sábado, 27 de mayo de 2017

La influencia sexy de Irene



Acabó en la cama, en el hotel donde se alojaba Narciso, pasando una frenética noche, sin sueño y con un desatado sexo, olvidándose del mundo.
Él de su mujer y ella de sus dos hermanas, profundizando en los placeres de un encuentro inesperado y a la vez sensitivo.

Narciso recibió las mejores carantoñas que existen en los manuales de sensualidad, esas que aunque no se expliquen, las mujeres conocen solo por su intuición fisiológica, clarividencia y grado de arquitectura de sus cuerpos.
Dejando al rompe corazones de Nayim, ensimismado y con ganas de volver a enredarla.

Esos momentos de pasión les mantuvieron a los dos, alejados del tumulto por mas de dos jornadas. Sin salir de la habitación del Hotel Saratoga, a base de sales minerales, ensaladas, agua y mucho ritmo, para volver a interpretar aquel conocido meneo estelar.

Detalle, que las hermanas sabían, al descubrir una nota aclaratoria, en la almohada de su cama, que les informaba que no la esperasen, que volvería pronto.
Comenzaban a estar histéricas por la tardanza o prolongación de aquel sexo que imaginaban iba a descubrir Irene. La hermana mediana, muy envidiosa, desde nació le tenía ojeriza.

No lo superó y la mantuvo fuera de la educación y de las normas.
No pudo soportar aquella influencia sexy de Irene, no le sentó nada bien, ya que ella misma le había echado el ojo al empresario para ser, la que se lo follara y comenzar con él, un bascoso cambalache desmedido.

Enamorarle y sujetarlo como ella acostumbraba a retener a todo el que se le acercaba sin conseguirlo.
Nayim estaba ya demasiado embebido por los frutos que Irene, le había dispensado. Proyectando los deseos de Mari Pili, de nuevo al cubo de los detritos; como casi siempre que pugnaba con Irene por un hombre. Sin remisión y fuera de las posibilidades de éxito.
En el retorno de aquellas vacaciones, Irene ya propuso de forma imperativa, su emancipación, su inminente desvinculamiento radical y sin demoras del hogar maternal.

Entonces ya, el enredo con Narciso tiraba con fuerza y no pretendía en ningún modo echar la marcha atrás. Imposible.
Cuando ella comenzó a trabajar en su inicio, se colocó en la Feria de Muestras de Barcelona y hacía sesiones publicitarias, de calzado, alimentos, productos de belleza. Empleo que sustentaba hasta que encontrara uno nuevo, que le supusiera mejoras susceptibles y el que en un principio le permitiría hacer su vida independiente.

Era una mujer con luz propia, una hembra lucida y hermosa que atraía a la gente con su atractiva impronta luminaria, teniendo que observarla sin cejar, para quedar satisfecho.
Entonces decidió seguir hacia adelante y cerrar la puerta del pasado. Siempre pensó <>.

Había dejado su casa maternal, con sus hermanas y sus padres, en una barriada muy agradecida de Horta, en unas viviendas muy entrañables. Las del Turó de la Peira. Donde transcurrió toda su infancia.

El hábitat con su familia, se hizo del todo imposible.
Irene no le podía poner cadenas a su futuro, aunque este fuera incierto, debía ser ella la que se enfrentara a su destino.

No escuchó los consejos de su madre, que le advertía que se trataba de un hombre casado y le podía pasar de todo.

Su padre, Antoine, ya vivía en otro mundo hacia años, sin participar activamente en las predicciones de aquella familia, aunque por dentro, no paraba de sentir aquel dolor que sufren los que intentan fingir que nada les importa. Sus disconformidades las solucionaba jurando en hebreo y mentando de forma soez a la Virgen.





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