlo en sus matrimonios iniciales.

Lola se había divorciado después de una vida de penas y apuros dinerarios. De malos tratos y de desprecios. Hasta que llegó la democracia, que envió a su agresor donde no pudiera molestarla.

Chus fue objeto de un engaño matrimonial. Había sido un soltero empedernido hasta los cuarenta años, y se fue a casar en primeras nupcias con una señorita cubana, muy atractiva, muy bailadora, muy de cubatas, de traguitos y de caricias. Tanto mimo daba, que se olvidó de dárselas a quien era su esposo.

Hasta que éste tropezó una noche, sin esperarlo, con una situación de adulterio. La esposa ya tenía los documentos de residencia y no le dolió dejar al minorista en su tiendecita. Desapareció y punto.

 

Pasaron los años y nadie esperaba que el llamado cambio climático fuera tan irreversible, que se llevara además de viviendas, calles enteras y jardines completos. Las vidas de cuantos esperaban tener una vejez feliz en compañía de Lolita y Cecilia.

Un veintinueve de octubre de un año infeliz, llegó a la zona una tormenta grandiosa, tan grande era que por no saber como llamarla la denominaron DANA.

La que sesgó de cuajo las vidas de tantas y tantas personas, llenas de ilusión y de futuro. De entre las que se encontraban Lola y Chus, que fueron arrastrados por la fuerza de las aguas turbulentas, arrasando la casa, que no pudieron estrenar.










autor: E. Moreno
fin de julio 2025

lunes, 28 de julio de 2025

Curso de Canto Elvira de Hidalgo.

 

En el

Se publicaba la noticia que adjunto en este bloguer.

Publicada por Miguel Ángel Artigas
el día 14 de julio de 2025

El Castillo de Valderrobres se prepara para acoger al novena edición del Curso de Canto Elvira de Hidalgo dirigido por la soprano catalana Anna Feu que tendrá lugar entre el 18 y el 27 de julio. La propia Feu, junto con el director de escena Jesús Fernández y las pianistas Akiko Nomoto y Viviana Salisi serán los encargados de dirigir unas clases diseñadas tanto para jóvenes cantantes profesionales como para veteranos en el mundo de la lírica o aficionados autodidactas que desean aprender a sacar el mejor provecho a sus instrumentos.

Como cada año el Curso de Canto de Valderrobres se convertirá en un pequeño ciclo de música vocal, gracias al concierto inaugural que ofrecerán los profesores, el 18 de julio (20.30 horas), y al espectáculo de clausura que protagonizarán los alumnos. 

Este último se desarrollará en dos días, 25 y 27 de julio (20.30 horas). En los tres casos la entrada será gratuita, aunque es necesario reservar plaza en la Oficina de Turismo de Valderrobres para controlar aforos. Los tres espectáculos se desarrollarán en el Salón de las Chimeneas del castillo.

Alba Martínez Nieto abrirá el Curso de Canto Elvira de Hidalgo en Valderrobres 


Anna Feu volverá a dirigir la cita que se celebra anualmente en el castillo. Pulsar para ver el video de Alba Martinez     
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(1) Actuación de Alba Martinez en el Castillo Valderrobres 20250718 - YouTube
PULSAR  enlace.


Pulsar para ver video de Cierre, donde cantan los alumnos y participa el respetable



(1) Clausura de la Novena edición, Evento de Canto Elvira de Hidalgo, 20250727 224535 - YouTube                                                                                                                                                                 Pulsar para ver   







                                                           
Divulgador del Evento, sin ánimo de lucro
Concurso de Canto Elvira de Hidalgo.
novena edición en el Castillo de Valderrobres