miércoles, 3 de marzo de 2021

Si a la Suerte, le cambias la “S” por “M”

 

Le pareció una mujer preciosa, en cuanto notó que se aproximaba. Al acercarse, percibió el perfume que derramaba, desbordando el equilibrio a cualquier mortal. Que apreciara el buen gusto de las señoras.

Quiso mantener la compostura, a la vez que observaba sus ojos y ella, sin parpadeo, le sonrió antes de preguntar.

—Perdona. Voy bien por esta calle para llegar a ésta ¿dirección?... Aquel hombre tomó el trozo de recorte que llevaba y leyó, quedándose atónito, porque el tacto, no era el de un pedazo de papel normal. No reconoció de que material estaba hecho, porque no le dio tiempo examinarlo. Ya que después de tantearlo, se fundió la misiva como gelatina en sus manos, sin dejar mácula.

Aunque aquella referencia la reconoció muy bien. Puesto que se trataba de la dirección de su propio domicilio. Expresando de inmediato su inquietud y su extrañeza, para interrogar a la preciosa damisela.

—No sé si sabrá, que esa indicación que he leído en el desaparecido mensaje afranelado antes de deshacerse en mis manos, corresponde con las señas dónde tengo mi residencia.

—Lo sé muy bien y por ello como te conozco de toda la vida, he preparado toda esta historia, buscando atraerte al suceso, sin que te lleves demasiado disgusto. Con este perfume que me he puesto, que embriaga, para dejarte medio absorto. Encantado, sin sentido y me obedezcas. De ese modo tu nueva inserción en el paraíso sea agradable. Por ello mi cuidada presencia y las formas para abordarte sin levantar escándalo, preceden a la no alteración de tu momento. Por tanto he aprovechado abordarte en el camino hacia donde te diriges.

—Perdone usted, dice que ¿Me conoce de toda la vida? ¡Permítame que lo dude! Donde se ha escondido que jamás la vi cerca de mí. Ni tan siquiera olfateé su fragancia por mi barrio. Siguió descarado exigiendo una explicación.

—¿Cómo se llama usted y de donde aparece, señora mía?, y de donde brota semejante descaro. No me haga perder el tiempo, y sea breve en decirme el motivo y la causa de semejante atropello.

—Cómo me llamo. Preguntas sin más, y veo que tu intuición está floja. ¡Ay como te lo digo!, que me entiendas. Como te lo diría, fácil y de forma sencilla!  Mira tú puedes llamarme, como quieras, pero para aclarar un poco. Soy tu <<Sudden Deach>>.

Es un poco duro decírtelo en tu idioma, por ello antes de traducirlo, tengo estas opciones que resultan ser más suaves. 

Ahora, como toda causa o principio la bautizan en la lengua anglosajona. Expresarlo así parece más liviano, pero realmente en español es; perdona que sea tan brusca. Soy tu "Muerte Súbita, tu Muerte". 

El que no te hayas fijado en mí, no quiere decir que no te persiguiera.

Toda la vida te he acompañado, pero ni tan siquiera te llegó la hora de conocernos. Has estado a punto de recibirme en algún momento peliagudo, pero en todos esos instantes, donde podías haberte quedado en el sitio, te librabas por los pelos en el último instante. Por ello, ¡Sé qué de verdad! Me has considerado en algún santiamén sin precisar en mí. Sin hacer demasiado caso. Porque creemos que la hora está lejos, que no nos llega. Y menos con estos perfumes y estas pintas que me pongo para que nadie sospeche. La vemos lejos. Eso creen.

Me ven lejos, pero siempre estoy al acecho. Y a pesar de los pesares nos va a llegar. Ya puedes comprobarlo, que todo alcanza.

Los del departamento de <<exterminio inmediato>>, marcan tu hora en poco menos de lo que resta el día. No me pidas retrasos, que es imposible. Lo siento.

El sobrecogido pensó en voz alta y le dijo.

—Al verte, jamás hubiese considerado que gestionabas mi final. Tan puesta, y con el perfume que me gastas de gatuna grisácea. ¡Vamos que más te pareces a la suerte! Pero la primera “S” es la que mata. Si en vez de muerte, fueras suerte, que gusto tía.

 

Me has engañado porque yo acostumbrado a imaginarte con la guadaña, jamás supuse semejante dibujo. Vieja, sucia y encorvada. Estaba muy equivocado. Te presentas guapa y rubia, sexy y perfumada, ¡Engañando por completo al mejor adivino!

—Puedo despedirme, por lo menos eso. Asentó con voz rota. Será un momento. Solicitó el escogido.

— ¡No! es imposible. De otro modo te hubiésemos enviado un calvario largo y hemos creído que para ti es la mejor forma de extirparte de este mundo. En estado de ""ipso facto""   

—Anda recoge el paquete postal, que has venido a buscar, que es el certificado de tu partida.

No has de preguntar nada a nadie. Entra en la oficina, disimula y toma asiento y quedarás en trance, quedando todo concluido. Fácil. El resto corre por nuestra cuenta.

 


Autor: Emilio Moreno.

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