sábado, 22 de julio de 2017

Defunción prorrogada



Había estado en trance de muerte. Sabía perfectamente que es lo que pasa en esos momentos. Estuvo a punto de palmarla definitivamente y ni sabe como volvió a la vida.
Memorias que mantendrá aquí en la tierra y tal vez ni siquiera las podrá erradicar, cuando esté abrasándose por el terreno del mal llamado infierno.

Jamás explicó que sintió mientras lo tenían desnudo encima del mármol, esperando que reaccionara.
Mientras gente de la familia y amigos, entraban a verle y a llorarle.

Algunos fingidamente, otros de verdad, para que siguiera muy muerto.
Siendo aquella lápida, el lugar donde descubrió ciertos secretos que se daban a sus espaldas.
Llorando entró su mujer, y esperó a quedarse sola con el cuerpo inerte de su marido.
Se le acercó y cuando estuvo a su altura, frente a su cara, a pesar de tener los ojos cerrados y estando muerto, tomó fuerzas y con rabia le espetó sin ningún tipo de piedad.
__ Que alegría me has dado Florencio, morirte ahora__ miró alrededor para asegurarse la soledad, entre ella y su muerto.
__ Ni te imaginas el favor que me haces. Me evitas el tener que pasar por un mal trago, explicaciones a diestro y siniestro y pedirte el divorcio con urgencia. ¡Sí has escuchado perfectamente! ¡Divorcio! __ Volvió a comprobar de nuevo su compostura.
__ Estoy liada con Anastasio, ¡Si ese que te hace tanta gracia! Tu amigo de la infancia es el que me entretiene en la cama y sin pretenderlo, nos has facilitado nuestro deseo.
El vivir juntos para siempre y dejarte a ti que te pudras como un gusano.
Excitada seguía hablándole en la oreja al fiambre de su marido.
__ Perdona que finja y llore, pero es que he de ser creíble, ante tu gente. Siempre han presumido que yo era una sumisa idiota, que te lo permitía todo. Nadie esperaba, te retiraras de la vida, dando tan poco ruido.
¡Jódete, ahora es mi tiempo!__ se paró en seco y vio que se acercaba alguien.
__ Luego sigo, que entra tu colega.

Apareció súbitamente el socio de Florencio, Edgardo, con un acongojo extraordinario, los párpados abultados y una depresión emotiva acentuada
__ Hola, como estáis__, dijo el caballero__, imagino que como todos, desesperados__ comentó el recién entrado, a la viuda imperfecta por el dolor
__ Tu verás, me deja desconsolada y sola. Aún no me lo creo. Estoy rota__ acabó la frase aquella mujer.
__ Te creo__, dijo Edgardo__, imagina como y con que fuerza, seguiré yo con el negocio. Siendo él el líder de todo. Sin él, veremos como nos apañamos.

Haciéndole un gesto al socio y al amigo, se retiró Mercedes, a lamentar con los demás familiares, dejando frente a Florencio a su buen colega Edgardo, que limpiándose los mocos y mirando en torno a si, para que nadie supiera de aquella confesión le dijo.
__ Jódete pedazo de cabrón, con tu muerte, solucionado todo.
Así no tendré que dar explicaciones de cuanto dinero me has prestado, el que jamás te retornaré, porque ni siquiera hay documento que lo indique.
Eras tan tonto, que siempre te has fiado de los mangantes y además, ni sabes cuanto te he sisado, mientras tu confiabas en mi.
Siempre te has creído superior, pues las cosas se ponen en su sitio. Te jodes, y que sepas que todo el negocio quedará para mis “santos mojones”.
Continuó disfrutando dentro de aquel teatro que le ponía, sin ninguna pena ni sentimiento.
__ ¡Ah otra cosa, que jamás te dije!, del balance y las pérdidas del año pasado no hay nada. Fui yo el que modifiqué los libros contables y los puse en negativo, pero todo aquel montante, fue a mi bolsillo.
Tan fácil como suena ¡Ahora ya ni fastidiarte puedes! ¡Nos veremos en el cielo! Espérame que llegaré, y espero tardar.

Los médicos, tras los esfuerzos sometidos, con esas técnicas tan de vanguardia, creyeron en un principio que tenía posibilidades de reacción. No con certeza, ni con la convicción de un apóstol.
Lo sospechaban por ciertos impulsos que a veces intimidan a los galenos y estos no abren la boca, porque tampoco saben que es lo que sucederá en adelante, con casos tan singulares. Pero no tenía reacción alguna y Florencio se había marchado. ¡Todos lo daban por fallecido!

Mantuvo con la muerte un estira y afloja y ésta al final le dejó que volviera a latir su corazón, después de haber estado por mas de siete horas frenado, sin respirar y tieso como la mojama.
Detalles que la reconocida dama negra, la famosa Madame “Defun”, controló desde el mismo momento, que le avisó que moría en aquel instante.
Aprovechó la señora. La temida doña muerte, en una de esas charlas coléricas que tenía para pedirle un instante.
Y cuando colgó el teléfono, Se colocó frente a él y le dijo escuetamente.
__ ¡Florencio ya no tienes solución! ¡ Estás muerto!, y además no te dejo despedirte de tu gente, porque ellos te odian, sin que tu lo sepas.
El interfecto, quedó mudo y sin vida, cayendo de bruces sobre la acolchada alfombra del despacho. Haciendo disparar las alarmas y las alegrías de cuantos conocía y él creía que le respetaban.

Estaba ya situado dentro del armazón de su tumba, los especialistas de la morgue, entre risas lo estaban preparando y peinando, para depositarlo y cruzarle las manos sobre el pecho, en señal de contrición.
Cuando abrió los ojos, y les preguntó a los empleados de la funeraria,
__ ¡Que hacéis!, y que le había pasado__ Preguntó sabiendo muy bien que había ocurrido y como, y el por qué de todo lo vivido mientras estaba muerto.
Les hizo frenarse en el susto y les dio tiempo para que reaccionaran y dieran aviso a los médicos o al personal asistente preparado.
Estos, con un síncope entre pecho y espalda, salieron del lugar echando chispas y dando rebato a los responsables de la benefactora “El viaje hacia el cielo” Cajas y cajones para difuntos, Sociedad Comandita”

Entre tanto la muerte, pactó con él, le solucionara un par de asuntos que eran de suma importancia. ¡Nada! Un par de errores que ella había cometido con unos vecinos!
Le concedió a Florencio a cambio una prórroga de tres años más de sufrimientos en este valle de lágrimas.

Tiempo suficiente, para que él también pusiera a cada cual en su lugar.
El que de hecho le correspondía, por méritos propios de revivir, a su muerte.
Dejando que con su maestría pusiera en solfa, a aquellos que le rodeaban tan fielmente.
Tuvo paciencia para disponerlo todo, y dejar sus pensamientos y vivencias en el lugar correspondiente, y justo a los tres años, Florencio se despidió de esta vida, para no volver jamás, ni tener de nuevo otra oportunidad.

D.E.P.







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