Le explicaba Silverio a Restituto, el altercado que tuvo antes
de ayer Jenaro por ser tan como es. Persona que siempre se mofa de todo bicho
viviente. Criticando siempre aquello que no le parece bien. Sin tener en cuenta
absolutamente nada, ni tan siquiera sin verse los muchos defectos que lleva a
cuestas.
Es un caballero mal educado — respondía Restituto— , que no
sabe callarse y ofende, cuando opina desentonando. Nadie le ha parado los pies. Hasta que se encontró con una respuesta a su imbecilidad.
— Que es lo que imagino, vas a contar perfectamente.
No podía ser de otra manera. — prosiguió Silverio.
— Mira que se
lo hemos advertido todos, y no escarmienta el muy tozudo.
Sin embargo, es imposible. Lo lleva en su manera de ser, en su
propio ADN. No hace caso. Además, es una persona que sabe de todo, entiende
como el que más, pudiendo dar lecciones a médicos, abogados, ingenieros y corrige
de forma mal considerada al que a él le venga en gana.
Si le cuentas, que has estado en el doctor y te ha mandado unos
analgésicos. Salta como un tiro y te dice, que te ha atendido un matasano, que
le deben haber dado el doctorado en una tómbola y se ha equivocado en la
prescripción.
Los analgésicos, no son adecuados para la dolencia que tienes— ,
siguió arguyendo Silverio.
— No curan, ni te dan la mejoría que esperas, no
corrigen la enfermedad y además, pone fechas y ejemplos de casos que no tienen
nada que ver con lo que intentábamos explicarle. Desestimando los remedios y
las advertencias médicas, con tal de interrumpirte, dejarte sin voz y tomar la
palabra, para que todo el mundo vuelva a escuchar sus sandeces.
Si le explicas que vas a hacer un viaje a la Patagonia, te da
lecciones de donde debes parar, donde dormir, para inmediatamente explicar su último
viaje a la Alcarria, demostrando que es también un artífice en excursiones y
desplazamientos.
— Ya le conocemos, y no tengas miedo que no cambiará. —Riendo efusivamente
Restituto, — preguntó sin más, a Silverio. Cuál era la gentileza en la que había
incurrido esta vez el amigo Jenaro.
Él no ha abierto la boca. Claro en principio porque no puede. Le han dado tortas hasta dejarlo morado. Está hospitalizado en el New Avenida. Ha
sido su mujer, la que ha contado la odisea. Diciendo la verdad, ya sabemos que Alegrías, no miente como su esposo. Nos ha comentado que se lo buscó él mismo. Aunque podría haber sido más gorda. Por suerte está fuera de peligro.
Creo le dieron golpes hasta dejarlo al pobre Jenaro como un San Dios, contusionado y muy herido. —Comentó el comunicante.
Parece ser, que iban por la ciudad conduciendo, y se le acercó un
“dos caballos”. Ese coche de la marca Citroën, que es tan raro. Ese auto, que
se menea muchísimo, el que se balancea de manera que imaginas se vaya a salir del
carril. — Con la cabeza Restituto hizo señal de saber del modelo de coche que
se trata.
— Al parecer aquel conductor, le hizo un amago de adelantamiento
erróneo, que corrigió al momento sin la más mínima incidencia, a parte del susto propinado, que no es poco. Pidió perdón y quedó tras de el vehículo de Jenaro.
Fue entonces cuando Jenaro, al ver que estaba a tiro, el
arrepentido conductor, comenzó a hacerle señales de insulto, que mostraba tanto
por el espejo retrovisor, como por el interior de su vehículo. Observando en el
Citroën, viajaba una persona, que él creía era chiquita, tan bajita que podría con él. iba con un acompañante que arrepentido por aquella mala maniobra, le pedía ostensiblemente disculpas y el perdón por la imprudencia que iban a cometer.
Detalle que enfureció a Jenaro y le sacó de sus casillas,
creyendo poder amilanar a los del automóvil francés.
Haciendo los posibles para cambiar de carril y llegado a la
altura de la ventana del conductor, proferirle agravios muy desagradables.
Cuando se dieron cuenta, y viendo que los improperios se
encarnizaban por parte de nuestro amigo, el coche bailón se puso delante de
ellos y al llegar al semáforo en rojo, se detuvo y comenzó a salir hombre. No parecía tan bajito, menudo tío largo, que iba escondido en el Citroën. Claro, ese vehículo engaña y creo que Jenaro se confundió. Menudo forzudo viajaba en aquel engañoso utilitario. —Dijo Alegrías.
Cuando estuvo frente a la ventanilla del Ford de Jenaro, parecía
que había llegado German Monster. El que trataba de sacarlo agarrándole por
camisa y corbata, todo junto y con malos modos. —Explicaba la mujer de Jenaro, que trató de evitar la paliza que recibía su esposo...
Dándole a la vez, tortazos a diestro y siniestro por el hueco de
la propia ventana. Dejándole la cara como un mapa. Sin pronunciar una palabra
soez.
Cuando el semáforo, se puso en verde, metió nuevamente a Jenaro como un guiñapo. Estrujándolo
sin miramiento. Dejándolo llenito de hematomas, sentado frente al volante, y este hombretón insultado,
desapareció de la vía, confundiéndose con el resto de tráfico.
Cuando lo cuente, y nos lo relate, cambia de versión de los hechos
y nos dice que lleva la cara como un mapa, por salvar a alguien de un conflicto
armado.
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